La integridad de Monseñor Marcel Lefebvre
En este artículo, el Padre Paul Robinson demostrará si Monseñor Lefebvre cambió su política sobre las relaciones con Roma luego de las consagraciones de 1988.
Monseñor Marcel Lefebvre fue bien conocido durante toda su vida por ser un hombre de gran integridad. Era inquebrantable en sus principios, honesto en todos sus asuntos y relaciones, y caritativo a más no poder. Entre las nociones básicas que le servían de guía estaban los conceptos católicos de autoridad y obediencia, los cuales dirigieron la heroica prudencia de Monseñor en las muchas decisiones difíciles que tuvo que tomar en sus tratos con Roma.
Sin embargo, hay quienes parecen negar que Monseñor fue un hombre de una integridad bien fundamentada en lo relacionado con sus nociones sobre la Iglesia y sus relaciones con las autoridades romanas. Hay incluso quienes lo acusan de haber sostenido principios contradictorios, mientras que otros lo acusan de haber cambiado sus principios tras las consagraciones episcopales.
Este artículo intentará defender su buen nombre, analizando la postura de Monseñor Lefebvre y demostrando que jamás la cambió. Primero, examinaremos el concepto de autoridad que tenía Monseñor, y cómo influyó en su actitud hacia las autoridades romanas. Posteriormente, demostraremos que las consagraciones no cambiaron en lo absoluto los principios de Monseñor ni la forma en que los aplicaba.
Los principios de Monseñor Lefebvre sobre la autoridad
La mejor forma de analizar los principios de Monseñor Lefebvre relacionados con la autoridad es comparando tres posturas distintas respecto a la autoridad de la jerarquía postconciliar, en la que la gran mayoría de hombres de iglesia han sido infectados con el Modernismo en mayor o menor grado. Estas tres posturas son las siguientes:
- Una jerarquía Modernista no tiene autoridad alguna.
- Una jerarquía Modernista tiene autoridad ilimitada.
- Una jerarquía Modernista ejerce su autoridad legítimamente cuando ordena según la fe, pero no la ejerce legítimamente cuando ordena en contra de la fe.
La primera postura juzga a la autoridad a partir de las personas. Si la persona hace un mal uso de su autoridad o la emplea de forma caprichosa en lo relacionado con la teología, pierde su cargo. Este es un modelo protestante de juzgar a la autoridad, y el ala sedevacantista se inclina hacia este concepto de autoridad.
La segunda postura juzga a la autoridad únicamente a partir de su cargo. Si la persona tiene un cierto cargo, entonces se debe hacer absolutamente todo lo que ésta diga. Los católicos neo-conservadores se inclinan hacia esta dirección, pues afirman que el Papa debe ser seguido ciegamente, a menos que ordene algo evidentemente pecaminoso, por ejemplo, la perpetración de un homicidio.
La tercera postura corresponde al concepto católico de autoridad y fue la única mantenida por Monseñor Lefebvre, quien juzgaba a la autoridad según la persona y el cargo. Quienes ejercen algún cargo, reciben su autoridad directamente de Dios y continúan ejerciendo dicho cargo legítimamente, incluso cuando abusan de su autoridad. Sin embargo, debe hacerse una distinción en la forma en que las autoridades hacen uso de sus cargos. Si el que ordena exige algo que es moralmente lícito, entonces debe ser obedecido; no obstante, si ordena algo que va contra Dios, está actuando fuera de su autoridad y, por tanto, debe ser desobedecido. Ésta es la postura católica sobre la obediencia que aplica para todas las situaciones.
Por consiguiente, la conformidad o disconformidad de una orden respecto a las leyes de Dios es lo que dicta la obligación de obedecer o desobedecer a la autoridad comandante. Cuando los subordinados se ven enfrentados a un caso evidente en donde aquellos que ejercen la autoridad ordenan algo ofensivo contra Dios, tienen la obligación de desobedecer; en caso contrario, deben obedecer.
Referencias al principio
Monseñor Lefebvre aplicó el concepto católico de obediencia durante toda su vida. Esto fue especialmente cierto en todo lo relacionado con la autoridad de la Iglesia. Proporcionaremos dos ejemplos: uno en donde Monseñor obedeció a la autoridad al no existir ningún abuso, y otro en donde desobedeció a la autoridad a causa de algún abuso.
En el primer ejemplo, Monseñor trataba de solucionar una crisis en el Distrito de Estados Unidos. Algunos de sus sacerdotes, entre ellos el rector del seminario, el Padre Donald Sanborn, se negaban a utilizar el misal de 1962. Después de todo, decían, fue promulgado por un Papa Modernista, Juan XXIII. Este es un caso clásico en donde se considera a la persona que ejerce la autoridad (el Papa Juan XXIII), sin considerar si está ejerciendo su autoridad bien o mal.
La respuesta de Monseñor Lefebvre fue: no. No hay nada en el misal de 1962 que represente un peligro para la fe. Por tanto, la FSSPX no tiene ninguna justificación para rechazarlo. Al tomar esta decisión sólo estaba aplicando el principio de la Iglesia, como explicó a sus seminaristas en ese entonces:
El principio de la Iglesia es el principio de Santo Tomás de Aquino... Y, ¿qué dice Santo Tomás de Aquino sobre la autoridad en la Iglesia? ¿Cuándo podemos rechazar algo proveniente de la autoridad de la Iglesia? Únicamente cuando se cuestiona la fe. Sólo en este caso. En ningún otro caso fuera de éste. Sólo cuando se cuestiona la fe.[1]
El segundo ejemplo se refiere a la desobediencia a una autoridad mal ejercida. Monseñor expresó el principio sobre esta cuestión en 1978:
La obediencia presupone una autoridad que da una orden o dicta una ley. Las autoridades humanas, incluso aquellas instituidas por Dios, no tienen otra autoridad más que la de alcanzar el fin asignado a ellas por Dios y no alejarse de él. Cuando una autoridad ejerce su poder en oposición a la ley por la cual se le otorgó este poder, dicha autoridad no tiene derecho a ser obedecida, y se tiene la obligación de desobedecerla.
Diez años después, Monseñor volvió a citar el mismo principio para explicar por qué seguía adelante con las consagraciones de los cuatro obispos en contra de las autoridades romanas. [2] Roma no permitía que la FSSPX permaneciera sin cambios, pero era necesario que continuara exactamente igual para conservar la fe. Por tanto, la consagración de los cuatro obispos fue una "Operación Supervivencia", un paso drástico necesario para mantener la fe. Por consiguiente, fue una acción justificada, aunque fuera contraria a la voluntad de las autoridades romanas. [3]
Aplicación de la crisis
Regresemos por un momento a las tres posturas sobre la autoridad enunciadas anteriormente, para ver cómo se aplican a la decisión prudencial de si se está o no bajo la autoridad de una jerarquía Modernista:
- Sedevacantistas: Los Modernistas no tienen autoridad → no se debe obedecer a las autoridades de Roma bajo ninguna circunstancia, hasta que regresen a la Tradición.
- Neo-conservadores: Los Modernistas tienen autoridad absoluta → se debe obedecer a quien ejerza la autoridad, sin importar lo que dicha autoridad ordene.
- Monseñor Lefebvre: Los Modernistas ejercen legítimamente la autoridad cuando ordenan en conformidad con la fe → hay que someterse a la autoridad de Roma siempre y cuando exista plena seguridad de que se podrá conservar intacta la fe católica. El fundamento de esta seguridad, en el caso de la FSSPX, sería la exención de la influencia Modernista, mediante la concesión de una entidad separada, por ejemplo, una prelatura personal. Si se le concediera un reconocimiento canónico a la FSSPX "tal cual es", ésta podría permanecer sin cambio alguno y, al mismo tiempo, estar bajo la autoridad de Roma, pudiendo así conservar la fe.
Debe dejarse bien en claro que la postura de Monseñor Lefebvre era totalmente consistente con el concepto católico de autoridad. Igualmente, cabe señalar que sus decisiones prudenciales respecto a la regularización de la FSSPX bajo una jerarquía Modernista fueron simplemente una aplicación de ese concepto. Por tanto, fue un hombre íntegro tanto en sus principios como en su aplicación.
Pasemos ahora a las objeciones contra su postura. Primero está la objeción que argumenta que los principios de Monseñor eran incoherentes, y después la que afirma que cambió dichos principios luego de las consagraciones.
La objeción de los principios inconsistentes
En 1994, once años después de haber sido expulsado de la Fraternidad Sacerdotal San Pío X, el obispo sedevacantista Donald Sanborn escribió un artículo titulado "Las Montañas de Gelboe".[4] En él, el autor afirma que Monseñor Lefebvre no fue un hombre de principios inquebrantables. Si su argumento fuera puesto en forma de silogismo, quedaría de la siguiente forma:
Premisa mayor: Sólo existen dos posturas posibles en este tiempo de crisis para un hombre de principios inquebrantables:
- radical: rechaza la autoridad de la Iglesia post-Vaticano II y conserva la fe.
- moderado: acepta la autoridad de la Iglesia post-Vaticano II y pone en peligro la fe.[5]
Premisa menor: Monseñor Lefebvre quería aceptar y estar bajo la autoridad de la Iglesia post-Vaticano II (moderado), y quería también conservar la fe tradicional (radical).
Conclusión: Por tanto, no era un hombre de principios inquebrantables: "Es evidente... que existían dos lados opuestos en Monseñor Lefebvre, capaces de dictar su propio plan de acción y su teoría particular y contradictoria."[6] Como hombre de fe, Monseñor pertenecía al radicalismo; como hombre de Iglesia, era un diplomático, por tanto, pertenecía a la línea moderada. Como hombre de principios, no pertenecía a ninguno. En consecuencia, no era un hombre de principios.
Por consiguiente, lo que la FSSPX debería haber hecho en su Capítulo General de 1994 es lo siguiente:
- reconocer que su fundador era endeble en sus principios, pero que en el fondo era sedevacantista.
- rechazar la falsa eclesiología de Monseñor Lefebvre que reconocía la autoridad del Papa, y aceptar la verdadera eclesiología radical.[7]
- denunciar a la jerarquía Conciliar como herejes.
- abandonar todos los intentos de regularización.
Refutación
Al parecer, Monseñor Sanborn no comprendía los principios superiores bajo los que operaba Monseñor Lefebvre, y por tanto propone un dilema falso.[8] Para él, se debe aceptar o rechazar la autoridad completamente si se quiere tener principios consistentes. Lo que no comprende es que existe un tercer caso en el cual es posible ser consistente: aceptando la autoridad en un sentido, y rechazándola en otro.
Es cierto que resulta contradictorio afirmar que la autoridad debe ser obedecida y desobedecida. Pero lo que Monseñor Lefebvre afirmaba es que las autoridades postconciliares deben ser obedecidas en un sentido - en aquello que no represente un peligro inmediato para le fe - y desobedecidas en otro - en aquello que represente un peligro inmediato para la fe. En este tipo de obediencia no existe ninguna contradicción, sino que es la definición por excelencia de la obediencia virtuosa católica.
Cuando entendemos que Monseñor obedecía al Papa como Papa pero no como a Dios, el falso dilema de radicales y moderados, que intenta dividir la visión única de Monseñor Lefebvre en dos personalidades contrapuestas, se evapora por sí mismo.
Estrategia lógica
Algo levemente tangencial al tema de este artículo, y sin embargo importante de señalar, es el hecho de que las conclusiones de Monseñor Sanborn sobre Monseñor Lefebvre sí se desprenden de sus premisas. Si aceptáramos su premisa de que Monseñor Lefebvre tenía una eclesiología contradictoria, lo lógico sería que nos alejáramos completamente de él. Si de algo se trata el catolicismo tradicional, es de adherirse firmemente a las verdades inmutables de la fe, a aquello que ha sido creído desde siempre, en todas partes y por todos. Pero si Monseñor no era firme en sus principios sobre la Iglesia y su autoridad - si afirmaba que la autoridad de la Iglesia debía ser aceptada y rechazada, en un mismo sentido - entonces definitivamente estaba - al menos en esta área - más cerca del modernismo que del tradicionalismo.
Por otra parte, es un hecho bien sabido que su romanidad era una de las principales características de Monseñor. Recibió su formación en el Seminario Francés de Roma, sirvió fiel y celosamente a la autoridad directa de Roma como Delegado Apostólico en África, profesaba constantemente a los miembros de su fraternidad sacerdotal su apego a Roma y a la Iglesia. Por tanto, cuando Monseñor Sanborn ataca la postura de Monseñor Lefebvre hacia la jerarquía Conciliar, está atacando uno de los aspectos más cercanos a la misma identidad sacerdotal de Monseñor Lefebvre, quien si hubiera estado equivocado en tal cuestión, en algo tan extremadamente importante para él, sería lógico concluir que también estaba equivocado en su espíritu y en su forma de analizar la crisis de la Iglesia.
Por tanto, la estrategia de Monseñor Sanborn es coherente:
- Demostrar que Monseñor Lefebvre era un hombre de principios endebles y titubeantes en eclesiología.
- Afirmar que, por este motivo, Monseñor Lefebvre no debería ser seguido en tales principios y, en realidad, en ningún otro principio.
- Concluir que la postura de Monseñor Lefebvre debería ser rechazada en favor de la llamada postura radical, la cual lógicamente conduce al sedevacantismo.
Quien acepta el primer punto debe, por lógica, aceptar los que le siguen. Ya hemos demostrado que el primer punto es falso. Por tanto, no es necesario refutar el segundo y tercer punto.
Sin embargo, hay quienes aceptan el primer punto sin aceptar el segundo ni el tercero, y presentan la segunda objeción contra la integridad de Monseñor Lefebvre al afirmar que cambió sus principios en 1988. Se trata de los miembros de un conglomerado poco definido, perteneciente a la línea radical, y que se autodenomina "La Resistencia".
La objeción de los principios cambiantes
Los miembros de la Resistencia dividen a Monseñor Lefebvre en dos entidades, Monseñor Lefebvre pre-consagraciones y Monseñor post-consagraciones, sin darse cuenta de que, al hacer esto, destruyen su integridad.
Monseñor Lefebvre pre-consagraciones deseaba autonomía para la FSSPX bajo la autoridad de Roma; el derecho a intentar el "experimento de la Tradición" mediante un reconocimiento canónico en donde se le permitiera a la FSSPX permanecer "tal cual es". Este primer Monseñor Lefebvre es el mismo identificado por Monseñor Sanborn, el mitad radical y mitad moderado que busca el reconocimiento de una jerarquía a la cual se opone en muchos aspectos.
Según los miembros de la Resistencia, el segundo Monseñor Lefebvre comprendió, al momento de las consagraciones, que el primer Monseñor Lefebvre estaba equivocado - no sólo en la cuestión del discernimiento prudencial, sino en los mismos principios que dirigían sus relaciones con la Roma Modernista. Al reconocer su error, Monseñor rechazó los principios falsos bajo los que había operado durante toda su carrera eclesiástica y adoptó la eclesiología radical: no se puede estar bajo la autoridad de los modernistas, y por tanto, no se puede aceptar un reconocimiento canónico hasta que Roma regrese a la Tradición. Este segundo Monseñor, según argumentan los miembros de la Resistencia, mantuvo firmemente su nueva eclesiología durante los últimos dos años y medio de su vida, y quería que su congregación sacerdotal siguiera esa misma eclesiología en todas sus futuras relaciones con Roma.
Por consiguiente, la Resistencia está de acuerdo con el primer punto de Monseñor Sanborn anteriormente mencionado : Monseñor Lefebvre fue un hombre de principios endebles en eclesiología. Sin embargo, a partir de ese punto se separan de Monseñor Sanborn, separándose al mismo tiempo de la lógica. Lo que no parecen comprender es que si su Monseñor Lefebvre es el verdadero, entonces:
- No es un punto de referencia confiable para los católicos tradicionalistas, o incluso para su propia FSSPX.
- Deberían, al menos en principio, adherirse al sedevacantismo, pues la eclesiología radical es idéntica a la eclesiología sedevacantista. Ambas eclesiologías afirman que un reconocimiento canónico bajo la jerarquía Modernista es una cuestión de principio, en vez de una cuestión de prudencia y, por tanto, ambas afirman, explícita o implícitamente que una jerarquía Modernista no posee autoridad real.
En resumen, la Resistencia destruye la credibilidad de Monseñor Lefebvre al afirmar que cambió fundamentalmente su perspectiva sobre la Iglesia, y luego pide a todos respetar y seguir su caricatura del gran hombre de Iglesia. Al aceptar la eclesiología radical, socavan el principio de toda autoridad, porque socavan su fundamento mismo. De ser un cargo otorgado por Dios que se conserva sin importar la forma en que sea ejercido, la autoridad se convierte en una cualidad personal que se pierde cuando los subordinados juzgan que la persona la ha perdido. Al emitir esta noción subjetiva de autoridad sobre la autopsia de Monseñor Lefebvre, socavan todos los puntos fijos y establecidos para los católicos tradicionalistas que lo siguen. El fruto de esta estrategia es demasiado evidente: un caos total y absoluto.
Por lo menos Monseñor Sanborn reconoció que las consagraciones no ocasionaron que Monseñor Lefebvre cambiara su eclesiología del reconocimiento canónico de la FSSPX "tal cual es":
Poco tiempo después de las consagraciones de 1988, Monseñor Lefebvre declaró que las negociaciones continuarían, y que tal vez en cinco años, todo se resolvería.[9]
En realidad, Monseñor Lefebvre no cambió su postura; el doble Monseñor Lefebvre de la Resistencia es un mito. A lo largo de toda su carrera eclesiástica, Monseñor Lefebvre mantuvo el concepto católico de autoridad en general, y el concepto católico de la autoridad de la Iglesia en particular. Igualmente, desde 1975 hasta el momento de su muerte, siempre se apegó al mismo criterio prudencial para el reconocimiento canónico, en donde la FSSPX debía ser aceptada "tal cual es". Era un hombre de principios, tanto en su juicio práctico como especulativo. Como tal, fue y sigue siendo un punto de referencia confiable para los católicos tradicionalistas y para la fraternidad sacerdotal fundada por él.
Entonces, ¿por qué la Resistencia afirma que Monseñor Lefebvre cambió?
Descontextualización
La principal estrategia usada por la Resistencia para tratar de convencer a los demás de la supuesta doble persona de Monseñor Lefebvre es la descontextualización de las citas, es decir, analizar las palabras o escritos de una persona aislándolos completamente de su contexto, para poder proyectar la propia postura sobre esa persona.
Podemos ver un ejemplo de esta práctica en el movimiento Feeneyita, el cual intenta demostrar que la Iglesia enseña que únicamente por medio del bautismo de agua podemos entrar al cielo, y que los bautismos de sangre y deseo no son válidos. No existe ninguna declaración del Magisterio que diga "quien crea que el bautismo de sangre es eficaz para la salvación eterna, sea anatema."
Para defender su punto, los Feeneyitas reúnen una impresionante cantidad de citas de los Padres de la Iglesia y de los Concilios, las cuales, al ser descontextualizadas, parecen favorecer su postura. Por ejemplo, citan la siguiente declaración del Papa Eugenio IV:
Nadie, sin importar cuantas limosnas haya dado, ni siquiera si hubiere derramado su sangre por Cristo, puede salvarse sin estar dentro del seno y unidad de la Iglesia Católica.[10]
Los Feeneyitas interpretan lo anterior de modo que signifique que no se puede alcanzar la salvación a través del bautismo de sangre. Lo que en realidad significa es que si alguien muere por Cristo no recibe el bautismo de sangre si muere oponiéndose a la Iglesia.
Las palabras de Monseñor Lefebvre
Ahora bien, la Resistencia presenta, como la principal defensa de su postura, un gran número de citas de Monseñor Lefebvre, ninguna de las cuales afirma: "En principio, debemos rechazar la autoridad de la Roma Conciliar hasta el día en que esa Roma regrese a la Tradición" o "Pensaba que debíamos aceptar un reconocimiento canónico si se nos permitía continuar tal cual somos, pero ahora comprendo que estaba equivocado" o "Sería una acción contraria a la fe el que aceptáramos un reconocimiento canónico bajo cualquier tipo de condición antes de que Roma regrese a la Tradición." Por tanto, la Resistencia tiene que conformarse con citas que parecen respaldar su postura, siempre y cuando sean sacadas de su contexto.
Aquí vemos, por ejemplo, una de las citas post-consagraciones favoritas de la Resistencia, tomada del libro Itinerario Espiritual de Monseñor Lefebvre:
Es un deber estricto de todo sacerdote que quiera seguir siendo católico separarse de esta Iglesia Conciliar hasta que no regrese a la Tradición de la Iglesia y de la fe católica.[11]
El punto principal aquí es a lo que se refiere Monseñor al decir "Iglesia Conciliar". El contexto inmediato se refiere a una decisión tomada por el Secretariado para la Unidad de los Cristianos de integrar, sin cambio alguno, a los no católicos a la Iglesia. En este caso, Monseñor parece identificar "esta" Iglesia Conciliar con acciones de Roma que van contra el magisterio perenne.[12] Por consiguiente, lo que dice es que los sacerdotes que deseen seguir siendo católicos no deben poner en peligro su fe al vincularse con este tipo de actividades.
Pero la cuestión de si Monseñor afirma que no hay autoridad en Roma hasta que ésta regrese a la Tradición no se aborda en esta cita. Es perfectamente posible compaginar esta cita con un reconocimiento canónico que permita a los sacerdotes operar independientemente de las congregaciones romanas que promueven el falso ecumenismo.
Tal vez las primeras palabras del libro Itinerario Espiritual puedan aclarar la postura de Monseñor Lefebvre sin estar descontextualizada por la Resistencia:
Las siguientes páginas están dirigidas especialmente a ustedes, sacerdotes y seminaristas de la Fraternidad Sacerdotal San Pío X, a ustedes que, en este día, renovarán sus compromisos en esta congregación católica romana, aprobada oficialmente por los ordinarios de las diócesis y por las autoridades romanas.
Si queremos afirmar que Monseñor Lefebvre es un hombre íntegro y consistente, debemos compaginar esta cita, que reconoce la autoridad de la jerarquía de la Iglesia post-Vaticano II, con la otra en donde nos exhorta a separarnos de "esta Iglesia Conciliar". El medio lógico para compaginarlas es recurrir a su postura clara y constante sobre la autoridad de la Iglesia; la cual debe ser obedecida cuando esté en consonancia con la fe, y debe ser resistida cuando vaya contra la fe. En vez de hacer esto, la Resistencia elige dividir a Monseñor en dos partes, destruyendo su constancia e integridad, y socavando toda su autoridad moral.
La caridad de defender la integridad
En una acción un poco más atrevida, la Resistencia hace lo mismo con las personas vivas, al afirmar que Monseñor Fellay y su Concilio General eran partidarios de la eclesiología radical en el año 2006, pero luego cambiaron a la eclesiología del reconocimiento canónico "tal cual somos" en 2012, a pesar de todas las protestas en sentido contrario hechas por las mismas personas cuyas verdaderas posturas la Resistencia dice comprender. Es así como la Resistencia crea un segundo Monseñor Lefebvre y un segundo Monseñor Fellay, y luego persigue al segundo Monseñor Fellay por no seguir al primer Monseñor Fellay y al segundo Monseñor Lefebvre. Al parecer, a los miembros de la Resistencia no se les ocurre pensar que tanto Monseñor Lefebvre como Monseñor Fellay son hombres íntegros, que se adhieren a los principios católicos inmutables sobre la naturaleza de la autoridad.
Es un deber de la caridad buscar formas de no juzgar a nuestro prójimo cuando éste ha caído en alguna contradicción, siempre que sea posible. Esto es aun más cierto cuando se trata de personas que son autoridad. La Iglesia siempre ha practicado esta caridad al interpretar los textos de sus grandes personajes. Los Padres de la Iglesia, por ejemplo, siempre encontraron formas de demostrar que los Evangelios jamás se contradicen entre sí cuando narran el mismo episodio de la vida de Nuestro Señor, sino que lo hacen en modos distintos. Santo Tomás de Aquino es un experto en encontrar formas de interpretar citas cuestionables de los Padres de la Iglesia que podrían llegar a ser objetadas, para evitar que los Padres de la Iglesia caigan en el error.
Por otro lado, los exegetas Modernistas practican la anti-caridad al encontrar contradicciones por todas partes. Para ellos, los libros de la Escritura se contradicen constantemente entre sí, los libros individuales son tan inconsistentes que deben tener autores múltiples, y cada capítulo, e incluso cada verso, es tan irremediablemente diverso que debe haber sufrido varios cambios a lo largo de los siglos. En definitiva, los Modernistas parecen no creer que pueda existir algo fijo y constante.
Pero si vieran la vida de Monseñor Lefebvre encontrarían en ella una refutación viviente a su postura. Las consagraciones no ocasionaron que cambiara sus principios en lo más mínimo. Si Monseñor Lefebvre retiró su firma del protocolo de mayo de 1988, protocolo que hubiera dado lugar al reconocimiento canónico, no fue porque hubiera dejado de reconocer la autoridad de los prelados con los que estaba tratando. Más bien, fue porque dejó de confiar en ellos, pues se negaban continuamente a establecer una fecha para la consagración de un obispo. Esta fijación de la fecha se convirtió en el criterio para la confianza de Monseñor en Roma.[13] Finalmente, se eligió como fecha el 15 de agosto, pero esto iba acompañado de una petición de presentar nuevos candidatos para la consagración. Monseñor Lefebvre comprendió que reiniciar el proceso de revisión de candidatos ocasionaría que se tuviera que posponer la fecha del 15 de agosto, y que las consagraciones tuvieran que retrasarse una vez más. Por tal razón, decidió realizar las consagraciones el 30 de junio de 1988, y sólo lo hizo tras asegurarse perfectamente de que no existía ningún problema moral con la firma del protocolo. Como si se dirigiera a aquellos que lo acusarían de actuar basado en principios malos, Monseñor Lefebvre dijo a sus seminaristas el 9 de junio de 1988:
Sí, es verdad que firmé el protocolo el 5 de mayo, un poco vacilante, debo añadir, pero sí lo firmé... En sí mismo estaba bien. De lo contrario, definitivamente no lo hubiera firmado.[14]
Conclusión
El Monseñor Lefebvre creado por Monseñor Sanborn, el que mantiene una eclesiología contradictoria e ilógica es mitológico. Lejos de ser contradictorio afirmar que la autoridad debe ser obedecida o desobedecida según la conformidad de sus órdenes con la fe y la moral, esta postura es completamente católica.
El Monseñor Lefebvre creado por la Resistencia, el que cambió su concepto de autoridad y su aplicación en la crisis tras las consagraciones, también es mitológico. Monseñor Lefebvre reconoció la autoridad de la jerarquía Conciliar hasta el día de su muerte. Siempre estuvo, en principio, dispuesto a aceptar un reconocimiento canónico "tal cual somos". Sólo cuando fueron descubiertos los motivos malintencionados de los romanos dispuestos a reconocer a la FSSPX, retiró prudencialmente no sus principios, sino su firma.
El verdadero Monseñor Lefebvre - el hombre de Iglesia, el defensor de la ortodoxia, el faro de la pureza doctrinal y caridad misionera - fue un hombre de integridad inquebrantable, que tenía la fortaleza sobrenatural para aplicar los principios de la fe católica aun a las situaciones concretas más difíciles, llegando incluso al grado de heroísmo. Por tanto, es un punto de referencia sumamente confiable para los católicos en general, y en particular para los miembros de la congregación sacerdotal fundada por él.
NOTAS FINALES
[1] Conferencia del 24 de abril de 1983.
[2] Carta circular del 29 de marzo de 1988.
[3] Vale la pena repetir que Monseñor Lefebvre, debido a su concepto católico de autoridad, se creía obligado a pedir permiso, a los Modernistas que ocupaban los cargos, para sus consagraciones episcopales.
[4] El artículo puede encontrarse en inglés aquí. Apareció en el número 12 de Sacerdotium.
[5] Monseñor Sanborn recuerda lo siguiente sobre la vida en el seminario en Êcone a principios de la década de 1970: "En el salón de clases, la tendencia radical se enfrentaba a los profesores de tendencias modernistas, con un obispo británico, ahora bastante conocido, liderando el grupo radical. Los pertenecientes a la línea moderada defendían a sus profesores, y atacaban a los del grupo contrario." Ver Ibid., p. 4.
[6] Ibid., p. 7.
[7] "La razón por la cual la Fraternidad busca el camino de la negociación con los Modernistas, cuyo objetivo principal es ser absorbida por ellos, es que creen que Wojtyla tiene autoridad papal" (Ibid. Wojtyla, el Papa Juan Pablo II, seguía siendo Papa en 1994).
[8] Para conocer las razones de sus relaciones con Roma y su opinión sobre las acciones de Sanborn y los demás sacerdotes que expulsó en 1983, ver su conferencia en inglés del 5 de noviembre de 1983.
[9] Ibid., p. 9.
[10] Denzinger-Hünermann 1351 o Denzinger 714.
[11] p. 13.
[12] El término "Iglesia Conciliar" no fue acuñado por Monseñor Lefebvre. Se trata, más bien, de un neologismo que apareció en una carta enviada a Monseñor por el Cardenal Benelli el 25 de junio de 1976.
[13] Bernard Tissier de Mallerais, Biografía de Monseñor Marcel Lefebvre , p. 555.
[14] « Oui, c’est vrai, j’ai signé le protocole le 5 mai, un peu du bout des doigts, il faut bien le dire, mais quand même… Bon, en soi, c’est acceptable, sans quoi je ne l’aurais même pas signé, bien sûr… » (Conferencia dada el 9 de junio de 1988).