Exhortación apostólica en honor de Santa Teresa de Lisieux

Fuente: FSSPX Actualidad

Santa Teresa del Niño Jesús y de la Santa Faz

La exhortación apostólica titulada C’est la confiance fue publicada el 15 de octubre de 2023, fiesta de Santa Teresa de Ávila, “con el fin de presentar a Santa Teresa del Niño Jesús y de la Santa Faz (1873-1897) como un fruto maduro de la reforma del Carmelo y de la espiritualidad de la gran santa española (1515-1582)”, explicó el Papa Francisco.

El Papa anunció la publicación del documento en la audiencia general del 7 de junio, con motivo del 150° aniversario del nacimiento de Santa Teresa del Niño Jesús en Alençon (2 de enero de 1873) y del centenario de su beatificación (29 de abril de 1923).

“En lo más profundo de la misericordia divina”

En este breve texto de una docena de páginas sobre la confianza en el amor misericordioso de Dios, el Soberano Pontífice recuerda que Santa Teresa de Lisieux fue "declarada venerable en 1921 por Benedicto XV, quien elogió sus virtudes centrándose en el 'pequeño camino' de la infancia espiritual".

El Papa precisa, no sin retomar algunos de sus temas favoritos: “Frente a una concepción pelagiana de la santidad, individualista y elitista, más ascética que mística, que pone el acento sobre todo en el esfuerzo humano, Teresa siempre subraya la primacía de la acción de Dios, de su gracia. (…)

Para Teresa, Dios brilla sobre todo a través de su misericordia, clave para comprender todo lo que se dice de Él: “A mí me ha dado su misericordia infinita, ¡y a través de ella contemplo y adoro las demás perfecciones divinas…! Entonces todas se me presentan radiantes de amor; incluso la justicia (y quizás ésta más aún que todas las demás) me parece revestida de amor”.

"Este es uno de los descubrimientos más importantes de Teresita, una de las mayores contribuciones que ha ofrecido a todo el Pueblo de Dios. De modo extraordinario penetró en las profundidades de la misericordia divina y de allí sacó la luz de su esperanza sin límites".

Evocando el gran amor de Santa Teresita por la Iglesia, el Papa cita una página de su Manuscrito autobiográfico B: “Al mirar el cuerpo místico de la Iglesia, yo no me había reconocido en ninguno de los miembros descritos por San Pablo; o, mejor dicho, quería reconocerme en todos ellos. (…)

"Comprendí que solo el amor podía hacer actuar a los miembros de la Iglesia; que si el amor llegaba a apagarse, los Apóstoles ya no anunciarían el Evangelio y los mártires se negarían a derramar su sangre… Comprendí que el amor encerraba en sí todas las vocaciones, que el amor lo era todo, que el amor abarcaba todos los tiempos y lugares (...) Sí, he encontrado mi puesto en la Iglesia, y ese puesto, Dios mío, eres tú quien me lo ha dado… En el corazón de la Iglesia, mi Madre, yo seré el amor".

Y Francisco comenta: "No es el corazón de una Iglesia triunfalista, es el corazón de una Iglesia amante, humilde y misericordiosa (...) Tal descubrimiento del corazón de la Iglesia es también una gran luz para nosotros hoy, para no escandalizarnos por los límites y debilidades de la institución eclesiástica, marcada por oscuridades y pecados, y entrar en su 'corazón ardiente de amor', que se encendió en Pentecostés gracias al don del Espíritu Santo.

"Es ese corazón cuyo fuego se aviva más aún con cada uno de nuestros actos de caridad. 'Yo seré el amor', esta es la opción radical de Teresita, su síntesis definitiva, su identidad espiritual más personal".

Francisco se autocita

El Papa continúa citando sus exhortaciones anteriores Evangelii gaudium (24 de noviembre de 2013) y Gaudete et exsultate (19 de marzo de 2018): "En una Iglesia misionera 'el anuncio se concentra en lo esencial, que es lo más bello, lo más grande, lo más atractivo y al mismo tiempo lo más necesario. La propuesta se simplifica, sin perder por ello profundidad y verdad, y así se vuelve más contundente y radiante" [Evangelii gaudium]

"El núcleo luminoso es 'la belleza del amor salvífico de Dios manifestado en Jesucristo muerto y resucitado' [Ibid.] No todo es igualmente central, porque hay un orden o jerarquía entre las verdades de la Iglesia, y 'esto vale tanto para los dogmas de fe como para el conjunto de las enseñanzas de la Iglesia, e incluso para la enseñanza moral' [Ibid.].

"El centro de la moral cristiana es la caridad, que es la respuesta al amor incondicional de la Trinidad, por lo cual 'las obras de amor al prójimo son la manifestación externa más perfecta de la gracia interior del Espíritu'. [Ibid.] Al final, solo cuenta el amor".

Y explica: "Precisamente, el aporte específico que nos regala Teresita como santa y como doctora de la Iglesia no es analítico, como podría ser, por ejemplo, el de Santo Tomás de Aquino. Su aporte es más bien sintético, porque su genialidad consiste en llevarnos al centro, a lo que es esencial, a lo que es indispensable. 

"Ella, con sus palabras y con su propio proceso personal, muestra que, si bien todas las enseñanzas y normas de la Iglesia tienen su importancia, su valor, su luz, algunas son más urgentes y más estructurantes para la vida cristiana. Allí es donde Teresita puso la mirada y el corazón. (...)

"Lo que hay que contemplar es el conjunto de su vida, su camino entero de santificación, esa figura que refleja algo de Jesucristo y que se revela cuando uno logra componer el sentido de la totalidad de su persona. [Gaudete et exsultate] Esto vale más aún para Santa Teresita, por tratarse de una “Doctora de la síntesis”.

Benedicto XV recuerda las cualidades de la infancia espiritual

Conviene complementar estas observaciones con las pronunciadas durante la promulgación del Decreto sobre la heroicidad de las virtudes de Santa Teresita del Niño Jesús, el 19 de agosto de 1921. El Papa Benedicto XV precisa: "No es inútil señalar las cualidades de esta infancia espiritual, ya sea en lo que excluye o en lo que presupone.

"Excluye, de hecho, el sentimiento de soberbia o de autosuficiencia, la presunción de alcanzar por medios humanos fines sobrenaturales y la engañosa veleidad de sentirse suficientes a la hora de la tentación o peligro. Por otra parte, supone una fe muy viva en la existencia de Dios, un homenaje concreto a su omnipotencia y a su misericordia, y una confianza incondicional ante la divina Providencia de quien nos obtiene la gracia de evitar el mal y practicar el bien.

"Por tanto, las cualidades de esta infancia espiritual son admirables, ya sea que se la considere desde el punto de vista negativo, ya sea que se la estudie desde el punto de vista positivo, y por lo tanto, se comprende que Nuestro Señor Jesucristo la haya indicado como condición necesaria para alcanzar la vida eterna (...)

"Las palabras del Divino Maestro: Nisi conversi fueritis et efficiamini sicut parvuli, "si no os volvéis y os hacéis como niños, no entraréis en el reino de los cielos" [Mt 18,3], ¿no indican la necesidad del cambio y la necesidad de trabajar por ello? [...] Porque entendemos que un hombre debe trabajar para ser y parecer lo que nunca fue, o lo que ya no es. [...]

"Las palabras: Nisi efficiamini sicut parvuli incluyen así la obligación de trabajar para reconquistar los dones de la infancia. Sería ridículo pensar en retomar el aspecto y la debilidad de la infancia; pero no es contrario a la razón descubrir, en el texto evangélico, el precepto dirigido también a los hombres de edad madura, para volver a la práctica de las virtudes de la infancia espiritual.

"A lo largo de los siglos, esta enseñanza habrá de encontrar mayor fuerza en el ejemplo de quienes alcanzaron el heroísmo de la perfección cristiana, precisamente por el ejercicio de estas virtudes".

"El Niño de Belén se le reveló a Santa Teresita en los brazos de su Santísima Madre, dócil y dispuesto a ser llevado de Belén a Egipto, y de Egipto a Nazaret: a su vez, Teresita se puso en los brazos de la santa regla del Carmelo, dejándose guiar en todo por la obediencia religiosa. El divino Obrero de Nazaret se mostraba a sus ojos siempre ocupado en la obra que le encomendaba su padre adoptivo, siempre sujeto a las órdenes de quienes representaban para él la autoridad del Padre celestial. 

"Siguiendo su ejemplo, Teresita cumplió con afán todo lo que le encomendaba su priora y su maestra de noviciado, y lo hizo perfectamente, sin queja ni observación de ninguna clase, pareciendo haber perdido la voluntad propia. [...]

"Al reconocimiento teórico de esta verdad hay que añadir el firme propósito de imitar a la nueva Heroína. Nuestro tiempo, ¡ay! se muestra demasiado inclinado a las duplicidades y artificios fraudulentos. Por lo tanto, no es de extrañar que la piedad hacia Dios se haya enfriado tanto y la caridad hacia el prójimo haya disminuido. ¡Debemos cambiar este tipo de vida!

"A las mentiras, a los fraudes, a la hipocresía de lo mundano, opónganse la sinceridad del niño. Con esta sinceridad, a la luz de las Hermanas Carmelitas de Lisieux, se propaga también el santo hábito de caminar siempre en la presencia de Dios, y la disposición a dejarse llevar de la mano de su divina Providencia".

Basílica de Santa Teresa de Lisieux

Pío XII: “Santa Teresita del Niño Jesús, modelo de humildad, confianza y amor”

Añadamos también aquí las palabras del Papa Pío XII, durante la consagración de la basílica de Santa Teresa de Lisieux, en su mensaje radiofónico del 11 de julio de 1954. "¡Qué mensaje de humildad! Qué extraña aparición en el seno de un mundo imbuido de sí mismo, de descubrimientos científicos y de virtuosidades técnicas, este resplandor de una joven que no distingue ninguna acción brillante, ninguna obra temporal.

"Con su despojo absoluto de las grandezas terrenales, la renuncia a su libertad y a los placeres de la vida, el doloroso sacrificio de los afectos más tiernos, se presenta como una antítesis viva de todos los ideales del mundo.

“Cuando los pueblos y las clases sociales se disputan o chocan por la preponderancia económica o política, Teresa del Niño Jesús aparece con las manos vacías: fortuna, honor, influencia, eficacia temporal, nada la atrae, solo Dios y su Reino. (…)

“Ella dice con Cristo: 'Entrad por la puerta estrecha. Porque ancho y espacioso es el camino que lleva a la perdición, y son muchos los que lo toman; pero estrecha es la puerta y estrecho el camino que lleva a la Vida, y son pocos los que la encuentran” (Mt 7,13).

“La puerta, ciertamente estrecha, pero accesible a todos, es la de la humildad. (…) Es el Evangelio mismo, el corazón del Evangelio lo que ella redescubrió, pero con tanto encanto y frescura. 'Si no os hacéis como niños, no entraréis en el Reino de los cielos' (Mt 18,3). Así que no confíen en la fuerza, el dinero, la inteligencia y todos los demás recursos humanos.

“Busquen lo único que necesitan. Acepten el yugo del Señor suave y ligero, reconozcan su dominio soberano sobre sus personas, sus familias, sus asociaciones, sus naciones. Acepten su ley de asistencia fraterna y conocerán la paz y la tranquilidad. Renunciando a los soportes ilusorios de una civilización enteramente material, encontrarán la verdadera seguridad que Dios da a quienes lo adoran solo a Él. (…)

“¿Pueden los hombres de hoy, manchados por tantas faltas, abrumados por su egoísmo, todavía tener la esperanza de levantarse, liberarse de sus cadenas morales y encaminarse hacia Dios? ¿No le horroriza al Señor tanta cobardía y división, tanta avaricia y sensualidad? ¡Dejemos que Teresa misma dé la respuesta! (…)

"También afirma la santa, segura de reflejar las disposiciones del Padre Celestial: “No es porque haya sido preservada del pecado mortal que me elevo a Dios mediante la confianza y el amor. ¡Ah! Siento que aunque tuviera sobre mi conciencia todos los crímenes que se pueden cometer, no perdería nada de mi confianza; iría, con el corazón quebrantado de arrepentimiento, a arrojarme en los brazos de mi Salvador, porque sé lo que puedo esperar de su amor y de su misericordia” (Historia de un alma).

Y el Papa Pío XII concluye: ¡Oh Santa Teresa del Niño Jesús, modelo de humildad, confianza y amor, desde lo alto del cielo, deshoja sobre los hombres esas rosas que llevas en tus brazos: la rosa de la humildad, para que reduzcan su orgullo y acepten el yugo del Evangelio; la de la confianza, para que se abandonen a la voluntad de Dios y descansen en su misericordia; finalmente, la rosa del amor, para que, abriéndose infinitamente a la gracia, comprendan el único fin para el cual Dios los creó a su imagen: amarlo y hacerlo amar".