El Papa Francisco defiende Fiducia supplicans

Fuente: FSSPX Actualidad

El Papa Francisco concedió una entrevista al canal de televisión italiano Nove, en el programa Che tempo che fa. Se discutieron allí muchos temas: desde la guerra en Ucrania y Tierra Santa, hasta los inmigrantes, los viajes del Papa y su posible renuncia. También se habló sobre la controversia concerniente a la Declaración Fiducia supplicans.

Vale la pena citar la respuesta del Papa: “Al tomar una decisión, hay que pagar el precio de la soledad. A veces las decisiones no se aceptan, pero en la mayoría de los casos, cuando no se aceptan, es porque no se entienden".

Yo digo que, si una decisión no gusta, es mejor hablar, expresar dudas, llevar adelante una discusión fraterna. El peligro es que si algo no me gusta y lo pongo en mi corazón, me convierto en un opositor y saco conclusiones feas. Esto es lo que sucedió con las recientes decisiones concernientes a la bendición para todos".

Lamentablemente, esta respuesta evoca el espíritu que ha guiado el pontificado de Francisco: si no estás de acuerdo, es porque no has comprendido y tu incomprensión termina convirtiéndote en un "opositor" - "indietrista" en cierto modo- y entonces sacas conclusiones falsas.

La crítica es doctrinal y no solo pastoral

Si entendemos correctamente al Soberano Pontífice, sería necesario decir que todos los católicos de un continente –y al menos cuatro conferencias episcopales europeas– están equivocados. Como no entienden por qué se tomó la decisión, entonces han sacado conclusiones equivocadas. Sin duda es una de las peores defensas que podría utilizar el Papa.

Porque no es una cuestión de prudencia: en este caso, es cierto, hay que conocer todas las circunstancias, tener una visión global, total del asunto, para poder tomar una buena decisión. Cualquiera que solo tenga una visión parcial, puede cometer un error fácilmente.

Pero aquí se trata de la doctrina misma. Según el Comunicado del Superior General de la Fraternidad San Pío X: "Cuando bendecimos a una pareja, no estamos bendiciendo a individuos aislados: estamos bendiciendo necesariamente la relación que los une. No podemos redimir una realidad que es intrínsecamente mala y escandalosa". Este punto ha sido ampliamente repetido por casi todos los que han rechazado esta bendición.

Además, el Padre Pagliarani añade: "todo el lenguaje enrevesado y el disfraz sofístico del documento del Dicasterio para la Doctrina de la Fe no pueden ocultar la realidad elemental y obvia de estas bendiciones: no harán otra cosa que confirmar a estas uniones en su situación intrínsecamente pecaminosa, y animar a otros a seguirlas. No será más que un sustituto del matrimonio católico".

A esto el Papa responde: "No tienen suficiente información para juzgar la decisión que he tomado". Su error –grave– es querer hacernos creer que se trata solo de una cuestión de pastoral, de prudencia, de circunstancias. Pero esto no es más que una cortina de humo detrás de la cual Francisco intenta ocultar su error y su culpa.

¿Una decisión política?

Ahora bien, es posible descifrar la respuesta del Papa de otra manera: si tomó esta difícil decisión, es por razones superiores, parece decir. ¿Qué razones? Razones políticas, en el sentido en que Francisco quiere dar al mundo moderno, al mundo que San Pablo califica como “malo”, una cierta “santidad”, para “ir a las periferias”.

Por eso, uno de los excesos más terribles que ha producido este mundo, el movimiento LGBT, recibe a través de esta bendición, una honorabilidad, un resplandor de lo sagrado. Como explica el Papa, utilizando una parábola de manera retorcida: "Todos, todos. Todos adentro. Esta es la invitación del Señor". Por eso se necesita una bendición...

Francisco no parece considerar la bendición en sí misma: para él, eso no es lo importante. Por eso aceptó la decisión de todo el continente africano. Lo que importa es que, a través de su decisión, todos se sientan aceptados.

La dificultad insuperable es que, si bien es cierto que la Iglesia quiere evangelizar a todos los hombres, no puede por el contrario bendecir lo que es intrínsecamente malo. Por un lado, no tiene el poder para hacerlo, y el hombre de la Iglesia que quiere cruzar esta barrera excede completamente su mandato y hunde a los fieles en el abismo de la duda y de un rechazo lleno de estupor.

Si hay un momento en que el Papa Francisco estará solo, será durante su juicio particular, frente a Aquel de quien habrá sido Vicario. Y entonces no habrá escapatoria. Ya sería hora de empezar a pensar en ello...