¿La Tierra es plana? La cara oculta de una falsificación (3)

Fuente: FSSPX Actualidad

Cristo sosteniendo el orbe terrestre, catedral de Reims, siglo XIII

No, la falsificación de la que vamos a hablar no proviene de la NASA, sino que se refiere a la idea arraigada y, sin embargo, falsa de una Edad Media "terraplanista", y a los fundamentos ideológicos de este mito. Después de haber refutado el mito de una Edad Media donde se creía que la Tierra era plana, y dilucidar la forma en que esta idea se estableció, es necesario considerar la enseñanza de la Sagrada Escritura y de la Iglesia.

¿La Biblia es "terraplanista"?

En el juicio del "terraplanismo", Voltaire, por supuesto, llama al banquillo de los acusados a las Sagradas Escrituras. Escribe con su característica ironía venenosa: "La debida reverencia por la Biblia, que nos enseña muchas más verdades necesarias y sublimes, fue la causa de este error universal entre nosotros. Leemos en el Salmo 104 que Dios extendió los cielos sobre la tierra como una cortina [1]".

Ciertamente, si se quiere extraer de la Escritura una admisión de "terraplanismo", siempre se puede plasmar esta idea preconcebida en un versículo que se adapte de una forma u otra. Pero lo contrario también es posible, ya que la Vulgata designa regularmente la Tierra con la palabra "orbis", que fácilmente se puede traducir como "globo" [3].

Pero en vez de involucrarnos en estos debates estériles, recordemos este conocido principio católico de que las Escrituras deben leerse a la luz de la interpretación de los Padres. Ahora bien, Voltaire no es un Padre de la Iglesia. En cambio, dejemos la palabra a la notable sabiduría de San Basilio el Grande († 379):

Los físicos que han estudiado el mundo han hablado mucho sobre la forma de la Tierra, han investigado si es una esfera o un cilindro, si se parece a un disco, si es redonda por todos lados o si tiene forma de abanico, y si es hueca en el centro; porque tales son las ideas que han tenido los filósofos, y con las que se han enfrentado unos a otros [4].

Por mi parte, no me atreveré a despreciar nuestra comprensión del mundo solo porque Moisés, el siervo de Dios, no habló de la forma de la Tierra, y no dijo que tiene una circunferencia de 180,000 estadios [5]; porque no midió el espacio del aire en el que se extiende la sombra de la Tierra cuando el sol se ha puesto; porque no explicó cómo esta misma sombra, al acercarse a la luna, provoca los eclipses. 

Por haber guardado silencio sobre estas cosas que, siendo inútiles para nosotros, no nos interesan, ¿debo entonces despreciar las enseñanzas del Espíritu Santo comparándolas con la necia sabiduría [del mundo]? ¿No deberíamos más bien glorificar a Aquel que, en lugar de entretener nuestra mente con vanidades, quiso que todo se escribiera para nuestra edificación y salvación de nuestras almas? 

Me parece que algunos, al no haber comprendido esto, han intentado atribuir a las Escrituras una profundidad prestada mediante alteraciones del significado e interpretaciones figurativas. Pero eso significa creerse más sabio que los oráculos del Espíritu Santo y, bajo el pretexto de la interpretación, introducir las propias ideas en el texto. Por lo tanto, aceptemos pues a estos [oráculos] tal como como están escritos. Homilías sobre el Hexameron, h. IX. 

Encontramos una observación similar de Agustín, a propósito del movimiento de los astros: Nunca el Evangelio pone en labios del Señor palabras como estas: 'Os envío el Paráclito para que os enseñe el curso de la luna y del sol'. Jesucristo quiso hacer cristianos y no matemáticos. En cuanto a tales asuntos, los hombres no necesitan más que las enseñanzas que se les dan en las escuelas". Contra Félix el Maniqueo, I. I.

¿La Iglesia es "terraesferista"?

La Iglesia no ha afirmado más la planitud de la Tierra que su redondez, porque, de hecho, no hace ninguna afirmación sobre este tema. Todos los Padres, teólogos y Papas que afirman que la Tierra es esférica no basan su pensamiento en la fe, porque consideran que esta última guarda silencio sobre este tema. Sistemáticamente, hacen referencia a "filósofos", "físicos", "matemáticos".

Proporcionan argumentos procedentes de la razón y de la observación: la sombra de la Tierra sobre la Luna durante los eclipses, el mástil del barco que desaparece tras el casco e incluso las nuevas estrellas que aparecen en el horizonte durante los viajes por mar. Este es un punto importante, porque el mito pretendía insinuar que la fe y la ciencia eran mutuamente excluyentes. 

El creyente supuestamente era impulsado a buscar la verdad únicamente en la fe, sin dejar ningún intersticio a la razón. Pero este no es el pensamiento de la Iglesia. Los Padres de la Iglesia pretendían únicamente rechazar la idea de la eternidad del mundo transmitida por la cosmología antigua. La cosmología moderna no puede reprocharles esto.

Padre Frédéric Weil

(Continuará)


[1] Voltaire añadió las palabras "sobre la Tierra" que no se encuentran en el versículo citado.

[2] Algunos evocan a Isaías (40, 22) cuando habla del Señor "sentado sobre el círculo [gyrum] de la Tierra", pero el hecho de colocar a Dios en posición sentada es evidentemente un antropomorfismo que debe tomarse en sentido metafórico. Es evidente que no podemos basarnos en un versículo así para derivar un significado literal. También está el siguiente pasaje de un salmo: "He establecido sus columnas" (Sal 74, 4), pero San Ambrosio dice claramente de este pasaje: "no podemos considerar que se trate de verdaderas columnas, sino de aquella virtud por la cual [Dios] fortalece y sostiene la esencia de la Tierra" (P. L. XIV, col. 133).

[3] Cf. Introito de Pentecostés: "El Espíritu del Señor llenó el orbe de la tierra [orbem terrarum]" (Sab. 1,7). El latín orbis es ambiguo porque puede significar "círculo" o "esfera". Es la misma ambigüedad que la palabra "redondo": se habla de la "Tierra redonda" en referencia a una esfera, pero también se habla de una "mesa redonda" aunque es plana. El diccionario latino de F. Gaffiot traduce la expresión "orbis terræ" así: "disco de la tierra, según creencias antiguas, para nosotros globo terrestre". Pero está claro que Gaffiot está supeditado al mito. Si se analizan los textos de los Padres, vemos, por ejemplo, a San Ambrosio hablar indiscriminadamente de orbis lunæ y globus lunæ, lo que indica que orbis es efectivamente un globo (P. L., t. XIV, col. 127 y 200). En el siglo XVI, el erudito y poeta Jean-Pierre de Mesmes no dudó en hacer esta aplicación: "Por tanto, debemos decir que la masa terrestre es redonda, ya que su sombra es redonda: lo que confiesan los Santos Profetas, llamando a la Tierra Orbis terræ" (Institutions astronomiques, cap. 18, págs. 54–55).

[4] San Basilio evoca aquí las opiniones de los filósofos griegos, porque no todas son válidas para la esfericidad. Citemos al canónigo Copérnico que nos ofrece información sobre los autores de estas diversas opiniones: "La tierra no es plana, como decían Empédocles y Anaxímenes, ni tiene forma de pandereta, como decía Leucipo, ni tiene forma de barco, como decía Heráclito, ni es hueca de ningún otro modo, como decía Demócrito. Tampoco es cilíndrica, como decía Anaximandro, sino absolutamente esférica, como creían los Filósofos". (Copérnico, De revolutionibus orbium cœlestium) Estos últimos filósofos son esencialmente Pitágoras, Platón y Aristóteles. Debemos tener en cuenta que la imaginación humana va mucho más allá de la dualidad reductiva entre disco y esfera.

[5] Esta es la medida dada por Ptolomeo en su obra Geografía. Utilizó el estadio filetario de 210 metros de longitud, lo que da una circunferencia de 37,800 km. El valor real es 40,070 km. Cf. Pierre Duhem, Le Système du monde, t. II, pág. 7.