Sínodo sobre la Sinodalidad: la síntesis nacional suiza

Fuente: FSSPX Actualidad

El 13 de mayo de 2024, los obispos suizos concluyeron la síntesis nacional que reúne las consultas realizadas en las parroquias, y la enviaron a Roma para ser utilizada, junto con las demás síntesis, en la elaboración del Instrumentum laboris que será la base de la segunda sesión que tendrá lugar el próximo mes de octubre.

El documento se titula "Eco suizo en la 1era Sesión de la Asamblea Sinodal de la Iglesia Universal en 2023”. Es aberrante.

Una primera observación: los términos “sinodal” o “sinodalidad” aparecen 107 veces en un texto de 9 páginas A4, aproximadamente una docena de veces por página. Pero este término no está realmente definido y el lector se pregunta qué significa realmente. Un examen detenido muestra que “Iglesia sinodal” designa a los fieles, al menos eso es lo que parece desprenderse del siguiente párrafo:

"La Iglesia sinodal y la Iglesia jerárquica están al servicio de la misión. (…) La evangelización vincula a la Iglesia sinodal con la Iglesia jerárquica. Al igual que la Iglesia sinodal, la Iglesia jerárquica es solo una función de la Iglesia como misión".

La Iglesia es jerárquica por naturaleza, según la voluntad de su divino fundador: no es una función, es un elemento constitutivo. Esta separación es reveladora. El texto de los obispos suizos describe una "anti-Iglesia" que ha perdido sus cuatro notas: una, santa, católica y apostólica.

Una

Con este término, la Iglesia afirma que es única: hay una sola Iglesia fundada por Jesucristo. Además, afirma su unidad: de doctrina, de sacramentos y de gobierno. En el texto de los obispos suizos se pierde la unidad de los tres elementos. Dejaremos que el lector juzgue. 

El § 2.12 establece que "la pretensión de admitir solo a hombres en el ministerio ordenado y el mantenimiento de una respuesta uniforme a nivel de la Iglesia universal debe subordinarse a la posibilidad de una Iglesia sinodal". El § 2.11 afirma: parece “urgente permitir criterios de admisión a todos los ministerios que difieran según la región”.

El § 2.12 continúa: “Lo mismo se aplica a ciertas partes de la tradición doctrinal y de la disciplina de la Iglesia. En el sentido de una jerarquía de verdades, que pueden y deben cumplirse de manera diferente según las regiones y las culturas, la diversidad pastoral debe considerarse más importante (...) que la uniformidad de la doctrina y la disciplina".

Con tales exigencias, la Iglesia pierde su unidad: cada Iglesia local puede modificar la doctrina, la disciplina o la liturgia, los tres elementos que constituyen esta unidad.

Católica

El final del § 2.12 admite que “sin embargo, el intercambio sinodal entre la Iglesia local y la Iglesia universal sigue siendo importante”. Pero el documento subraya la independencia de la Iglesia local. Así, en el § 1.7.4 se afirma que "el criterio de la unidad de una Iglesia sinodal solo puede realizarse de manera subsidiaria. Es necesario definir y hacer obligatorios diferentes niveles de competencias para la responsabilidad de la Iglesia local, regional y universal".

Respecto a la liturgia, se afirma en el § 2.10: "Por tanto, un 'control' por parte de la Iglesia universal de la adecuación de las formas desarrolladas y practicadas no es factible y no tiene sentido. (…) En principio, la diversidad en la liturgia ya no debe ser considerada como una amenaza, sino como la riqueza de una Iglesia sinodal viva en su misión".

Atrás quedó la universalidad de la Iglesia, su catolicidad, ya que cada Iglesia local –y puede ser un nivel inferior, como una región lingüística– evolucionará independientemente de las demás.

Apostólica

La apostolicidad se refiere a la fundación de la Iglesia por los Apóstoles y la perpetuación de esta misión a través de la jerarquía, que transmite la doctrina y la disciplina, reveladas a las "columnas de la Iglesia", que a su vez transmitieron lo que recibieron. Pero la Iglesia sinodal suiza propone otra historia: parece que todo puede evolucionar según las circunstancias.

El poder de los obispos –de la jerarquía– se cuestiona claramente en el § 1.6: “Ya no se entiende y no se acepta, en gran medida, que a menudo sean solo hombres solteros, sacerdotes u obispos ordenados (…) quienes deciden las cuestiones que conciernen a los jóvenes, las mujeres, las personas queer (…) y a muchos otros.

"Un proceso de 'discernimiento' del pueblo de Dios no debe verse obstaculizado por procesos separados de 'discernimiento y decisión' de la jerarquía". Y en el § 1.7.1 "la corresponsabilidad del pueblo de Dios en todos los procesos, desde la búsqueda de decisiones, debe organizarse de manera sinodal".

En otras palabras: cuando el pueblo de Dios se organiza sinodalmente y considera los problemas, busca soluciones y luego decide sobre su implementación, no se trata de que el obispo venga a poner un freno a sus ruedas.

Santa

La Iglesia es santa porque su divino Fundador Jesucristo es santo, el Santo de Dios. Es santa también porque la caridad, que hace la santidad, es el fin de la Iglesia: quiere que todos sus hijos sean santos. Finalmente, es santa por los medios que Cristo le ha confiado: su doctrina y su jerarquía que confiere los sacramentos, productores de la gracia.

Por el hecho mismo de que la síntesis suiza deja de lado la doctrina –que puede ser plural; que hay que reducir la jerarquía; y que la Iglesia sinodal puede finalmente realizar las modificaciones que le plazca –como la apertura del diaconado a las mujeres (§ 1.13)– se pierde la santidad. Lo cual sería radical en el caso del sacerdocio femenino – discretamente solicitado en el § 1.11 – por su imposibilidad: los sacramentos de estas “sacerdotisas” serían nulos a perpetuidad.

Lo que llama la atención al leer el documento es este riguroso aplanamiento de cualquier orden jerárquico en nombre del respeto a “la igualdad de la dignidad bautismal” (§ 1.12). El párrafo también continúa: "Una concepción del ministerio ordenado y de los criterios de admisión que contradicen la igualdad de dignidad a través del bautismo son vistos como limitantes de una Iglesia sinodal".

Conclusión

Será interesante ver cómo los redactores del Instrumentum laboris tomarán en cuenta la síntesis suiza: hay que implementarlas todas. Con estas consideraciones, ya no existe una Iglesia católica: se ha convertido en una vaga asociación con un centro y delegados en el mundo, pero cada uno debe poder vivir su vida como quiera, al tiempo que se declara como católico.

Este simple documento es una prueba terrible de la nocividad del proceso iniciado por el Papa Francisco, y es la garantía de una desilusión cuyas consecuencias son verdaderamente incalculables.