Santa María la Mayor: régimen de Cuaresma para los canónigos

Fuente: FSSPX Actualidad

Basílica de Santa María la Mayor

Mediante un quirógrafo, el Papa Francisco promulgó la reforma de uno de los capítulos más venerables de la Iglesia latina: el de Santa María la Mayor. La nueva reforma pretende inspirarse en los principios implementados por la constitución apostólica Praedicate Evangelium que reestructuró la Curia Romana en 2022.

Los venerables canónigos de la basílica liberiana saben desde hace tiempo que el soberano pontífice tiene su mirada puesta en ellos, y no solo porque Francisco mantiene una devoción particular al ícono de la Virgen Salus populi romani venerada en este lugar: en el pasado, la prensa italiana ya había informado sobre la gestión económica, en ocasiones arriesgada, de uno de los santuarios más famosos de la Ciudad Eterna.

El principal cambio es una reducción de las competencias del capítulo: "Considero que conviene liberar a los canónigos de toda responsabilidad económica y administrativa, para que puedan dedicarse, plenamente y con renovado vigor, al acompañamiento espiritual y pastoral que los peregrinos de todo el mundo buscan y desean encontrar, al cruzar el umbral del primer santuario mariano de Occidente”, explica el quirógrafo del 19 de marzo de 2024.

Privados de todo poder en materia financiera, los canónigos de Santa María la Mayor ya no podrán alquilar los apartamentos en el recinto de la basílica para sus familiares o amigos, como era la costumbre: a partir de ahora, será necesario haber recibido la aprobación del consejo de administración.

La institución de este consejo es una de las grandes novedades de la reforma: en este órgano recaerá toda la gestión de la basílica liberiana, mientras que el mandato de los canónigos se reduce a una duración de cinco años, con un límite de edad de ochenta años, y la obligación de abandonar en el plazo de un mes la vivienda prestada gratuitamente por la basílica al expirar la canonjía. La época de las prebendas vitalicias se ha terminado. 

En 2021, el Papa Francisco encomendó a uno de sus hombres de confianza, el Padre Rolandas Makrickas –a quien desde entonces elevó a la dignidad de arzobispo– la responsabilidad de la gestión económica y financiera de un capítulo liberiano oficialmente “llevado al borde por la pandemia de Covid 19”. 

Un tutelaje justificado por la contabilidad “caótica” y “turbia” de los canónigos según la prensa, y que brinda el momento perfecto para redactar nuevos estatutos para una institución que data de finales del siglo XII y que siempre había tenido las manos libres en el pasado. Los primeros estatutos promulgados por el Papa Juan Pablo II en 1999 revelaron la complejidad de la estructura canónica reformada en los últimos días.

Monseñor Makrickas, en agradecimiento por sus servicios, fue nombrado por el pontífice argentino arcipreste coadjutor de la basílica con "todas las facultades necesarias para la moderación y aplicación de la nueva legislación, para el gobierno del capítulo (...) y para cumplir los actos de administración ordinaria y extraordinaria hasta la constitución de la Junta Directiva”.

Concebida según los principios de la constitución apostólica Praedicate Evangelium que presidió la reforma de la Curia romana –y uno de cuyos objetivos más o menos declarados es transferir parte del poder del gobierno eclesiástico a los laicos–, la nueva reforma limita las competencias del capítulo al ámbito espiritual, donde debe “brillar por la santidad de una vida dedicada al servicio de Dios y por la piedad de las costumbres”.

Su otra tarea será garantizar el futuro entierro del Papa Francisco, que ha decidido ser enterrado en Santa María la Mayor, rompiendo con la costumbre establecida por sus predecesores de elegir la Basílica Vaticana como lugar de descanso en espera de la resurrección. Sin embargo, los nuevos estatutos no prevén en ningún caso que los canónigos visiten su tumba todos los días...