Vladimir Putin en cruzada contra las ideologías

Fuente: FSSPX Actualidad

En una reciente intervención en el Club Valdai, que reunió a casi 300 participantes rusos y extranjeros del mundo académico, la política y los medios de comunicación, Vladimir Putin lanzó una acusación sin precedentes contra las ideologías progresistas transmitidas por un Occidente secularizado.

"Hay que tener cuidado de no llegar a donde los bolcheviques planearon llegar alguna vez: un paso más cerca y estarán allí". Lo menos que podemos decir es que el presidente de la Federación de Rusia no se anda con rodeos cuando se trata de denunciar el progresismo generalizado.

El 21 de octubre de 2021, en Sochi, Crimea, como todo un símbolo, se inauguraron las reuniones anuales del influyente Club Valdai, un foro de debate internacional que aborda el tema del lugar que ocupa Rusia en el mundo. Este año, el invitado de honor fue Vladimir Putin en persona.

En primer lugar, el líder del Kremlin atacó la cancel culture, o cultura de la cancelación de los valores tradicionales, que parece haber contaminado Occidente:

"Algunos, en los países occidentales, están seguros de que la eliminación y supresión de páginas enteras de su propia historia, la discriminación inversa de la mayoría por el bien de las minorías, o el abandono de nociones tan básicas como la madre, el padre, la familia o incluso las diferencias entre los géneros, constituyen, según ellos, los hitos del movimiento hacia una renovación social", dijo, en tono irónico. 

Antes de decir a los progresistas: "Es su derecho profesar esto, no es asunto nuestro, solo les pedimos que no se metan con nuestra casa". En esencia, el oso ruso, si se siente amenazado en su existencia y en su forma de vida, sabrá sacar sus garras.

El paralelo que Vladimir Putin traza entre el progresismo actual y el totalitarismo comunista es un poco más audaz:

"Después de la revolución de 1917, los bolcheviques, apoyándose en los dogmas de Marx y Engels, declararon que cambiarían las formas y costumbres existentes, y no solo las costumbres políticas y económicas, sino también la noción misma de moral humana y los fundamentos de una sociedad sana.

"La destrucción de los valores seculares, de la religión y de las relaciones entre las personas, hasta el rechazo total de la familia, todo esto alguna vez fue proclamado en nombre del progreso. (…) Es muy similar a lo que estamos presenciando hoy: la lucha por la igualdad y contra la discriminación transformada en un dogmatismo agresivo, que raya en lo absurdo cuando las obras de los grandes autores del pasado, como Shakespeare, ya no se enseñan en las escuelas o universidades, porque sus ideas se consideran un atraso.

"En Hollywood, se distribuyen memorandos sobre la narrativa apropiada y el número de personajes de distintos colores y géneros que deben protagonizar una película. Es aún peor que el departamento agitprop del Comité Central del Partido Comunista de la Unión Soviética", bromeó el director del ejecutivo ruso.

Sobre la ideología de género, Vladimir Putin fue aún más incisivo: "Se podría hablar de algunas cosas monstruosas, como cuando los niños aprenden desde pequeños que un niño puede convertirse en niña y viceversa. Los profesores en realidad les imponen una elección. Hacen esto mientras excluyen a los padres del proceso y obligan al niño a tomar decisiones que pueden cambiar su vida".

"Llamemos a las cosas por su nombre: todo esto raya en un crimen de lesa humanidad, y se hace bajo la bandera del progreso", señaló el presidente de la Federación de Rusia.

Vladimir Putin repite su credo a tiempo y a destiempo: para garantizar el bien de las sociedades, y especialmente de Rusia, se debe construir sobre una "tradición probada" e implementar un "conservadurismo optimista".

Un soplo de sentido común que preservará a Rusia de la desintegración que está socavando al antiguo Occidente.