5 de enero: la solemne bendición del agua

Fuente: FSSPX Actualidad

Texto de la bendición del agua en el Ritual Romano

El Ritual Romano es rico en numerosas bendiciones para el día de la Epifanía: la bendición del oro, del incienso y de la mirra, de la tiza y de las casas. La bendición del agua se celebra el 5 de enero, vigilia de la fiesta.

En muchas regiones, los fieles llevan agua bendita a sus hogares en este día, llamada “agua de los Reyes”. Esta agua también es utilizada por el sacerdote para la bendición de las casas el 6 de enero y los días siguientes.

Esta bendición del agua es muy solemne. En comparación, la que tiene lugar durante la celebración de la Vigilia Pascual es mucho más sobria. La bendición del 5 de enero la celebra el obispo –o su delegado– asistido por un diácono y un subdiácono. Comienza con el canto de las Letanías de los Santos, seguida de tres salmos. Luego, el celebrante pronuncia un largo exorcismo contra Satanás y los ángeles apóstatas. Posteriormente, los cantores entonan el Benedictus o el Magnificat, precedido y seguido de esta antífona: “Hoy la Iglesia está unida al Esposo celestial, porque sus pecados son lavados por Cristo en el Jordán; los Magos se apresuran a ir a la boda real trayendo regalos; el agua se transforma en vino, y los convidados al banquete se alegran, aleluya".

La fiesta de la Epifanía celebra la manifestación de Dios a los hombres en el misterio de la Encarnación, con énfasis en tres manifestaciones particulares del Verbo Encarnado: a los Magos en Belén, el día de su bautismo en el Jordán y en Caná por el milagro del agua convertida en vino.

A continuación, el celebrante canta la oración para la fiesta de la Epifanía: “Oh Dios, que en este día revelaste tu Unigénito a los gentiles por medio de una estrella: concede propicio, que los que ya te conocemos por la fe, seamos conducidos hasta contemplar tu hermosura y tu grandeza. Por el mismo Jesucristo Nuestro Señor". 

Luego el celebrante exorciza la sal y la bendice: "Que el espíritu inmundo con su malicia y sus ilusiones se aleje de los lugares donde serás esparcida, y que todo lo que toques sea preservado de toda inmundicia". Luego exorciza el agua y la bendice, diciendo: “Te exorcizo para que te conviertas en agua pura y santa, apta para destruir la influencia del demonio. Que esta agua reciba el efecto de la gracia divina para preservarnos de toda inmundicia y alejar las trampas secretas del enemigo".

Luego el celebrante mezcla la sal y el agua y pide a Dios que a través de esta mezcla, y la invocación de su santo Nombre, el demonio sea repelido dondequiera que se esparza esta agua y que se nos conceda la presencia del Espíritu Santo. La ceremonia finaliza con el canto solemne del Te Deum y una oración final.

Los sacramentales en la vida cristiana

El agua bendita es uno de los sacramentales más utilizados por la Iglesia. ¿Para qué sirve?

Para protegernos de la influencia nociva del diablo y, sobre todo, para comunicar a los hombres la vida divina que Nuestro Señor mereció para nosotros mediante el sacrificio del Calvario, Cristo dejó a su Iglesia el santo sacrificio de la Misa y los sacramentos. Todos estos ritos tienen un carácter sensible, adaptado a nuestra naturaleza humana compuesta de alma y cuerpo. Para realizar nuestra redención y nuestra santificación, el Hijo de Dios tomó un alma y un cuerpo semejantes a los nuestros, se encarnó. Y cuando regresó al Cielo, después de habernos redimido del pecado y de la esclavitud del demonio, nos dejó los sacramentos, que son como la prolongación de su santa humanidad.

La Iglesia tiene el poder de prolongar la acción de los sacramentos. Quiere que cuando volvamos al mundo, a nuestras ocupaciones, después de haber recibido los sacramentos, sigamos beneficiándonos de la influencia salvífica de Cristo y de su gracia. Para eso tenemos los sacramentales.

A través de ellos, la Iglesia quiere establecer un contacto íntimo entre nuestra vida cotidiana y la Misa. Los sacramentos fueron instituidos por Nuestro Señor Jesucristo para producir o aumentar en nosotros la gracia santificante. La Iglesia de alguna manera extiende la eficacia de los sacramentos bendiciendo objetos materiales que podemos llevar con nosotros a nuestros hogares y que son portadores de gracias actuales. Debemos usarlos con espíritu de fe, porque los sacramentales solo actúan dependiendo de nuestra fe y en virtud de las oraciones de la Iglesia.

La bendición de las casas del 6 de enero

El Ritual Romano prevé una bendición especial de las casas el día de la Epifanía. Comienza con una antífona que recuerda la llegada de los Magos a Belén y los regalos que ofrecieron al Señor: oro, incienso y mirra. Luego, al canto del Magnificat, el sacerdote recorre las habitaciones de la casa, esparciendo agua bendita e incienso. La fórmula de bendición es la misma que para las bendiciones realizadas fuera de la fiesta de la Epifanía: “Bendice, Señor, Dios Todopoderoso, esta casa para que en ella habiten la salud, la castidad, la virtud victoriosa, la humildad, la bondad, la gentileza, el cumplimiento de la ley y la gratitud a Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo. Y que esta bendición permanezca sobre esta casa y sus habitantes, por Cristo Nuestro Señor. Amen".

Con motivo de esta bendición, según una práctica muy extendida en muchas regiones, el sacerdote marca las puertas de la casa con una tiza bendita. La fórmula de bendición de esta tiza pide a Dios que quienes inscriban en las puertas de su casa los nombres de los Santos Magos Gaspar, Melchor y Baltazar -nombres tradicionales que reciben los Reyes Magos- reciban por su intercesión y sus méritos la salud del cuerpo y protección del alma. La inscripción de la puerta incluye los cuatro dígitos del año en curso y las letras C, M y B en honor a los Reyes Magos.

A través de estas ceremonias, el Verbo Encarnado continúa esparciendo por todas partes los beneficios de su venida al mundo. Al utilizar el agua bendita y pedir la bendición del hogar, los católicos profesan su fe en el misterio de la Encarnación redentora y reciben abundantes gracias de Aquel que se manifestó a los Reyes Magos.

Inscripción con tiza sagrada en la puerta de una casa, en Suiza