Silicon Valley dice adiós al wokismo

Desde hace varias semanas, los gigantes tecnológicos de Estados Unidos anuncian con gran despliegue publicitario que se distancian del wokismo. ¿Conversión sincera o actitud calculada? Las miradas se dirigen a Europa, nueva fortaleza de un progresismo sacudido por el vicepresidente estadounidense, que acaba de denunciar a este "enemigo interior" ideológico que corrompe el Viejo Continente.
La imagen dio la vuelta al mundo durante la toma de posesión del cuadragésimo séptimo presidente de Estados Unidos, el 20 de enero de 2025: bajo la cúpula del Capitolio, los líderes de Silicon Valley acudieron en masa para jurar lealtad al nuevo amo de la primera potencia mundial.
A excepción de Elon Musk, el icónico director de SpaceX y Tesla, uno de los artífices de la victoria de Donald Trump, todos los GAFAM, desde Mark Zuckerberg (Meta), Jeff Bezos (Amazon), Satya Nadella (Microsoft), Tim Cook (Apple), hasta Sundar Pichai (Google), mostraron su apoyo al magnate neoyorquino.
Incluso a costa de dar garantías a la nueva administración: ya queda lejos el tiempo en que el candidato republicano amenazaba con cadena perpetua al director general de Meta (antes Facebook), que presidió, el pasado 20 de enero, la cena de gala ofrecida en honor del nuevo presidente, junto a multimillonarios, todos fervientes partidarios del movimiento MAGA (Make America Great Again).
Dos semanas antes, Mark Zuckerberg había anunciado el cese de toda censura contra los discursos conservadores y anti-LGBT. Además, Meta decidió poner fin a sus políticas "DEI" (diversidad, igualdad e inclusión) en materia de contratación, proveedores y contenidos, poniendo fin a la agenda woke que hasta hace unas semanas seguía siendo el gran catecismo de este gigante de la tecnología.
Google también ha dado un giro de 180 grados y ha decidido eliminar todos los marcadores de la cancel culture y del wokismo de sus diferentes aplicaciones. Su director general, Sundar Pichai, ha decidido cerrar el siniestro capítulo de la Affirmative Action, o "discriminación positiva" por la que la contratación de empleados no debía basarse en el mérito, sino en la orientación sexual o situación de discapacidad.
Como recuerda Newslook, tras las manifestaciones de 2020 luego de la muerte de George Floyd, Google decidió aumentar en un 30% su plantilla procedente de "grupos infrarrepresentados": mujeres, minorías étnicas, personas LGBT. Es cierto que no todos los gigantes tecnológicos o económicos estadounidenses han negociado este giro antiwoke, pero algunos están empezando a hacerlo, como Disney o McDonald's, Microsoft, Apple o Amazon.
¿Conversión sincera o cambio forzado tras el terremoto del 5 de noviembre? Quizá un poco de ambas cosas. Durante el primer mandato de Trump, Mark Zuckerberg gastó cientos de millones de dólares para ganarse el favor de los progresistas: una vez en el poder, estos no mostraron mucha gratitud hacia el jefe de Meta, que no lo olvidó.
Además, el exprodigio de Harvard no soportó el aumento del activismo de izquierdas en su empresa: definitivamente, la inclusión no siempre es favorable hacia las leyes del mercado...
La columnista Sarah Wilder presenta una interesante reflexión en The American Mind: lo importante no es tanto que estos sobresaltos antiwoke sean sinceros, sino que los gigantes tecnológicos sientan lo suficiente la presión social y el riesgo que supone para sus negocios seguir obstinadamente una agenda progresista.
Esto es lo que reconoce, aunque con palabras evasivas, el director de Meta en una entrevista concedida al exitoso programa presentado por Joe Rogan: su giro "a la derecha" es en realidad una forma de "tomar el pulso a la opinión" y seguir "el espíritu de la época", afirma Mark Zuckerberg.
¿Tendrá el efecto antiwoke la fuerza suficiente para que se sienta en Europa? Es posible. El discurso del vicepresidente estadounidense en Múnich el pasado 14 de febrero ha desilusionado a más de un ideólogo: "Lo que me preocupa es la amenaza que viene de dentro, es el retroceso de Europa en relación con algunos de sus valores más fundamentales", declaró J. D. Vance, que concluyó lanzando un vibrante "Dios los bendiga" ante un grupo de presidentes sumidos en la perplejidad y el asombro.
Ahora queda que los defensores del sentido común firmen el acta de defunción del progresismo en todas sus formas y alcen la voz para reafirmar a tiempo y a destiempo la identidad cultural, religiosa y ética de un continente basado en dos milenios de cristianismo y tradiciones.
Fuentes: The American Mind/Le Figaro – FSSPX.Actualités
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