Una carta de apoyo a Mons. Schneider y Mons. Viganò por un debate sobre Vaticano II

El 9 de julio de 2020, 50 sacerdotes, académicos y periodistas enviaron una carta de apoyo a Monseñor Athanasius Schneider, obispo auxiliar de Astana en Kazajstán, y a Monseñor Carlo Maria Viganò, exnuncio apostólico en los Estados Unidos, para agradecerles por las recientes declaraciones en las que cada uno, a su manera, ha convocado a un verdadero debate sobre los errores y ambigüedades del Concilio Vaticano II.
Entre los signatarios se encuentran varias personalidades conocidas: Roberto de Mattei (Fondazione Lepanto), Matt Gaspers (Catholic Family News), Maria Guarini (Chiesa e postconcilio), Stéphane Mercier, Paolo Pasqualucci, Carlo Ragazzoni, Jeanne Smits, Marco Tosatti, Giovanni Turco, Aldo Maria Valli, John Henry Westen (LifeSiteNews), Christopher A. Ferrara (The Remnant), Maike Hickson (LifeSiteNews). Hasta la fecha, a estos signatarios se han sumado otros 1,100.
A continuación, presentamos algunos extractos importantes de esta carta de apoyo a los dos prelados, los pasajes en negritas son de la redacción:
"Nosotros, los abajo firmantes, deseamos expresarles nuestra sincera gratitud por su fortaleza y su celo por las almas durante este periodo de crisis de fe de la Iglesia Católica que estamos sufriendo. Sus declaraciones públicas, que reclaman una discusión honesta y abierta sobre el Concilio Vaticano II y sobre los cambios drásticos en las creencias y las prácticas católicas que le siguieron, han sido motivo de esperanza y de consuelo para muchos fieles católicos.
El acontecimiento del Concilio Vaticano II aparece ahora, más de cincuenta años después de su finalización, como algo único en la historia de la Iglesia. Nunca antes de nuestro tiempo, un concilio ecuménico ha venido seguido de un período tan prolongado de confusión, corrupción, pérdida de fe y humillación para la Iglesia de Cristo.
"Muchos, incluido el actual Santo Padre, parecen colocar el Concilio Vaticano II —y sus textos, actos e implementación— más allá del alcance del análisis crítico y el debate. Frente a las preocupaciones y objeciones planteadas por los católicos de buena voluntad, el Concilio ha sido presentado por algunos como si se tratara de un “superconcilio”, cuya mera invocación acaba con cualquier tipo de debate, en lugar de promoverlo. Vuestro llamamiento a desentrañar las raíces de la crisis actual de la Iglesia y a reclamar que se tomen medidas que corrijan cualquier posible desviación realizada en el Vaticano II y que ahora se pudiera estimar errónea, constituye un ejemplo en el cumplimiento del ministerio episcopal de transmitir la fe tal como ha sido recibida de la Iglesia. (...)
"La cuestión de si el Vaticano II se ajusta o no a la Tradición debe ser debatida: no postulada ciegamente como una premisa que deba ser aceptada, aunque resulte contraria a la razón. La continuidad del Vaticano II con la Tradición es una hipótesis que hay que probar y debatir: no un hecho incontrovertible. Durante demasiadas décadas, la Iglesia ha visto a muy pocos pastores permitir, y mucho menos alentar, tal debate".
Los signatarios retoman las cuestiones doctrinales planteadas por Monseñor Schneider y Monseñor Viganò, en sus respectivas declaraciones.
"También agradecemos su iniciativa de identificar algunos de los temas doctrinales más importantes que deben abordarse en semejante examen crítico; y agradecemos que nos hayan aportado el modelo para un debate franco, pero cortés, que pudiera albergar la posibilidad de debatir. De sus intervenciones recientes, hemos recopilado algunos ejemplos de los temas que han indicado que se deben abordar y, que si se encuentran erróneos, deberían corregirse. Esta compilación esperamos que sirva de base para una discusión y debate más detallados. No afirmamos que esta lista sea exhaustiva, perfecta o completa. (...)
Los temas se agrupan en cuatro categorías ilustradas, en el texto completo, con citas de los dos prelados:
- La libertad religiosa para todas las religiones considerada como un derecho natural que Dios quiere;
- La identificación de la Iglesia de Cristo con la Iglesia Católica, y el nuevo ecumenismo (la cuestión del "subsiste en", nota del editor);
- La primacía papal y la nueva colegialidad;
- El Concilio y sus textos son la causa de muchos escándalos y errores actuales.
En conclusión, los signatarios celebran el hecho de que las diferencias entre Monseñor Schneider y Monseñor Viganò no afectan de ninguna manera la ecuanimidad de su debate:
"Hemos tomado nota de las diferencias que han quedado de manifiesto entre las soluciones que cada uno de ustedes ha propuesto para hacer frente a la crisis promovida durante y después del Concilio Vaticano II. Por ejemplo, Monseñor Viganò ha argüido que sería mejor “olvidar” por completo el Concilio, mientras que Monseñor Schneider, en desacuerdo con él sobre este punto específico, propone corregir oficialmente solo aquellas partes de los documentos del Concilio que contengan errores o que resulten ambiguos. Su amable y respetuoso intercambio de opiniones debe servir de modelo para un debate más profundo que ustedes y nosotros deseamos. Con demasiada frecuencia, durante estos últimos cincuenta años, las discrepancias sobre el Vaticano II han sido combatidas meramente mediante descalificaciones ad hominem, en lugar de aportando argumentos con tranquilidad. Instamos a todos los que se unan a este debate a que sigan nuestro ejemplo".
Haciendo eco de esta carta, podemos citar el artículo del historiador Roberto de Mattei, publicado el 10 de julio en Correspondance Européenne: "Es necesario convencerse de que la hermenéutica de la continuidad ha fracasado, porque atravesamos una crisis en la que se deben evaluar los hechos, no sus interpretaciones. 'Lo inaceptable de tal actitud –señala Peter Kwaskniewski [en OnePeterFive del 29 de junio. Nota del editor]– lo demuestra, entre otras cosas, el insignificante éxito de los conservadores en lo que respecta a invertir reformas desastrosas, tendencias, actitudes e instituciones establecidas a raíz y en nombre del último Concilio con aprobación o tolerancia pontificia'".
Porque, como señala R. de Mattei: "El papa Francisco nunca ha teorizado sobre la hermenéutica de la 'discontinuidad', sino que ha querido llevar el Concilio a la práctica, y la única respuesta eficaz que puede superar esa praxis radica en la realidad concreta de los hechos teológicos, litúrgicos, canónicos y morales, no en un estéril debate hermenéutico [es decir, interpretativo]".
Esta observación es muy relevante: el debate en torno a Vaticano II es necesario, y comenzó desde el Concilio con la acción decidida de los obispos miembros del Cœtus internationalis Patrum, el grupo organizado que luchó por mantener la Tradición dentro del Concilio. Desde entonces ha continuado de varias formas. Es gratificante ver a los obispos participar hoy en este debate.
Pero es igualmente necesario luchar contra las reformas conciliares y posconciliares en la realidad de los hechos, para brindar a los fieles la posibilidad de una auténtica vida cristiana, fundada en los principios defendidos por la palabra y la escritura. La continuidad así garantizada es el tesoro más precioso que los servidores de la Iglesia pueden guardar para ella. Esta es la principal respuesta a la actual “discontinuidad”. Cabe esperar que esta nueva contribución al debate del Concilio se materialice así sobre la base de los hechos.
Fuentes: J. Smits/LifeSiteNews/Correspondance Européenne – DICI n° 399, août 2020