Xi Jinping y Hong Kong

Fuente: FSSPX Actualidad

El Padre Gianni Criveller, del Pontificio Instituto para las Misiones Extranjeras (PIME), un renombrado sinólogo, proporciona una interesante reseña historia en el sitio de Asianews sobre la evolución de la situación en Hong Kong. Presentamos aquí un resumen.

Una visita 25 años después…

Xi Jinping visitó la antigua colonia británica para mostrar que la normalización se ha convertido en una prioridad máxima. El 1 de julio de 1997, el presidente Jiang Zemin y el príncipe Carlos sellaron la devolución de Hong Kong. El 1 de julio de este año, Xi Jinping, presidente de la República Popular China y secretario del Partido Comunista, puso fin a un mandato de 25 años.

El viaje de esta semana a Hong Kong es el primero de Xi Jinping fuera de China continental desde que comenzó la pandemia. Los líderes autoritarios, obsesionados con el miedo a enfermarse, evitan cuidadosamente las oportunidades que los exponen al contagio. Sin embargo, para Xi, la normalización de Hong Kong se ha convertido en una prioridad máxima y quiere demostrarlo.

El líder chino inaugurará oficialmente el mandato de John Lee, el nuevo jefe ejecutivo de la "zona administrativa especial" de Hong Kong, elegido el 8 de mayo por el 99% de los miembros del comité electoral... El hombre era policía hasta que se convirtió en jefe del departamento de seguridad en 2017. Fue bajo sus órdenes que la policía reprimió enérgicamente las protestas populares que comenzaron con la Marcha del Millón de Ciudadanos el 9 de junio de 2019.

Una promesa para 50 años

Cuando se firmó el tratado entre China y Gran Bretaña sobre el futuro de la colonia en 1984, Deng Xiaoping indicó que durante 50 años Hong Kong mantendría su forma de vida: "Los caballos seguirán corriendo, las acciones del banco seguirán pagando, y los bailarines seguirán bailando".

Con esta famosa frase, Deng Xiaoping quería tranquilizar a los habitantes de la ciudad y a la comunidad internacional sobre el futuro financiero, económico, social y político de Hong Kong. Deng lo dejó muy en claro al inventar la muy original fórmula "un país, dos sistemas". Y la excepción de Hong Kong duraría cincuenta años. Debía aplicarse a Macao y tranquilizar a Taiwán.

Muchos se preguntaron ¿por qué 50 años? La mejor explicación es que, según Deng, China, que estaba en la vía rápida de la modernización, necesitaba 50 años para llegar a ser similar a Hong Kong. No era pues volver similar Hong Kong a China, sino todo lo contrario, al menos en las intenciones de Deng Xiaoping, el segundo emperador comunista después de Mao Zedong.

Por lo tanto, es una gran decepción para el pueblo verse privado de esta promesa de libertad sin siquiera haber superado el hito de los 25 años. Hong Kong era una ciudad libre y cosmopolita. Ahora ya no existe. Mucha gente la ha dejado para siempre.

También se había producido un éxodo importante antes de 1997, con muchos ciudadanos desconfiando de las promesas de Beijing después de la masacre de la Plaza de Tiananmen. Pero también hubo señales positivas: el número de residentes internacionales aumentó drásticamente cuando la fórmula "un país, dos sistemas" pareció funcionar, hasta el punto de que algunos emigrantes regresaron.

Hoy, sin embargo, este no es el caso: los expatriados se van de una ciudad donde ya no se sienten cómodos ni seguros. Muchos ciudadanos chinos, incluso aquellos que no viven en la opulencia, ya se han ido de la ciudad o tienen la intención de irse. Es un éxodo triste.

Hace veinticinco años, Martin Lee habló desde el balcón del Parlamento y pronunció la famosa Declaración del Primero de Julio, que llamaba a la libertad y la democracia. Después de él, habló la abogada Margareth Ng. Ambos líderes demócratas fueron arrestados y condenados recientemente: Margaret Ng está en libertad bajo fianza; a Martin Lee se le "suspendió" la sentencia.

Monseñor Stephen Chow, obispo de Hong Kong, escribió recientemente que la vida de las personas y los creyentes en Hong Kong "se parece cada vez más a una existencia entre dos fuegos. Solíamos tener mucho espacio y libertad de expresión. Pero la luz de Dios está en todas las cosas, incluso en las grietas".

El arresto del cardenal Joseph Zen, obispo emérito de la diócesis y "conciencia de Hong Kong", fue un doloroso recordatorio de que se ha cruzado una línea invisible que se creía infranqueable.