Un déficit que revela otro

Fuente: FSSPX Actualidad

El 16 de marzo de 2013, durante un encuentro con representantes de la prensa internacional, el recién elegido Papa Francisco declaró: "¡Cómo me gustaría una Iglesia pobre para los pobres!" A juzgar por todas las drásticas medidas que está tomando, 12 años después, para intentar frenar el déficit estructural del Vaticano, se puede decir que su deseo se ha cumplido.

La Iglesia es tan pobre que el Sumo Pontífice se ve obligado a reducir los salarios, a hacer recortes presupuestarios, a prever la reforma del sistema de pensiones de los empleados del país más pequeño del mundo... Y se ve obligado a pedir a los Dicasterios romanos que busquen fondos externos, porque reconoce que el Vaticano ya no podrá financiarlos como antes.

Se puede ver cómo la idea de "la Iglesia pobre para los pobres" es generosa, pero falsa. La realidad —muy prosaica— es que cuando la Iglesia es pobre, ya no puede ayudar a nadie. Pero sobre todo esta crisis económica pone de manifiesto otra: la crisis doctrinal que atraviesa la Iglesia desde el Concilio Vaticano II.

Se puede considerar ingenuamente que las cuestiones teológicas planteadas por la libertad religiosa y el ecumenismo conciliares son sutilezas reservadas a los intelectuales. Pero cuando vemos al Papa pedir a sus diferentes servicios que intenten financiarse por sí mismos recurriendo a donantes externos, cuya ideología está en desacuerdo con la doctrina católica, comprendemos que no se trata de abstracciones bizantinas, sino de realidades concretas con efectos tangibles.

De hecho, tratar de frenar un déficit económico recurriendo a donaciones de fundaciones internacionales que se oponen a la doctrina de la Iglesia —especialmente en el ámbito de la bioética, con el pretexto de "proteger el planeta"— demuestra que se preocupan más por el cambio climático que por la rectitud teológica. Es centrarse en la contaminación de las aguas e ignorar la de las mentes.

El Papa recibió a Eric Schmidt (Google) el 15 de enero de 2016, a Tim Cook (Apple) una semana después, a Mark Zuckerberg (fundador de Facebook) el 29 de agosto de 2016, a Elon Musk (Tesla) en julio de 2022 y a Jeff Bezos (fundador de Amazon y director de The Washington Post) el 15 de agosto de 2024. ¿Acaso se imagina que estos líderes solo vienen con flores y chocolates? ¿O que se conforman con una selfie con Francisco?

El déficit económico tiene un coste, el déficit doctrinal también. Y para reducir el primero, existe la tentación de agravar el segundo, minimizando o silenciando las exigencias doctrinales y morales. Solo los ingenuos creerán que estos multimillonarios visitantes que desfilan en Santa Marta son filántropos desinteresados, altruistas que siguen religiosamente las enseñanzas de Jesús: "Hay más felicidad en dar que en recibir".

Al contrario de lo que afirmaba Vespasiano, el dinero huele. E incluso tiene un color ideológico. El drama de los progresistas es que son daltónicos.

Padre Alain Lorans