Sínodo sobre la Sinodalidad: manual de instrucciones para un maratón

A partir del 4 de octubre, iniciará el camino sinodal en el Vaticano, con un objetivo: lograr la adopción de un texto final sobre el futuro de la Iglesia por los 365 miembros, incluido el Papa, que tienen derecho a voto. Entre los aproximadamente cien participantes que no pueden votar se encuentran "delegados fraternos" de otras denominaciones cristianas, así como "expertos" y "facilitadores".

Los expertos tienen la función de cooperar con los secretarios especiales según sus competencias. Entre ellos, se designan facilitadores: su tarea es hacer más fluidos los intercambios en los diferentes grupos de trabajo. Baste decir que tienen un papel clave y que no fueron elegidos al azar, sino para influir en la orientación de los debates y las decisiones.

Porque la mayor parte del trabajo que espera a los miembros del Sínodo se desarrollará durante los intercambios en grupos de diez personas, los "círculos menores", repartidos por la Sala Pablo VI: compartirán el estudio del Instrumentum Laboris (IL). Una distribución que debería evitar cualquier polarización de los debates, para llegar a un consenso en concordancia con el Papa. 

Cada mañana, a las 8:45, los miembros se reunirán en la sala de audiencia general, en cuya entrada podrán leer y consultar el Avvenire –diario de la Conferencia Episcopal de Italia– así como el Osservatore Romano.

Luego de un cuarto de hora de oración, comenzará el trabajo, que se alternará entre congregaciones generales donde se presentarán por partes las orientaciones del IL, y sesiones de círculos menores donde los participantes compartirán puntos particulares de los cuales harán un resumen que será presentado por un relator durante la congregación general del día siguiente.

Cada miembro dispone de más de una tableta digital en la que puede descargar, leer y votar los documentos propuestos "para evitar el desperdicio de papel", indicó el Vaticano. Laudato Si' está presente en el Sínodo...

El trabajo finalizará cada tarde a las 19:15 con una oración. Desde el sábado por la tarde hasta el lunes por la mañana, los miembros del Sínodo tendrán tiempo libre.

Al final de cada síntesis, se elaborarán "modi" –o decisiones prácticas– en los círculos menores que se utilizarán en la redacción del texto final el cual deberá ser aprobado al término de la vigésima primera congregación general prevista para la tarde del 28 de octubre.

La mayoría de los miembros están investidos de la dignidad episcopal: tienen "un ministerio fundador", explica el cardenal Mario Grech, secretario general del sínodo; es decir, las tres cuartas partes de los miembros son cardenales, obispos, patriarcas o arzobispos mayores. Un poco más del 10% son laicos.

Podrán votar siete miembros de la representación francesa: el cardenal Jean-Marc Aveline, elegido por el Papa, monseñor Alexandre Joly (Troyes), monseñor Jean-Marc Eychenne (Grenoble), monseñor Matthieu Rougé (Nanterre) y monseñor Benoît Bertrand (Mendé); también podrán ejercer este derecho Anne Ferrand, laica consagrada, y la Hermana Nathalie Becquart, subsecretaria del sínodo.

Pero atención, la misa papal de clausura del 29 de octubre no significará el fin del sínodo, ni mucho menos: para "prolongar el discernimiento", el Papa Francisco anunció que se celebraría una segunda sesión romana en octubre de 2024, marcando el final del evento.

Las conclusiones del enfoque sinodal serán finalmente objeto de una exhortación apostólica postsinodal del Papa Francisco. ¿Esta última ya ha sido escrita con antelación, como en el caso de Amoris laetitia, según reveló monseñor Bruno Forte, secretario especial de los dos Sínodos sobre la Familia? Es posible pensar que sí...