Suecia: tímido despertar ante la desviación transgénero

Fuente: FSSPX Actualidad

¿Ha empezado Suecia a evaluar el peso de la desviación que representa el transgenerismo? Es difícil afirmarlo categóricamente. Sin embargo, el hospital más prestigioso del país, que fue el primero en reconocer el "derecho" de las personas transgénero, ha empezado a dudar.

En un excelente artículo titulado "Transgénero: los orígenes de un delirio social", la revista Valeurs Actuelles describe el nacimiento y la progresión de esta ideología, uno de los caballos de Troya de la causa LGBT.

El origen del fenómeno transgénero

El autor señala acertadamente que la causa de tal negación de lo real "radica en la ideología. En este caso, el transexualismo es la forma más avanzada de dominación de la mente sobre el cuerpo, y es promovido activamente por aquellos que tienen una visión del hombre libre de limitaciones biológicas". En otras palabras, el transhumanismo.

El autor continúa: "El filósofo Olivier Rey demuestra en su libro Leurre et malheur du transhumanisme (Engaño y Daño del Transhumanismo) cómo la "salida de la sexuación' constituye el núcleo de la empresa transhumanista".

El fundamento filosófico se encuentra en Judith Butler, una feminista impregnada de existencialismo. Esta filosofía busca mostrar la preeminencia de nuestras elecciones y de nuestra libertad sobre nuestra naturaleza. Esto implica que la libertad humana debe poder transformarlo todo a su antojo.

Esto también implica, según los defensores de la teoría de género, que debemos distinguir entre sexo y género. El primero se relaciona con nuestra materialidad: nuestros cromosomas; mientras que el segundo se considera como una construcción social impuesta a los sexos. La libertad permite cambiar esta construcción para reclamar un género distinto al sexo. Por tanto, el individuo puede elegir, en base a sus sentimientos profundos, el género que le corresponde. O incluso no tener ninguno.

Una moda impulsada por un "derecho"

La tragedia es que esta digresión, considerada como "la transgresión máxima”, recibió el apoyo del movimiento LGBT, que la ve como una justificación, pero también y, sobre todo, como un "derecho".

Fue por eso que, en 2017, el Tribunal Europeo de Derechos Humanos (TEDH) obligó a los estados a autorizar los cambios en el registro civil, independientemente de un cambio biológico.

Se llegó incluso a solicitar la emisión de nuevas partidas de nacimiento, para eliminar la referencia al sexo inicial. Pero el delirio no acaba ahí: el Consejo de Europa invitó a los estados "a incluir una tercera opción de género en los documentos de identidad, para quienes la reclamen".

Suecia a la vanguardia de esta evolución

Como señala un artículo de Le Figaro, "Suecia fue el primer país en el mundo, en 1972, en reconocer la 'disforia de género', como el malestar causado por el desajuste entre el sexo biológico y la identidad de género, y en otorgar la posibilidad de formalizar esta transición al registro civil".

Y, como resultado, el primer país "en ofrecer cuidados para apoyar a las personas transgénero en su proceso: convertirse en hombre al haber nacido mujer, o viceversa". Y como las cosas no se deben hacer a medias, todos los tratamientos corren a cargo de clínicas públicas, a partir de los 16 años. Y a partir de los 18 años, el gobierno autoriza la operación de los genitales.

Sin embargo, y como lo predijo la prudencia médica, el sistema se salió de control. Si bien antes había muy pocos casos, ahora hay una explosión. Sven Roman, un psiquiatra infantil que consulta en toda Suecia, observa: "En 2001, solo se diagnosticó a 12 personas menores de 25 años... en 2018, fueron 1,859".

"Todos los adolescentes se ven afectados, pero especialmente las niñas de 13 a 17 años que quieren convertirse en niños: entre 2008 y 2018, el aumento en este rango fue del 1,500%. ¡En Suecia ahora hay más niñas que niños recibiendo testosterona!"

Como señala nuevamente el artículo de Le Figaro: "Lo mismo ocurre con las operaciones quirúrgicas. Según el profesor Mikael Landén, autor de una tesis sobre transexualidad, en promedio solo 12 personas por año solicitaron un cambio de sexo en los años 1972-1992... Hoy son más de 2,000".

Y algo completamente previsible para cualquier médico: estos pacientes suelen sufrir otros trastornos psiquiátricos como autismo, depresión, ansiedad, anorexia nerviosa.

De vuelta a un poco más de discernimiento

En marzo de 2021, el prestigioso hospital Karolinska, pionero de la disforia, decidió rechazar el tratamiento hormonal a los nuevos pacientes menores de edad. "Se invoca el principio de precaución y se basa en una recopilación de estudios que demuestran que no hay pruebas de la eficacia de estos tratamientos, por irreversibles que sean, para el bienestar de los pacientes", escribe Le Figaro.

Y agrega, por último, pero no menos importante, que "tomar estas hormonas de por vida también podría promover enfermedades cardiovasculares, ciertos cánceres, osteoporosis y trombosis". Ni más ni menos.

Es gratificante ver que la razón está regresando, aunque sea un poco, en este campo, especialmente entre aquellos que se enfrentan a ella en el campo médico, y que tienen todos los datos necesarios para darse cuenta de la aberración de esta ola malsana.

¿Será esto suficiente para seguir adelante y reconocer que se trata de una condición que debe tratarse y no un capricho que debe satisfacerse? Desafortunadamente, nada es más incierto.