Nuestra Señora de Covadonga

Fuente: FSSPX Actualidad

Santuario de Nuestra Señora de Covadonga

Sin Covadonga no existiría la España cristiana, y este país ya no sería más que una nación musulmana, como Siria, Egipto o Argelia, donde la cristiandad centenaria y floreciente terminó ahogada bajo las olas del islam.

La historia de Covadonga, o Cova Dominica, o incluso Cova de la Señora merece ser contada.

Antecedentes visigodos

En 711, cerca del río Guadalete -junto a Sevilla, en el sur de España- alrededor de 20,000 guerreros árabes y beréberes derrotaron a un ejército conformado por al menos 50,000 hombres de una de las monarquías más poderosas del siglo VIII, bajo el mando del rey Rodrigo, que pereció en la batalla.

Después vino la conquista de toda la Península Ibérica. Los invasores luego se lanzaron a Francia. La marea musulmana solo fue detenida, como es bien sabido, cerca de Poitiers, en el año 732, por Carlos Martel, abuelo de Carlomagno.

Tras la Batalla de Guadalete, la resistencia a los ocupantes se concentró en el noroeste de España, especialmente en Cantabria y Asturias.

La batalla de Covadonga

Esta resistencia terminó por irritar a los omeyas que decidieron emprender una expedición en el año 722. Las tropas cristianas, comandadas por el rey Pelagio de Cantabria, atrajeron hábilmente a estos enemigos muy superiores en número hasta el corazón de los Picos de Europa, donde ganaron la batalla y derrotaron por completo a las tropas invasoras.

Tras esta batalla, los omeyas ya no cuestionaron la independencia de Asturias, que se convirtió en el punto de partida de la Reconquista, de la que la Batalla de Covadonga marcó el inicio.

Durante la batalla, Pelagio tuvo que refugiarse en la cueva de Covadonga, una especie de ermita, en la que había una Virgen con un Niño a quienes se confiaron el rey y sus soldados. A su muerte en 737, el rey pidió ser enterrado con su esposa en el santuario bendito.

La devoción a la Virgen de Covadonga

El primer culto del santuario fue confiado a los benedictinos en el siglo VIII. Alfonso II de Asturias contribuyó a la construcción de un templo primitivo; Fernando III el Santo y Alfonso X el Sabio aumentaron sus posesiones; entre los monarcas españoles, Isabel II fue la primera en visitarlo, acompañada de su confesor San Antonio María Claret.

Una “escalera de la promesa” da acceso a la Santa Gruta. Los peregrinos ascienden de rodillas, agradeciendo a Dios o pidiéndole favores. Al final de la escalera se encuentra una inscripción en piedra que dice: “Aquí, al nombre de la Madre de Dios, de entre las rocas, sobre las cumbres, surgió España”.

La basílica fue inaugurada en 1901. La imagen actual de la Virgen data del siglo XV. El gobierno del Frente Popular la incautó y se la llevó fuera de España, pero fue rescatada en París en 1939 y devuelta con todos los honores, suscitando un enorme fervor por donde pasaba: Irún, San Sebastián, Loyola, Mondragón, Vitoria, Valladolid, León…

El museo-exposición está repleto de ofrendas y exvotos realizados a la Virgen de Covadonga, “la Santina” como se le conoce popularmente, que son testimonio vivo de la devoción de sus hijos y de sus favores maternales.

Covadonga es un santuario muy venerado, donde ningún español puede sentirse como un extraño; es la cuna de su nacionalidad, el núcleo en torno al cual se condensó la España medieval y moderna, la fuente de su recristianización.

La cueva de Covadonga con la estatua de la Virgen