La autoridad, el verdadero meollo del Sínodo (1)

Fuente: FSSPX Actualidad

El reciente episodio de la destitución por parte del Papa Francisco de Su Excelencia Monseñor Joseph E. Strickland, obispo en Estados Unidos, revela la verdadera cuestión del Sínodo, cuyo Informe Resumido se publicó el 28 de octubre. La cuestión de fondo es la comprensión correcta de lo que debe ser la autoridad en la Iglesia.

¿Qué resultará del último Sínodo? Habrá que esperar a la Exhortación postsinodal que publicará el Papa para poder responder verdaderamente a esta pregunta. En efecto, el actual Sínodo de 2023, cuyo Informe Resumido se publicó el sábado 28 de octubre, aún no está terminado, ya que debe elaborarse en dos sesiones.

Por tanto, el Informe Resumido solo refleja las reflexiones y propuestas presentadas con miras a la segunda sesión, que se celebrará en el otoño de 2024. Mientras tanto, el Papa siempre es libre de publicar lo que quiera, pero lo cierto es que, por el momento, eso es todo lo que se sabe. 

Nos parece, sin embargo, que lo que realmente está en juego en el Sínodo ha quedado claro gracias a un episodio reciente: la destitución por parte del Papa Francisco de Su Excelencia Monseñor Joseph E. Strickland, obispo de Tyler, Texas. La cuestión es la comprensión correcta de lo que debe ser la autoridad en la Iglesia.

¿Qué es la autoridad?

La palabra "autoridad" proviene del verbo latino "augere" que significa aumentar. Según la etimología, autoridad designa la función de quien está obligado a dar aumento a quienes gobierna. Una mayor libertad. Hacer que los demás sean cada vez más libres es el acto fundamental y radical que define la autoridad como tal.

Y esta libertad, cuya promoción debe garantizar la autoridad, es la que los miembros de una sociedad deben ejercer cada vez mejor entre sí, actuando según las exigencias de la recta razón, iluminada por la fe, para alcanzar la perfección a la que Dios los llama. Perfección inscrita en el bien común, que es la razón de la vida en sociedad y del que es responsable la autoridad.

La autoridad nos hace libres. No sustituye a la libertad, sino que viene en su ayuda, para facilitar su ejercicio. El Doctor Angélico explica bien este punto, cuando habla, en particular, de la autoridad de quien enseña:

"Entre los efectos que dimanan de una causa externa, hay algunos que se derivan solo de esta causa; por ejemplo, la forma de una casa es producida únicamente por el arte del arquitecto. Pero hay otros efectos que dependen a veces de una causa externa, a veces de una causa interna; la salud es causada en el paciente a veces por un principio externo, que es el arte del médico, a veces por un principio interno, como cuando uno es curado por la fuerza de la naturaleza.

"En estos efectos hay que observar dos puntos. Primero, que el arte imita a la naturaleza en su forma de actuar; en efecto, la naturaleza cura al enfermo alterando, digiriendo o expulsando la materia que causa la enfermedad; y así opera también el arte médico.

"A continuación, hay que observar que el principio externo, es decir, el arte, no actúa del mismo modo que el agente principal, sino como un auxiliar que asiste a este agente principal (el principio interno), fortaleciéndolo y proporcionándole los instrumentos y ayudas que la naturaleza utiliza para producir sus efectos; así el médico fortalece la naturaleza y le proporciona los alimentos y remedios con los que logra su fin". Santo Tomás de Aquino, Suma teológica, I, 117, 1, corpus.

Y así es también como la autoridad fortalece la libertad y le proporciona los medios y remedios necesarios para ejercerla correctamente. De este modo, la ley decretada por la autoridad no tiene otra razón de existir que proporcionar los medios para que la libertad humana se conforme a la ley de Dios, para alcanzar la perfección del hombre. Como dice el Papa León XIII, "la libertad consiste en el hecho de que, con la ayuda de las leyes civiles, podemos vivir más fácilmente según las prescripciones de la ley eterna[1]".

Monseñor Strickland entendía las cosas de esta manera y por eso también pretendía utilizar su autoridad episcopal, que le confirió en 2012 el Papa Benedicto XVI, para dar la verdadera libertad de los hijos de Dios a sus aproximadamente 120,000 diocesanos. La verdadera libertad para conformarse al verdadero Evangelio, con todas sus exigencias, incluidas las de la ley natural.

Esto le llevó a ser públicamente muy crítico, como la mayoría de sus colegas estadounidenses, con respecto al último Sínodo. Como informó Jean-Marie Guénois en Le Figaro del 11 de noviembre, "Monseñor Strickland critica una serie de decisiones que podrían instituir una forma de diaconado femenino, la ordenación al sacerdocio de los hombres casados, el control por parte de los laicos del poder episcopal y la bendición de las parejas homosexuales, aunque este último punto haya sido más discutido de lo esperado en octubre".

Según el mismo periodista, "en su carta del 22 de agosto de 2023 dirigida a los católicos de su diócesis en el noreste de Texas, rechazó punto por punto estos acontecimientos, apoyándose en la enseñanza posconciliar de la Iglesia católica, llegando a una conclusión que le costó muy caro, ya que dio a entender que el Papa Francisco sería cismático:

"Es lamentable que quienes no están de acuerdo con estos cambios [previstos por el Sínodo, NDLR] sean etiquetados como "cismáticos". (…) Pero permanecer firmes no significa intentar salir de la Iglesia. Al contrario, son los que quisieran proponer cambios a lo que no se puede cambiar según los mandamientos de Cristo, a su Iglesia, esos son los verdaderos cismáticos".

El "cisma" discutido aquí se basa en una concepción falsa de la autoridad en la Iglesia. Falsa concepción donde la autoridad se pone al servicio de los caprichos de una falsa libertad. En efecto, como muy bien señaló el teólogo suizo Charles Journet [2], la libertad y la autoridad son dos nociones correlativas que son distorsionadas paralela y simultáneamente.

"La autoridad", añade, "se subvierte total y radicalmente cuando acepta sacrificar el orden de los fines a la voluntad del número, el derecho al acto, la obligación al capricho, lo perfecto a lo imperfecto, el acto a la potencia. [3]"

La autoridad mal utilizada de la que abusa el Papa Francisco paraliza la verdadera libertad de los hijos de Dios porque permanece en silencio en lugar de declarar alto y claro, como debería, que el mal es mal y el error es error. Se pone al servicio de la falsa libertad de los derechos humanos escandalizando con su ecumenismo, permitiendo, en la práctica, que los divorciados vueltos a casar puedan recibir la comunión, rechazando cualquier discriminación contra las personas LGBT.

Y el Sínodo es, en última instancia, solo la cristalización de esta falsa libertad, ya que quiere ser heredero y continuador del Concilio Vaticano II. "El Concilio Vaticano II", declara el Informe Resumido, "es, de hecho, como una semilla sembrada en el campo del mundo y de la Iglesia. […] El Sínodo 2021-2024 continúa aprovechando la energía de esta semilla y desarrollando su potencial. […] En este sentido, constituye un verdadero acto de recepción posterior del Concilio, extendiendo su inspiración y relanzando su fuerza profética para el mundo de hoy".

Una fuerza profética que quiere acoger en la Iglesia las falsas ideas resultantes de la revolución masónica, para realizar "una reconciliación oficial de la Iglesia con el mundo tal como era desde 1789[4]". Y avanzar cada vez más en el camino hacia este aggiornamento.

Padre Jean-Michel Gleize

El Padre Jean-Michel Gleize es profesor de apologética, eclesiología y dogma en el Seminario San Pío X de Écone. Es el principal colaborador del Courrier de Rome. Participó en las discusiones doctrinales entre Roma y la FSSPX entre 2009 y 2011.


[1] León XIII, Encíclica Libertas, 20 de junio de 1888.

[2] Charles Journet, L’Esprit du protestantisme en Suisse, París, 1925.

[3] Journet, ibidem, p. 156.

[4] Joseph Ratzinger, Les Principes de la théologie catholique. Esquisse et matériaux, Téqui, 1982, p. 426-427.