Siria: un terremoto excesivo

El Padre Emad Daher, víctima del sismo en Alepo
Cientos de edificios se derrumbaron en segundos el 6 de febrero de 2023, en el norte de Siria, tras el doble terremoto de magnitud 7.8 que asoló el país y la vecina Turquía, el más poderoso registrado en la zona desde 1939. En una región ya devastada por la guerra civil, la minoría católica intenta sobrevivir, lejos de los focos de los proyectores occidentales orientados hacia la vecina Turquía.
"¡Eso es lo último que la gente necesitaba!" Jomah Al Qassim, un sirio que se ofreció como voluntario para ayudar a sus conciudadanos afectados por el terremoto, todavía está asombrado por lo que describe como una "acumulación de crisis".
Porque el terremoto golpeó a una Siria devastada por doce años de guerra civil. Los cortes de agua y electricidad provocados por el terremoto son habituales en el territorio. La infraestructura sanitaria quedó destruida en gran parte y la mayoría del personal sanitario huyó del país.
La mitad de la población siria ha tenido que huir de sus hogares, una proporción sin parangón en el mundo desde 1945, gran parte de la cual sobrevive en campamentos improvisados, infestados de cólera.
Los residentes temen ser dejados en el olvido, porque si bien más de 45 países se han ofrecido a ayudar a la vecina Turquía, que es el foco de toda la atención de los medios occidentales, Siria, aún bajo las sanciones internacionales decididas por Washington y sus satélites, hasta ahora solo ha recibido ayuda limitada: Rusia, la primera, acudió en ayuda de los damnificados enviando un primer contingente de 300 soldados a las zonas más afectadas.
Alepo, Homs, Latakia, Hama... ciudades desfiguradas por el terremoto, en las que viven muchos cristianos, algunos de los cuales ya han sido encontrados muertos entre los escombros: como el Padre Emad Daher, muerto durante el derrumbe de su edificio en Alepo. Monseñor Jean-Clement Jeanbart, arzobispo emérito melquita de Alepo, fue encontrado a tiempo y trasladado al hospital.
También hay informes de daños en varias iglesias: la dirigida por los clérigos franciscanos en Latakia y la catedral siríaca "ortodoxa" de San Jorge en Alepo.
"Aquí, en Alepo, el actual arzobispo melquita, Monseñor Georges Masri, fue extraído vivo de entre los escombros, pero su vicario todavía está bajo el edificio destruido y aún no lo hemos encontrado", declaró a Fides Monseñor Antoine Audo, obispo católico caldeo que ve en el terremoto "una nueva bomba terrible, mortífera y desconocida, que cae sobre nosotros".
"Todavía no tenemos toda la situación clara porque las líneas de comunicación se han visto muy afectadas. Los edificios siguen cayendo. Ya están dañados por la guerra y por eso cada vez que hay temblores, los edificios se derrumban", explicó Andrea Avveduto, portavoz de Pro Terra Sancta, una asociación de apoyo a los cristianos orientales.
Y agrega: "Muchas personas huyeron de sus hogares por temor a nuevas réplicas y se refugiaron en el convento franciscano de Alepo. Tienen miedo de volver a casa. Les proporcionamos alimentos y todo lo que necesitan. Ahora hace mucho frío, no tienen gas ni electricidad".
Porque el clima juega en contra de los rescatistas: el terremoto fue seguido por una tormenta de invierno que ha golpeado el norte de Siria durante varias horas, lo que ha complicado mucho los esfuerzos de los rescatistas.
Por no hablar de la situación política que también lo complica todo: si bien los combates han cesado desde hace tres años en el norte del país, el territorio está en parte bajo el control del ejército turco, en parte bajo el de los caudillos autoproclamados y yihadistas de Hayat Tahrir al-Cham, la antigua rama siria de Al Qaeda.
Fuentes: Aid to the Church in Need/Fides/OSV News – FSSPX.Actualités
Imagen: page Facebook Assyro-chaldéens, l’histoire continue