Suiza: congregación religiosa se queda sin Misa

Fuente: FSSPX Actualidad

Hermanas ursulinas en el Cantón de Valais

La falta de sacerdotes en Suiza, y en el resto de Europa, sigue mostrando sus terribles consecuencias: después de las parroquias, ahora son las comunidades religiosas las que se ven privadas de la Misa.

"En un futuro previsible, ya no tendremos la Misa todos los días", declaró una hermana ursulina de Brigue, en la región del Valais, a la agencia de noticias cath.ch.

Desafortunadamente, todavía no parecen estar listas para cuestionar el recorrido litúrgico de los últimos cincuenta años: desde el 2014, varias comunidades religiosas femeninas han preferido recurrir a los servicios de los "especialistas litúrgicos" que imparten clases para compensar las Misas diarias que ya no tienen.

Estas soluciones tan poco litúrgicas consisten en "experimentar otras formas de culto, como la celebración de la Palabra, para la cual no es necesaria la presencia de un sacerdote", explica Gunda Brüske.

Un experimento muy poco convincente, según admite la hermana Maria Niedermann, miembro de la dirección provincial de las Hermanas de Menzingen - no se alarme, no se trata de las Oblatas de la Casa General de la FSSPX, sino de las Hermanas de la Santa Cruz en Menzingen, una congregación fundada en el siglo XIX. La Hermana Maria señaló que estas celebraciones sin comunión "generan gran tensión entre las hermanas", especialmente entre las de mayor edad.

Sin embargo, Gunda Brüske se muestra inflexible: "El encuentro con Cristo también es posible a través de la escritura", explica. Después de todo, añade, la comunión frecuente se remonta únicamente al año 1905 luego de un decreto de San Pío X; es una práctica reciente que no es indispensable. 

¿Experiencia o Ceguera?

Para la Hermana Mattia Fähndrich, todo se resume a una cuestión de actitud. Esta teóloga a cargo de la formación de las hermanas Benedictinas explica que "el hecho de que durante siglos la Iglesia católica solía colocar la Palabra de Dios en segundo lugar ocasionó un cierto empobrecimiento" - la supuesta revaluación hecha por el Concilio Vaticano II no ha sido plenamente reconocida, ¡y las hermanas siguen dependiendo de la Misa y de la presencia de un sacerdote!

Detrás de esta lenta agonía se oculta una ceguera trágica. Una determinación a ignorar la realidad de un rito protestantizado que se ha vuelto terriblemente prolijo y que ha sido vaciado de la esencia de la Misa y de la acción litúrgica: el sacrificio redentor de Cristo. Nada puede remplazar al sacerdote. Es, precisamente, a través de la restauración del sacerdocio católico y de la Santa Misa que la Iglesia será renovada.

El Santo Cura de Ars entendía esto perfectamente: "Es el sacerdote quien continúa la obra de la Redención en la tierra."