Los cristianos iraquíes sin celebraciones de Pascua

Fuente: FSSPX Actualidad

El Patriarcado católico caldeo canceló las solemnidades exteriores previstas durante el tiempo pascual para protestar contra la negativa del gobierno iraquí a conceder el reconocimiento institucional del Estado al cardenal Louis Raphaël Sako, líder de la Iglesia caldea. El alto prelado vive retirado desde hace varios meses en un monasterio kurdo en el norte del país.

La Pascua de 2024 no dejará un recuerdo inolvidable en la memoria de los católicos caldeos. El 25 de marzo, los miembros de esta Iglesia oriental, resultante del retorno a la unidad romana en el siglo XVI, se enteraron con asombro de que las solemnidades públicas previstas para celebrar la resurrección del Señor habían sido canceladas.

Una medida excepcional adoptada para marcar la “solidaridad” de la Iglesia caldea hacia su patriarca, privado por el presidente iraquí, Abdul Latif Rashid, del “reconocimiento institucional” que le confiere la calidad de “responsable de los bienes de la Iglesia". Una decisión que rompe con una tradición perpetuada desde el califato abasí en la Edad Media.

En Irak, la minoría cristiana está sumida en el caos. Debilitada por las tensiones intracomunitarias, amenazada desde el exterior, en particular por la influencia de los chiítas iraníes –sin mencionar el peligro de un yihadismo residual–, empobrecida por una lenta erosión de su poder institucional, desde 2023 ha perdido el único punto de referencia que tenía en Bagdad: su patriarca, que se exilió voluntariamente en el norte del país.

Uno de los problemas en los que cristaliza el conflicto entre el poder político y la Iglesia caldea reside en la personalidad de Rayan al-Kildani: el líder de las Brigadas de Babilonia, un movimiento cristiano proiraní, acusa al cardenal Sako de dividir a los cristianos por involucrarse demasiado en la arena política a riesgo de poner en peligro la seguridad de los cristianos iraquíes.

El patriarca caldeo, por su parte, denuncia el “juego político” de al-Kildani, que estaría en contubernio con el presidente con el objetivo de apoderarse de los bienes de la Iglesia e instalar a los miembros de su clan en puestos clave: en su comunicado de prensa del 25 de marzo de 2024, el patriarcado hace una alusión apenas velada al líder de las Brigadas de Babilonia, subrayando que el cardenal Sako “no formó una milicia proscrita ni incitó a luchas sectarias”.

De visita en Francia unas semanas antes de la Pascua de 2024, el líder de la Iglesia caldea intentó sensibilizar a la opinión occidental sobre la causa de los cristianos de Irak: “Somos una minoría étnica y religiosa. Ya no tenemos derechos. Nos hemos convertido en ciudadanos de segunda o tercera categoría, a pesar de que esta tierra de Irak era una tierra cristiana. Yo era el objetivo (de las autoridades) y después de mí, otros once obispos fueron destituidos”, declaró a los medios franceses.

Falta de apoyo de Roma

Otro motivo de decepción para el alto prelado iraquí reside también en la actitud de la Santa Sede hacia él, que no realizó ninguna observación sobre el exilio voluntario del cardenal en Kurdistán, ni mostró públicamente su apoyo. Lo peor para el patriarca: el 6 de septiembre de 2023, el soberano pontífice incluso recibió brevemente en audiencia a Rayan al-Kidani.

Una fuente cercana a la Secretaría de Estado dijo a los periodistas que el encuentro había sido organizado "fuera de los canales diplomáticos ordinarios" y que no estaba claro si el Santo Padre estaba bien consciente del contexto iraquí.

Una manera de poner de relieve una vez más la atmósfera de amateurismo y desenvoltura que se cierne sobre Santa Marta, que no contribuye a mejorar la imagen de la diplomacia papal. Y que tampoco es probable que remedie el pesimismo de los cristianos de la llanura de Nínive.