Reseña de prensa: ¿Qué sucedió en el Sínodo sobre la Sinodalidad? (4)

Fuente: FSSPX Actualidad

El Padre James Martin

Del 4 al 29 de octubre de 2023, se celebró en Roma el Sínodo sobre la Sinodalidad. En realidad, se trató de la primera fase de un Sínodo que se reunirá de nuevo en octubre de 2024, y al que seguirá la exhortación postsinodal del Papa donde retomará lo que él decida del documento resumen que le entregarán los padres y madres sinodales – porque este Sínodo, por primera vez, fue abierto a mujeres, religiosas y laicos.

Al término de esta primera etapa, podemos sacar algunas conclusiones que, aunque provisionales, son reveladoras de la mentalidad que mueve a los organizadores del Sínodo.

El elocuente testimonio del Padre Martin

La mejor ilustración de la praxis del Sínodo la proporciona el Padre James Martin s.j., un enérgico defensor de la aceptación de los homosexuales por parte de la Iglesia, en un testimonio publicado por la revista jesuita America el 30 de octubre. Fue invitado del Papa y disfrutó mucho del Sínodo.

El Padre Martin ve de la siguiente manera las “conversaciones en el Espíritu” que debían experimentar los Padres sinodales: “Comenzamos con un retiro en el centro de retiros Fraterna Domus, dirigido por el Padre Radcliffe, ex maestro general de los Dominicos, y la Madre María Ignazia Angelini, una hermana benedictina italiana. 

“A diferencia de la mayoría de los retiros, este incluyó no solo oraciones e instrucciones, sino también una introducción al método principal de participación en el Sínodo, llamado “conversaciones en el Espíritu”. Estas conversaciones, más que cualquier otra cosa, fueron la principal contribución del Sínodo a la Iglesia.

Me tomó algún tiempo comprender que el Sínodo sobre la Sinodalidad se trataba menos de los temas, incluso los más importantes, y más de cómo discutimos estos temas. Así que el mensaje más poderoso del Sínodo fue la imagen de 350 delegados sentados en mesas redondas, hablando entre sí y, lo que es más importante, escuchándose unos a otros".​

Después de la teoría, los padres y madres sinodales pasaron al trabajo práctico de la “conversación en el Espíritu”, alrededor de una mesa: "Nos pareció útil preguntar a cada uno el nombre con el cual querían que se les llamara en las mesas. Quizás esto sea menos urgente en una parroquia, pero fue importante aquí, con tantas eminencias y excelencias, además de maestros y padres".

"Por lo general decían:  'Llámame Jim'. “Llámame Chito”. “Llámame Cynthia”. Luego, cada uno se presentó ante los demás miembros de la mesa y, durante tres minutos (estrictamente cronometrados), daban su respuesta a la pregunta formulada. Nuestras preguntas fueron tomadas del documento de trabajo, o Instrumentum laborispor ejemplo, “¿Cómo puede una Iglesia sinodal hacer creíble la promesa de que 'el amor y la verdad se encontrarán'?”

“Nadie podía interrumpir y todos tenían que escuchar. Eso significa que un cardenal arzobispo escuchó a un estudiante de Wyoming de 19 años. O que el patriarca o primado de un país escuchó a una profesora de teología. En esta etapa no hubo interrupciones, respuestas ni discusiones.

“Durante la segunda ronda, después de otra oración, compartimos lo que habíamos escuchado, lo que nos había conmovido y las resonancias que habíamos sentido durante la discusión: ¿en dónde se manifestó el Espíritu? Nuevamente, sin interrupciones. Estuve en mesas donde escuché al moderador (es útil tener uno) decir: “Cardenal, la participante aún no ha terminado”.

“Finalmente, la tercera sesión fue una discusión más abierta, donde pudimos responder preguntas, compartir nuestras experiencias y desafiarnos unos a otros".

“La genialidad de este método reside en su capacidad de reproducir honestamente la compleja realidad de nuestros debates. Un secretario anotó las convergencias, divergencias, tensiones y cuestiones. A continuación, un relator presentó el debate de la mesa en la sesión plenaria. De esta manera, no había necesidad de forzar un falso consenso cuando no existía ninguno; más bien, las diferencias y tensiones se comunicaron honestamente.

"Esto me pareció estimulante. Este método significa que todos fueron escuchados, se les dio a todos una oportunidad y se ofreció un resumen honesto para una mayor consideración". […]

"Mientras estábamos sentados en la gran sala Pablo VI y veíamos a todos discutir en pie de igualdad, con el propio Papa en una mesa redonda, me di cuenta de que el mensaje del Sínodo es este método, que podría ayudar enormemente a la Iglesia en estos tiempos de gran polarización".

¿Ingenuidad o astucia por parte de este jesuita, ferviente defensor de los homosexuales en la Iglesia? La respuesta llega más adelante en el testimonio donde expresa su decepción porque el tema LGBTQ realmente no se abordó: "La ausencia de cualquier mención del término LGBTQ en la síntesis final, titulada Una Iglesia Sinodal en Misión, fue, para muchas personas, incluyéndome a mí, una decepción. […]

“Desde mi perspectiva, me hubiera gustado que la síntesis reflejara mejor la riqueza de la conversación sobre el tema y reconociera nuestras diferencias, como se hizo en otras áreas controvertidas.

“Debido a la feroz oposición sobre este tema, la síntesis hablaba más bien de “sexualidad e identidad”. Sin embargo, pide a la Iglesia que escuche el deseo de los católicos LGBTQ (así como de otros grupos) de ser “escuchados y acompañados”, y que haga de la Iglesia un lugar donde puedan “sentirse seguros, escuchados y respetados, sin ser juzgados”, después de haber sido “heridos y abandonados”.

“El Sínodo aclara que 'a veces las categorías antropológicas que hemos desarrollado no son capaces de captar la complejidad de los elementos que emergen de la experiencia o del conocimiento científico y requieren una mayor precisión y un estudio más profundo'".

"Es importante", afirman los miembros del Sínodo, 'tomarnos el tiempo necesario para esta reflexión e invertir en ella nuestras mejores energías, sin ceder a juicios simplistas que dañan a las personas y al cuerpo de la Iglesia'".

Lo importante, para él, es que "el texto [es] una puerta abierta a la continuación de la conversación por parte del Sínodo en nuestra próxima sesión y por parte de la Iglesia". Y concluye: "Al final de nuestras discusiones, no había mucho en común [sobre el tema LGBTQ], pero había amistad y respeto, y celebramos desde esa perspectiva".

“En un momento dado, conocí al Cardenal Gerhard Müller, cuyo enfoque de las cuestiones LGBTQ es bastante [sic] diferente al mío. Pude decirle sinceramente que admiraba su trabajo con el teólogo de la liberación Gustavo Gutiérrez, y más tarde, ese día, intercambiamos libros y nos fotografiamos juntos. ¿Esto cambiará la Iglesia?"

“Tal vez no, pero es un comienzo, y tal vez sea algo bueno en un mundo polarizado. El Padre Radcliffe dijo que sin amistad no lograremos nada. Luego citó una hermosa frase de Juan Pablo II: 'La colegialidad afectiva precede a la colegialidad efectiva'".