Sinodalidad aparente y autoridad rampante

Fuente: FSSPX Actualidad

El 25 de noviembre de 2024, el Papa Francisco publicó una Nota de Acompañamiento al Documento final del Sínodo sobre la Sinodalidad, celebrado en Roma a lo largo del mes de octubre. En ella, reafirma lo que había dicho el 26 de octubre, en la clausura del sínodo: no se redactaría una exhortación apostólica postsinodal.

La Nota lo precisa explícitamente: "Reconociendo el valor del camino sinodal realizado, entrego ahora a toda la Iglesia las indicaciones contenidas en el Documento final, como restitución de lo que ha madurado en estos años, a través de la escucha y el discernimiento, y como orientación autorizada para su vida y misión".

Dada su aprobación por el Papa, el Documento final constituye, por tanto, "un ejercicio del auténtico magisterio del obispo de Roma", de acuerdo con su discurso del 17 de octubre de 2015 sobre la relación entre sinodalidad y jerarquía, recuerda Francisco. Las Iglesias locales están llamadas ahora a poner en práctica este texto, "a través de los procesos de discernimiento y decisión previstos por el derecho y por el mismo documento", explica.

"La conclusión de la XVI Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos no pone fin al proceso sinodal", insiste, indicando sin más precisiones que otros grupos podrán añadirse a los diez grupos de estudio ya constituidos “con vistas a las decisiones necesarias”. - Está claro que el sínodo ha terminado en Roma, pero en la práctica apenas ha comenzado.

Francisco añade: "El Documento final contiene indicaciones que, a la luz de sus orientaciones fundamentales, ya pueden ponerse en práctica en las Iglesias locales y en las agrupaciones de Iglesias, teniendo en cuenta los diversos contextos, lo que ya se ha hecho y lo que aún queda por hacer".

Según sus palabras, "se podrá proceder, a través de un discernimiento sinodal y en el marco de las posibilidades indicadas por el Documento final, a la activación creativa de nuevas formas de ministerialidad y de acción misionera, experimentando y sometiendo las experiencias a verificación".

Más allá de la jerga que sirve aquí de cortina de humo, existe un deseo real de imponer a los obispos un resultado obligatorio: la Iglesia debe volverse "sinodal" [es decir, más "inclusiva", menos "jerárquica", según la jerigonza actual], y los funcionarios mitrados deben ser muy celosos en este aspecto. 

El Papa espera que, en las futuras visitas ad limina, cada obispo pueda "comunicar qué opciones se han hecho en la Iglesia local que le ha sido confiada en relación con lo indicado en el Documento final, qué dificultades se han encontrado, cuáles han sido los frutos".

Y para mayor seguridad, ahora es obligatoria la visita de los obispos a la Secretaría General del Sínodo en el marco de estas visitas a Roma cada cinco años. "La tarea de acompañar la fase de implementación del camino sinodal, a partir de las orientaciones ofrecidas por el Documento final, se confía a la Secretaría General del Sínodo junto con los dicasterios de la Curia Romana", advierte el Papa.

¿Cuáles son los puntos en los que se comprobará la docilidad episcopal? He aquí uno de tantos. La agencia romana I.Media ha comparado el borrador del Documento final con la versión definitiva adoptada por el Papa. Esta comparación revela cambios y añadidos de una versión a otra que repercutirán en la aplicación del sínodo en las diócesis.

Uno de los párrafos más retocados es el número 60, sobre las mujeres: el diaconado femenino estaba completamente ausente del borrador, pero se menciona en el texto final como una posibilidad que "permanece abierta". Fue este párrafo el que causó más reticencias durante el sínodo, con 97 miembros que votaron en contra. ¡Pero poco importa!

Los obispos que no demuestren su "apertura" sobre la cuestión del diaconado femenino serán sospechosos de resistirse al Documento final, que forma parte del "auténtico magisterio del obispo de Roma".

Puño de hierro en un guante sinodal

El 4 de noviembre, el vaticanista Sandro Magister hizo un balance de los sínodos bajo el pontificado de Francisco. Esta revisión habla por sí misma. Bajo el título explícito: "Todo menos sinodal. La extraña Iglesia deseada por el Papa Francisco", pone en perspectiva el último sínodo de forma esclarecedora.

Sandro Magister escribe: "Tres años de interminables discusiones, con la guinda de un Documento final que ni siquiera es definitivo. Este es el sínodo deseado e imaginado por el Papa Francisco con la intención de refundar la Iglesia como Iglesia del pueblo, perteneciente a todos los bautizados. Es difícil saber qué pasará después.

"El Papa Francisco ha purgado este último sínodo de todas las cuestiones divisorias, confiándolas a comisiones que las discutirán hasta la próxima primavera. Después, él decidirá qué hacer". Al mismo tiempo, pidió que el Documento final se aplique ya en las diócesis, ya que este documento, aprobado por el Papa, pertenece al magisterio ordinario...

Si observamos el modo de proceder de Francisco desde el principio -durante el primer Sínodo sobre la Familia-, podemos hacer algunas conjeturas sobre el último, sin arriesgarnos a estar muy equivocados. El periodista italiano recuerda: "En el primer sínodo, que convocó en dos sesiones, en 2014 y 2015, sobre el tema de la familia, Francisco tenía un objetivo personal evidente: liberalizar la comunión eucarística para los divorciados vueltos a casar".

"Para conseguirlo, organizó un consistorio previo de todos los cardenales en febrero de 2014, pero enseguida encontró una oposición tan fuerte y a tan alto nivel que, durante el sínodo, limitó la transparencia de los debates.

"En efecto, impuso el secreto sobre las intervenciones durante la sesión, limitándose a publicar una simple lista genérica de los temas abordados, sin mencionar los nombres de los respectivos oradores. Sin embargo, se filtró información sobre la intensidad de la controversia acerca de si se debía permitir o no la comunión a los divorciados vueltos a casar.

"Esto llevó al Papa a resolver la cuestión en la exhortación postsinodal Amoris leatitia [19 de marzo de 2016], de manera ambigua, perdida en algunas notas a pie de página que algunos episcopados interpretaron como una autorización a dar la comunión mientras que otros mantuvieron su oposición, antes de escribir, en una carta de su puño y letra al episcopado argentino -una carta posteriormente elevada al rango de magisterio-, que la primera interpretación era efectivamente la correcta".

Para el último sínodo, Sandro Magister presenta su tema -la sinodalidad- como "una tesis que Francisco logró imponer frente a las cuestiones que tomaron protagonismo tras el camino sinodal alemán: de la homosexualidad al sacerdocio femenino, pasando por el fin del celibato clerical y la democratización del gobierno de la Iglesia.

Una vez que el Papa sacó estos temas de la agenda sinodal y los confió a comisiones ad hoc de futuro incierto, al sínodo solo le quedaba discutir cómo transformar la Iglesia en una Iglesia sinodal.

"¿Pero cómo se iba a discutir esto? No en una asamblea plenaria, y menos aún en círculos lingüísticos, sino en decenas de mesas de una docena de personas cada una, en una sala de audiencias dispuesta como para una gran cena de gala. Y lo que se decía o escuchaba en cada mesa siempre se mantenía en secreto. Es difícil imaginar un sínodo más desunido y amordazado que éste, todo lo contrario de la nueva sinodalidad de la que tanto hemos oído hablar.

"Pero eso no es todo. Entre las dos sesiones del Sínodo, el Papa decidió en solitario sobre una cuestión que había quedado fuera de los debates, en una Declaración emitida por su alter ego al frente del Dicasterio para la Doctrina de la Fe, el cardenal argentino Víctor Manuel Fernández. Con la declaración Fiducia suplicans [18 de diciembre de 2023], Francisco autorizó la bendición de las uniones homosexuales.

"El resultado fue una enorme ola de protestas y rechazo, especialmente entre los obispos del único continente donde la Iglesia católica sigue creciendo, es decir, África".

Esta comparación muestra que tanto el Sínodo sobre la Familia como el Sínodo sobre la Sinodalidad siguieron el mismo procedimiento en dos etapas: consultar a los padres sinodales en el mayor secreto, y luego aprobar, por iniciativa propia, la comunión para los divorciados vueltos a casar civilmente y la bendición de las parejas homosexuales, al margen del sínodo e ignorando todas las opiniones contrarias.

El sínodo parece un fraude: su reunión -internacional y muy publicitada- da la ilusión de una consulta, pero las medidas tomadas fuera del sínodo y contra los opositores revelan la triste realidad. Es un medio subversivo al servicio de "una revolución en tiara y capa", una revolución motu proprio.