La Resurrección, luz de la fe
He aquí que la luz de Nuestro Señor, que nos parecía que había desaparecido para siempre, regresa y aparece en la noche de la Pascua. Nuestro Señor dijo: "Ego sum lux mundi. Yo soy la luz del mundo" (Jn 8:12). "Fuego vine a echar sobre la tierra, ¿y qué he de querer sino que se encienda?" (Lc 12, 49). De la misma manera, la luz ha surgido en la noche, y esta luz prenderá fuego en toda la tierra.
Todas nuestras luces se iluminaron, encendidas en el fuego de Nuestro Señor Jesucristo. ¡Qué imagen la de este fuego de Pascua que se debe comunicar a nuestras almas, el fuego de la caridad de Nuestro Señor! Así nació una gran esperanza: Nuestro Señor no murió definitivamente, Nuestro Señor resucitará. Y sin embargo, nuevamente, los Apóstoles dudan.
Basta con escuchar las palabras de los discípulos de Emaús: "Nos sperabamus. Esperábamos, pero ahora estamos casi desesperados. Han pasado tres días desde que murió, desde que fue puesto en el sepulcro y no hemos oído nada. Y todavía más, algunas mujeres de los nuestros, nos han desconcertado, pues fueron de madrugada al sepulcro, y no habiendo encontrado su cuerpo se volvieron. Los Apóstoles también fueron, y no encontraron nada" (cf. Lc. 24, 21-24).
¿No somos nosotros también un poco como estos Apóstoles y como estas mujeres? No encontramos nada. Buscamos, buscamos a Nuestro Señor y corremos el riesgo de no encontrar nada. ¡Pues bien, esto es porque nos falta fe!
14 de abril de 1974
Monseñor Marcel Lefebvre+
FSSPX.Actualités - 21/04/2019