Siria: la ciudad de Alepo nuevamente ocupada por los yihadistas

Fuente: FSSPX Actualidad

Monseñor Joseph Tobji, en su catedral devastada en 2020

La rebelión contra el gobierno sirio, que comenzó en 2011, estaba suspendida desde 2020, cuando Turquía y Rusia negociaron un alto al fuego para frenar la ofensiva gubernamental. La región de Idlib es el último bastión controlado por la oposición y los yihadistas. El enclave está principalmente en manos del grupo islamista Hayat Tahrir al-Sham.

Cabe añadir que también hay facciones rebeldes respaldadas por Ankara que operan bajo la bandera del Ejército Nacional Sirio y las fuerzas turcas. El alto al fuego no se respetó en su totalidad. El mes pasado, el enviado especial de Naciones Unidas para Siria advirtió que las guerras en Gaza y Líbano estaban "catalizando peligrosamente el conflicto en el noroeste de Siria".

Y, efectivamente, el 27 de noviembre de 2024, las fuerzas de la oposición lanzaron un ataque en el noroeste, logrando apoderarse del territorio defendido por las fuerzas gubernamentales del presidente Bashar al-Assad. El grupo islamista Hayat Tahrir al-Sham y facciones aliadas se hicieron con el control de varias ciudades y pueblos de las provincias de Alepo e Idlib.

Según el Observatorio Sirio de Derechos Humanos (OSDH), que cuenta con una red de informantes, al menos 242 personas han muerto en la ofensiva. Entre ellas, cuatro civiles muertos por la mañana por las bombas que llueven sobre Alepo. La ciudad, que fue capital económica y comercial del país, se ha convertido en un símbolo de los estragos de un conflicto ya olvidado.

La Agencia Fides recoge el testimonio del arzobispo maronita de Alepo, Joseph Tobji, fechado el 30 de noviembre: "Después de tres días de ataques, las llamadas milicias de la oposición han tomado la ciudad. Ahora todo está en silencio. La ciudad está suspendida. Y nadie nos dice nada", expresa con dolor el alto prelado.

Y añade que "después de los combates, por el momento, no hay derramamiento de sangre, gracias a Dios. El ejército [gubernamental] ha abandonado Alepo y la ciudad está ahora en manos de las milicias de la oposición. Ha habido rumores sobre la llegada de tropas del ejército sirio, pero no hay nada seguro. Vivimos en un estado de inseguridad".

De momento, su iglesia permanece abierta, se celebran misas y no ha habido noticias de ataques directos contra objetivos relacionados con las comunidades cristianas. "Por ahora estamos tranquilos, pero no sabemos qué va a pasar. Es como si toda la ciudad estuviera en suspenso", añade el arzobispo.

El Padre Hugo Alaniz, del Instituto del Verbo Encarnado, confirmó a la Agencia Fides que casi toda la ciudad de Alepo está en manos de los rebeldes: "Esta mañana", informa el misionero de origen argentino, "salimos con monseñor Hanna [monseñor Hanna Jallouf, vicario apostólico de Alepo para los católicos de rito latino] y visitamos algunas de nuestras comunidades, y continuaremos nuestras rondas en las próximas horas. Por el momento, todo el mundo está bien, gracias a Dios".

En la zona adyacente a la residencia episcopal se encuentran las religiosas carmelitas y las hermanas de la Madre Teresa de Calcuta con los 60 ancianos que cuidan. Los jóvenes de la residencia universitaria y otras religiosas se han trasladado a otras partes de la ciudad. "Y todos", añade el Padre Hugo, “piden oraciones”.

Asianews recoge el testimonio del Padre Bahjat Karakach, párroco de la iglesia de San Francisco de Asís en Alepo: la escalada está relacionada con "el estancamiento político en el que se encuentra Siria desde hace varios años, cuando todos tenían claro que la situación no sería viable a largo plazo", afirma.

Y prosigue: "Nunca ha habido una solución real y definitiva, solo acuerdos frágiles que no podían durar a largo plazo, y ahora urge una intervención decisiva de la comunidad internacional. Los terribles acontecimientos del pasado han creado un clima de tensión y miedo en la comunidad cristiana", concluye.

Cabe señalar que las tropas gubernamentales y los rebeldes se enfrentaron durante más de cuatro años en Alepo -entre julio de 2012 y diciembre de 2016-, matando a más de 20,000 civiles y dejando la ciudad devastada. Si al principio de la guerra había 150,000 cristianos, hoy solo quedan 25,000.