Reseña de prensa: ¿Qué sucedió en el Sínodo sobre la Sinodalidad? (3)

Fuente: FSSPX Actualidad

La sala Pablo VI donde tuvo lugar buena parte del Sínodo

Del 4 al 29 de octubre de 2023, se celebró en Roma el Sínodo sobre la Sinodalidad. En realidad, se trató de la primera fase de un Sínodo que se reunirá de nuevo en octubre de 2024, y al que seguirá la exhortación postsinodal del Papa donde retomará lo que él decida del documento resumen que le entregarán los padres y madres sinodales – porque este Sínodo, por primera vez, fue abierto a mujeres, religiosas y laicos.

Al término de esta primera etapa, podemos sacar algunas conclusiones que, aunque provisionales, son reveladoras de la mentalidad que mueve a los organizadores del Sínodo.

Una praxis probada: la lenta erosión doctrinal

Jean-Marie Guénois recordó, en el artículo de Le Figaro ya citado, que las autoridades vaticanas declararon que no hay que "esperar demasiado de este texto de transición", ya que este Sínodo se prolongará durante dos años y las verdaderas decisiones se tomarán hasta finales de 2024 por el Papa únicamente, ya que un Sínodo es solo un órgano consultivo.

Esta lenitiva declaración no elimina de ninguna manera el hecho de que el Sínodo –incluso en su primera fase– implementó una praxis probada, ya utilizada en sínodos anteriores. El objetivo es no chocar frontalmente con la doctrina tradicional, sino erosionarla poco a poco, eludirla “pastoralmente”.

No se equivocó el relator general del sínodo, el cardenal Jean-Claude Hollerich s.j., arzobispo de Luxemburgo, quien declaró durante una conferencia de prensa el 28 de octubre, publicada en el Catholic World Report: “Esta libertad y esta apertura cambiarán la Iglesia, y estoy seguro de que la Iglesia encontrará respuestas, tal vez no la respuesta exacta que este o aquel grupo quiere, pero sí respuestas que harán que la mayoría de las personas se sientan bien y escuchadas".

Y añadió: "El proceso comienza, realmente comienza, al final del Sínodo. Por tanto, espero que el próximo año haya un documento que sea un documento real, en el que también se tengan en cuenta algunas cuestiones teológicas de la sinodalidad, etc. Pero incluso el documento final será solo una 'etapa' de una 'Iglesia en movimiento'. Y creo que eso es lo importante: estar en movimiento".

El prelado luxemburgués añadió, sin ocultar su satisfacción: "Tenía claro que ciertos temas suscitarían resistencias. Me sorprende mucho que tanta gente haya votado a favor del proyecto. Esto significa que la resistencia no fue tan grande como se pensaba anteriormente. Así que sí, estoy contento con este resultado. Resultados similares, en una votación parlamentaria, se considerarían muy positivos".

Y el cardenal Mario Grech, secretario general del Sínodo, añade, haciendo referencia a la expresión de un obispo que, durante este Sínodo, vio literalmente "derretirse el hielo" entre la gente: "Este es el enfoque de Jesús: crear espacios para todos a fin de que nadie se sienta excluido. Hoy hubo una alegría inmensa que pudieron comprobar con sus propios ojos". – Este derretimiento del hielo o más precisamente esta erosión de la doctrina tradicional se atribuye, como siempre, artificialmente a la acción de Jesucristo o del Espíritu Santo… Ni más, ni menos.

En La Nuova Bussola Quotidiana del 30 de octubre, Stefano Fontana ofrece un análisis particularmente lúcido de la praxis sinodal: “La lectura del informe final justifica las preocupaciones de quienes temían que la lógica de este Sínodo condujera a cambios radicales, no solo pastorales sino también doctrinales. ¿Se han producido estos cambios? […]

“Quienes, como nosotros, predijeron que esta sesión sinodal sería un proceso dentro del proceso, guiado para no cerrar el camino y preparar el terreno para madurar todo el conjunto, tenían razón. Esto no significa que se haya abandonado el proceso revolucionario, sino solo que se entiende como un proceso dialéctico, largo y articulado, que debe gestionarse pacientemente por etapas.

“Leyendo el informe final, vemos claramente que deja todas las puertas abiertas, no solo porque la tarea de esta fase de transición no era cerrarlas, sino porque hay nuevas adquisiciones sobre las que es necesario aumentar el "intercambio" tanto entre los participantes del Sínodo como fuera de él, y solo entonces se podrán cerrar ciertas puertas.

En cuanto al diaconado femenino, por ejemplo, el informe no dice que se pueda conceder ni que no se pueda conceder. Dice que “el derecho canónico debe adaptarse” para “asegurar que las mujeres puedan participar en los procesos de toma de decisiones y asumir roles de responsabilidad en el cuidado pastoral y los ministerios”.

“Luego afirma que es deseable una mayor creatividad en el establecimiento de ministerios, por ejemplo, se podría establecer el “ministerio de la Palabra de Dios” con la posibilidad de predicar también para las mujeres.

Luego pide una nueva reflexión sobre el diaconado "en sí mismo" y no solo como primera fase del sacerdocio, afirmando que "una reflexión más profunda a este respecto arrojará luz también sobre la cuestión del acceso de las mujeres al diaconado".

"Finalmente, solicita expresamente que 'continúen las investigaciones teológicas y pastorales sobre el acceso de las mujeres al diaconado'. Lo que no se dice prepara el terreno para que se pueda decir en el futuro, impulsando así la praxis para allanar el camino".

Sobre la constitución de la Iglesia, Stefano Fontana señala acertadamente: "La necesidad de examinar las implicaciones canónicas de los cambios propuestos – una necesidad subrayada repetidamente por el Informe – nos dice que la intención es dar a la Iglesia una nueva estructura y no solo sugerir una nueva actitud pastoral.

Un tema que el informe considera necesario profundizar es el estatuto teológico y canónico de las conferencias episcopales: 'Consideramos necesario profundizar en la naturaleza doctrinal y jurídica de las conferencias episcopales, reconociendo la posibilidad de una acción colegiada también sobre las cuestiones de doctrina que emergen en el ámbito local, reabriendo así la reflexión sobre el Motu proprio Apostolos suos”.

"El informe considera que la nueva sinodalidad debe promover formas de descentralización, así como organismos intermedios. También en este caso se está preparando el terreno para cambios estructurales fundamentales".

Stefano Fontana sugiere que la unanimidad lograda en la votación final se debe a la influencia de los "facilitadores" presentes en el Sínodo, según los viejos métodos de la dinámica de grupos: "Con su votación, los padres sinodales aprobaron por mayoría abrumadora todos los puntos del informe. Algunos se opusieron solo en áreas sensibles como el diaconado femenino.

Esto se explica recordando que los trabajos del Sínodo estuvieron “guiados” directa e indirectamente por el nombramiento de “facilitadores”, y que los textos que debían aprobarse prepararon efectivamente el terreno, pero no lo indicaban expresamente. Además, durante el debate sinodal no se hicieron comentarios críticos sobre la Iglesia conciliar y posconciliar, de modo que todos se sintieron seguros de que estaban en el camino correcto y en la continuidad de la tradición".

El periodista de La Nuova Bussola Quotidiana concluye: "El Sínodo sirvió para arrojar piedras al estanque, como lo ha expresado a menudo Francisco, para agitar las aguas, para aclarar las cosas, para agudizar los contrastes sin hacerlos estallar, y luego ejercer sobre ellos un poder de moderación y orientación. […]

“La nueva sinodalidad es un proceso dialéctico, el Sínodo sirve también para sacar a relucir tensiones y contradicciones, y para un pontífice hegeliano, es en esta praxis donde se debe trabajar para sacar a relucir una síntesis, aunque siempre esté abierta".

Continuará...