Una flagrante incoherencia en el Vaticano

Las murallas que protegen el Vaticano
El 10 de febrero de 2025, Francisco envió a los obispos de Estados Unidos una carta denunciando "el lanzamiento de un programa de deportaciones masivas" que "se está llevando a cabo en Estados Unidos" por parte del presidente Donald Trump. El Papa manifestó su "desacuerdo" e invitó a los católicos estadounidenses a hacer lo mismo, viviendo "en solidaridad y fraternidad".
El principal asesor de Donald Trump en materia de inmigración, Tom Homan, que es católico, señaló irónicamente: "¿El Papa quiere atacarnos porque aseguramos la seguridad de nuestras fronteras? Pero sí que hay un muro alrededor del Vaticano, ¿no?", recordando que desde el siglo IX el Vaticano cuenta con murallas que protegen la basílica de San Pedro de las incursiones extranjeras, un sistema de protección que se ha reforzado recientemente con medidas legislativas muy estrictas.
En efecto, el decreto n.º DCCX del 19 de diciembre de 2024 establece que "cualquier no residente que ingrese en el territorio del Estado de la Ciudad del Vaticano donde no se permite el libre acceso, sin tener el permiso prescrito expedido por el Governatorato, de conformidad con los artículos 9 y siguientes de la Ley de Ciudadanía, estará sujeto a una multa de 10,000 a 25,000 euros".
Se añade que "se impondrá una pena de uno a cuatro años de prisión y una multa de 10,000 a 25,000 euros a quien entre en el territorio del Estado de la Ciudad del Vaticano mediante violencia, amenaza o engaño".
Y, sin embargo, en la plaza de San Pedro, desde el 29 de septiembre de 2019, se alza una escultura de bronce, de tamaño natural, llamada Ángeles Sin Saberlo, en referencia al versículo: "No olviden la hospitalidad; algunos, practicándola, alojaron a ángeles sin saberlo" (Hb 13, 2).
Se trata de ciento cuarenta migrantes, uno al lado del otro, acurrucados en una balsa, y del centro de este grupo emergen las alas de un ángel... Un angelismo filantrópico que se contradice, de manera flagrante, con el juridicismo romano.
¿Cómo se concilian en el Vaticano la escultura, el decreto y la carta del Papa a los obispos estadounidenses? Da la impresión de que la recepción del prójimo es incondicional mediáticamente, siempre que este prójimo no esté demasiado cerca geográficamente. El Papa pide que se abran las fronteras de Estados Unidos, pero cierra las suyas a los ilegales.
También es contradictorio, mutatis mutandis, decir: "Con motivo del Año Santo, todos deben ser recibidos con los brazos abiertos, ¡todos! ¡todos!"
Todos, excepto los sacerdotes y fieles católicos apegados a la tradición bimilenaria. Se ha levantado un muro entre la Iglesia de siempre y la que se reivindica del Concilio Vaticano II. Traditionis custodes mantiene al margen a los defensores de la misa tridentina, declarada ilegal en la Roma de hoy.
Pero, un día que solo Dios conoce, se hará realidad el deseo de San Pablo: "No olviden la hospitalidad; algunos, practicándola, hospedaron a ángeles sin saberlo". Ese día, un Papa que Dios también conoce, recibirá con los brazos abiertos la tradición bimilenaria.
Padre Alain Lorans
Fuente: Dici n°454 – FSSPX.Actualités
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