Sínodo: del milagro al espejismo

Fuente: FSSPX Actualidad

El cardenal Mario Grech

Actualización de las instrucciones para el Sínodo, institución de un diaconado femenino, las últimas reflexiones del cardenal a quien el Papa Francisco ha encargado poner en marcha el tren de las reformas de la Iglesia, sugieren que el huésped de Santa Marta tiene la intención de conducir el proceso sinodal hasta su último destino, incluso si eso significa transformar el libre proceso eclesial en una marcha militar forzada.

Invitado por la Conferencia Episcopal de Suiza, el cardenal Mario Grech concedió una entrevista al Corriere del Ticino el 21 de marzo de 2024. El alto prelado maltés mencionó favorablemente la idea del acceso de las mujeres al diaconado: “El diaconado femenino no es algo revolucionario, consiste en dar un lugar diferente a la mujer en la Iglesia, un lugar que es una profundización natural de la voluntad del Señor, que expresa y demuestra el dinamismo inherente a la historia de la Iglesia”.

Si el cardenal Grech fuera solo un miembro del Sacro Colegio entre otros, se prestaría una atención limitada a lo que parecería una declaración personal, cuya relevancia sería inversamente proporcional a la ortodoxia y que ya no sorprendería realmente, ya que las nieblas de confusión se han extendido a muchas regiones de la Iglesia.

Pero Mario Grech no es un miembro nuevo: ocupa el puesto clave en la Curia de secretario general de la secretaría del Sínodo, es decir, es el hombre a quien el Papa Francisco ha confiado la tarea de implementar una de las reformas más importantes para él, la de transformar –para rejuvenecerlo, según es la promesa– el rostro de la Iglesia.

Ahora bien, hay que decir que la operación de renovación de la Iglesia no avanza realmente como quisieran los cirujanos responsables: la última fase del Sínodo, que tuvo lugar en otoño, así como el calamitoso alboroto de la declaración Fiducia Supplicans, demuestran que la Iglesia no está preparada para recibir ninguna remodelación, aunque sea realizada por el Papa...

Por eso el método ha cambiado, como reconoció con poco entusiasmo el cardenal Mario Grech en la entrevista concedida al diario tesinés: "La novedad es que el Santo Padre ha identificado diez temas y los ha confiado a grupos interdicasteriales". Es evidente que se trata, nada más y nada menos, de evitar que los debates se prolonguen, a riesgo de estancarse y terminar en un callejón sin salida que parecería una amarga derrota para el campo progresista.

Pero al actuar de esta manera, el enfoque sinodal, promocionado como la gran novedad del pontificado, un enfoque que supuestamente nos hará "caminar juntos" en alegría y paz, corre el riesgo de convertirse en una carrera de obstáculos donde cada paso obligatorio habría sido cuidadosamente planificado por el oficial que comanda el ejercicio.

Ha quedado muy lejos esa “Iglesia parecida al arcoíris, con colores que no se excluyen entre sí, sino que juntos crean armonía”, como pidió el cardenal Mario Grech el 21 de marzo pasado. Entiéndase que el color tradicional no tiene cabida allí. Pero, ¿qué sería de un arcoíris sin uno de sus colores primarios más bellos?

"Los espejismos son, en cierto modo, la mentira del desierto", escribió Jean Cocteau. Los próximos meses dirán si la etapa final del Sínodo sobre la Sinodalidad es en realidad el espejismo del futuro de la Iglesia.