Una ley de Arizona sobre los embriones enfurece a los defensores del aborto
El 1 de julio de 2018, entró en vigor en el estado de Arizona una ley sobre los embriones congelados; a partir de ahora, la custodia del embrión se otorgará a la parte que tenga la intención de permitir su nacimiento.
Actualmente, en Estados Unidos hay millones de embriones congelados, lo cual ocasiona inevitablemente un aumento en el número de conflictos sobre su preservación. Hasta ahora, los magistrados estadounidenses han fallado a favor de la persona que se niega a usar los embriones, en ocasiones ordenando su destrucción bajo el pretexto de que no se puede obligar a nadie a convertirse en padre o madre.
La nueva ley que entró en vigor el 1 de julio podría tener un impacto en el debate acerca del inicio de la vida humana, pues confirma la postura de muchos doctores que consideran que los embriones congelados no son simples masas de tejido sobre las cuales las personas tienen un derecho de propiedad, sino seres humanos con sus propios derechos.
Frente a esta situación, la ira de los círculos proelección no tiene límites, pues si un embrión congelado de un día tiene derecho a vivir, ¿qué hay entonces del embrión que crece pacíficamente en el vientre de su madre? Por lo tanto, esta nueva ley podría ocasionar que se cuestione el asesinato de los niños por nacer.
Algunos recordatorios
Un ser no es humano en razón de sus cualidades, capacidades o desempeño, sino, simplemente, a causa de su naturaleza. El embrión humano pertenece a la raza humana, a la familia de los hombres, de todos los hombres, al igual que cada uno de nosotros. Por tanto, es un ser humano.
Un embrión humano congelado que no tiene un "plan parental" se denomina embrión "supernumerario". ¿Acaso es posible decir que un hombre adulto excede el número señalado o establecido? ¿Existen los adultos supernumerarios?
Un embrión sin "plan parental" se convierte en un "objeto" que se puede eliminar, una cosa que se puede almacenar en un congelador; que puede destruirse, matando así a un bebé humano; que puede usarse en experimentos para investigaciones científicas, convirtiéndolo en material de laboratorio.
Para evitar hundirnos más profundamente en la barbarie y en el "racismo cromosómico" que se oculta detrás de otros nombres, se deben reconocer urgentemente los derechos exclusivos de Dios sobre todas las criaturas.
Fuentes: Infocatho / génèthique / Fondation Lejeune / FSSPX.News – 8/1/2018