El sacramento de la confesión: la satisfacción por nuestros pecados

Fuente: FSSPX Actualidad

Para obtener el perdón de nuestros pecados, expiar nuestras faltas y reparar hasta cierto grado, también debemos ofrecer satisfacción, es decir, cumplir la penitencia impuesta por el confesor.

Esta penitencia, en virtud de los méritos infinitos de Jesucristo aplicados al alma penitente, tiene un poder especial para remitir el castigo temporal debido al pecado.

La satisfacción impuesta por el confesor sirve como remedio para la debilidad del pecador y protección para el futuro, también es útil como una compensación y castigo por los pecados pasados. Muestra el firme propósito del alma verdaderamente contrita que, después de confesar los pecados cometidos, tiene el deseo de enmendar su camino, de no volver a caer y de evitar todas las ocasiones de pecado utilizando los medios adecuados para practicar la virtud.

Estas son las tres partes o actos del penitente: contrición, confesión, satisfacción, los cuales manifiestan sus disposiciones y permiten que el sacerdote pueda perdonar sus pecados.