Nuestra Señora de Altötting: la “Lourdes” de Alemania

Fuente: FSSPX Actualidad

El altar de la Capilla de Gracia con la estatua de la Virgen

Nuestra Señora de Altötting es un santuario dedicado a la Virgen María, ubicado en Baviera. Es el lugar de culto mariano más antiguo de toda Alemania. Dios se ha complacido en derramar abundantemente su gracia allí en honor de la Santísima Virgen y realizar muchos milagros por su intercesión.

Alrededor del año 700, se construyó un baptisterio en Altötting, en un antiguo lugar de culto pagano; luego el baptisterio se transformó en una capilla. Pronto los duques de Baviera mandaron construir un castillo cerca de la capilla. Carlomagno, después de apoderarse de Baviera, acudió a rezar a Altötting en 803.

A lo largo de la Edad Media, los emperadores y reyes germánicos desfilaron por Altötting. Por razones políticas y personales, las cabezas coronadas acudían al santuario de Baviera. Allí se forjaban alianzas, y tenían lugar disputas y oraciones. Cabe señalar que, a pesar de las numerosas invasiones que asolaron la región, la ermita siempre permaneció a salvo.

En 1489, ocurrió un primer milagro. Un niño de tres años se había ahogado en un arroyo, del que fue sacado después de media hora. Su madre, entre lágrimas, lo tomó en sus brazos y corrió hacia la capilla. Dejó el cuerpo de su hijo sobre el altar y rogó a la Virgen María que se lo devolviera vivo. Y sucedió el milagro: Dios le devolvió la vida al niño.

Poco después se produjo un segundo milagro: un niño de seis años se cayó de un caballo que tiraba de una gran carreta. Esta última no pudo ser detenida a tiempo y aplastó al niño, que murió: ya no había esperanza. Pero sus padres rezaron a Nuestra Señora de Altötting, y al día siguiente, el niño estaba vivo. Su cuerpo no mostraba ningún rastro de sus heridas.

La noticia de estos dos milagros se difundió, y durante finales del siglo XV y durante todo el siglo XVI, impresionantes multitudes de peregrinos de toda Europa convergieron en Altötting. Nuevos milagros confirmaron los primeros y aumentaron aún más la fama de Altötting. Incluso hoy en día, el santuario recibe a 700,000 peregrinos y visitantes cada año.

La custodia del santuario fue confiada a los capuchinos, cuyo convento fue fundado en 1654 por el príncipe-obispo de Ratisbona. Tras un episodio de exclaustración a principios del siglo XIX, se reanudó la vida del convento. El portero del convento, el hermano Conrado de Parzham, vivió allí durante 40 años, y murió en 1894. Fue canonizado en 1934. Manifestó siempre una piedad mariana radiante a lo largo de su vida.

El santuario se concentra en una capilla conocida como la Capilla de la Gracia, también llamada la Santa Capilla, que tiene forma octogonal. En su interior se encuentra el altar sobre el cual descansa la venerada estatua de Nuestra Señora de Altötting.

La estatua de la Virgen

La imagen, de 64 cm de alto, está tallada en madera de tilo; proviene de Borgoña y fue traída a Altötting a través del cercano monasterio cisterciense de Raitenhaslach. Desde 1518, la Virgen y el Niño Jesús son ataviados con vestiduras preciosamente bordadas.

El color oscuro de la cara y las manos le ha valido a esta estatua el título popular de la Virgen Negra. El motivo de este color es el humo procedente de las velas del altar, al que la imagen ha estado expuesta desde hace muchos siglos.

La pátina del lustre plateado ha reforzado este efecto visual. La expresión dulce y amable del rostro de la Madre de Dios, así como su sonrisa maternal y comprensiva, han contribuido a la afluencia de peregrinos. Este rostro muestra la maternidad de la Virgen sobre nuestras almas, y su deseo de guiarnos por este “valle de lágrimas” hacia la patria eterna.

El altar, coronado por la estatua milagrosa, contiene la carta del príncipe Maximiliano I (1573-1651), escrita con su propia sangre, por la que se consagró junto con toda Baviera a la Madre de Dios.