Se adelanta la primavera entre China y el Vaticano

Fuente: FSSPX Actualidad

Consagración episcopal de monseñor Peter Wu Yishun, el 31 de enero de 2024

En menos de una semana, se han llevado a cabo en China varias consagraciones episcopales de común acuerdo entre la Santa Sede y Beijing. ¿Augura esto una mejoría de las relaciones China-Vaticano unos meses antes de la renovación del acuerdo provisional firmado entre los dos países en 2018, o se trata de un movimiento de una naturaleza más profunda?

"Cuando el amor te sonríe". Este juego de palabras utilizado con motivo del compromiso alcanzado al final de un conflicto fronterizo que enfrentó brevemente a la Unión Soviética y China a lo largo de los ríos Amur y Ussuri, en 1969, ilustra la actualidad de las relaciones entre la Iglesia católica y China.

El lunes 29 de enero de 2024, la Santa Sede anunció la creación de la nueva diócesis de Weifang y la consagración episcopal de su primer obispo, monseñor Anthony Sun Venjun. Unos días antes, el 25 de enero, fiesta de la conversión de San Pablo, monseñor Taddeus Wang Yuesheng fue consagrado obispo de Zhengzhou, distrito eclesiástico de la provincia de Henan.

Unos días más tarde, el 31 de enero, también fue consagrado otro obispo, monseñor Peter Wu Yishun. Todos estos nombramientos son realizados en el marco del acuerdo provisional firmado entre Roma y Beijing en 2018.

Los más optimistas lo ven como un relanzamiento de un proceso diplomático que parecía estancado desde hace varios meses: la creación de la diócesis de Weifang y la instalación de monseñor Sun Venjun habrían sido ratificadas por el soberano pontífice en abril de 2023, cuando el Vaticano tuvo conocimiento del nombramiento unilateral de monseñor Joseph Shen Bin a la sede episcopal de Shanghai.

Además, durante las pasadas celebraciones de Navidad, el obispo de Wehzhou, monseñor Peter Shao Zhumin, fue detenido por las autoridades por impugnar públicamente una reorganización de su circunscripción eclesiástica decidida sin su consentimiento. Pero el clima parece haberse calentado repentinamente durante el mes de enero.

Los motivos ocultos de los mandarines rojos detrás de estas consagraciones

Un miembro del clero chino proporcionó una explicación al medio de noticias religiosas The Pillar, que le garantizó el anonimato por obvias razones de seguridad.

Según este "religioso de alto rango", la creación, decidida conjuntamente por Roma y Beijing, de la diócesis de Zhengzhou y las demás reorganizaciones territoriales responden a cuestiones políticas internas: "El objetivo es desmantelar las diócesis donde la tasa de adhesión a la Asociación Patriótica Católica China (APCC) es más débil".

Recordemos que, tras el acuerdo provisional firmado con el Vaticano, los mandarines rojos decretaron que todos los miembros del clero deben ser en adelante miembros de la APCC, una emanación directa del Partido Comunista Chino (PCCh) que pretende controlar la Iglesia.

Y la fuente religiosa añade que hay otra razón para explicar las reestructuraciones actuales: "Las fronteras actuales de las diócesis todavía corresponden a la China anterior a la revolución maoísta: sin embargo, las autoridades piensan que deberían coincidir más bien con los distritos civiles actuales, como Napoleón hizo en Francia para el mapa de los distritos eclesiásticos".

En términos generales, la idea de que una institución privada, incluso extranjera, goce de autonomía es completamente ajena a la ideología del PCCh: “incluso las empresas privadas tienen en China un administrador que es en realidad un representante del Partido”, concluyó el religioso chino.

Por último, hay que tener en cuenta que a China siempre le ha gustado el calor y el frío en sus relaciones diplomáticas: si las decisiones unilaterales de Beijing y los silencios chinos de los últimos meses pueden haber causado preocupación en Roma, los avances de los últimos días tal vez sean la señal de una nueva serie de anuncios que permitirán volver a encarrilar el acuerdo sino-vaticano, antes de una posible prórroga en septiembre de 2024.

Y esto mientras la sinización sigue avanzando rápidamente, dejando a sacerdotes y fieles en el mayor desorden.