El Papa Francisco habla sobre su relación con Benedicto XVI

Fuente: FSSPX Actualidad

El Papa Francisco aborda la delicada cuestión de su relación con Benedicto XVI en un libro-entrevista que se publicará próximamente. Una década de convivencia sin precedentes que marcó definitivamente el actual pontificado y la historia de la Iglesia en el siglo XXI.

"Benedicto y yo teníamos una relación muy profunda, y quiero que se sepa, quiero que se dé a conocer sin intermediarios". ¿Una forma de justificación? ¿O un deseo de controlar la narrativa de dos Papas –uno en el ejercicio, el otro “emérito”– completamente opuestos? Una cosa es segura: el libro-entrevista que se publicará el 3 de abril de 2024 en su edición en español seguramente dará que hablar.

En primer lugar, el título: El Sucesor: Mis recuerdos de Benedicto XVI es bastante revelador, porque parece poner de relieve, quizá de forma no intencional, que la sombra de Joseph Ratzinger, como la estatua del Comandante en Don Juan, se cierne definitivamente sobre el actual pontificado.

A lo largo de 330 páginas, el Papa argentino evoca, con su habitual naturalidad, una década de convivencia con Benedicto XVI, "sin esquivar las polémicas y las dificultades", explica Javier Martínez-Brocal, el periodista que recogió las palabras de Francisco.

Cabe señalar que este último eligió como interlocutor al corresponsal romano del medio conservador español ABC, que escribió El Papa de la Misericordia en 2015, una obra apreciada por el actual sucesor de Pedro.

En el libro que se publicará después de Pascua, Francisco explica que el Papa emérito solía “ampliar la perspectiva” en los distintos encuentros que ambos tuvieron. Francisco afirma su verdad: su relación con Benedicto XVI fue “mucho más fluida” de lo que se dice aquí y allá en la prensa.

En apoyo de su tesis, el actual pontífice romano recuerda: “a veces yo abordaba un tema, otras veces lo hacía él. 'Estoy preocupado por lo que está pasando', decíamos a veces. Hablábamos de todo, con mucha libertad. Cuando le hacía una pregunta, solía responderme: 'Bueno, también deberíamos mirar hacia este lado, o hacia el otro'".

Según las palabras del Papa Francisco, su predecesor “tenía la capacidad de ampliar la perspectiva para ayudarme a tomar la decisión correcta. Nunca me dijo: 'no estoy de acuerdo', sino 'está bien, pero hay que tener en cuenta este otro elemento'. Siempre amplió el horizonte".

Aquí, como en otras partes, todo está en lo que no se dice, y el pontífice argentino no es en vano el primer Papa jesuita de la historia: por poner un solo ejemplo, si bien Benedicto XVI nunca expresó abiertamente su desacuerdo con Francisco, no es seguro que ambos hombres estaban en la misma longitud de onda.

Una divergencia de método

Desde Traditionis Custodes hasta Fiducia supplicans –que el Papa emérito no conoció– pasando por el método sinodal, es difícil no ver una cierta solución de continuidad entre ambos pontificados. Al menos en los medios utilizados. Pero sus intenciones parecen converger: por ejemplo, la intención de los dos Papas siempre habría sido preservar el lugar principal de la misa reformada.

El Papa Francisco pretende cerrar así el capítulo de su relación con Benedicto XVI: “Mantuvimos una relación muy profunda, quiero que eso se sepa, y sin intermediarios. Es un hombre que tuvo el valor de dimitir y que, desde allí, siguió apoyando a la Iglesia y a su sucesor”, insiste.

Una continuidad en el fondo

El Papa actual tiene razón en un punto: aunque el método haya sido claramente distinto, el fondo sigue siendo el mismo entre los dos pontificados: la fidelidad al Concilio Vaticano II.

Ciertamente hay una divergencia en el modo de tratar la misa tradicional, divergencia que proviene de un rechazo visceral por parte del Papa reinante y de un cierto apego por parte del Papa emérito fallecido.

También existe una cierta divergencia sobre cómo actuar ante las parejas irregulares y del mismo sexo. Benedicto XVI siempre siguió una línea relacionada con la doctrina inmutable de la Iglesia. Mientras tanto, Francisco se ha separado de ella y se desliza por una pendiente cada vez más resbaladiza desde Amoris laetitia hasta Fiducia supplicans.

Pero sobre la base conciliar, lo que ha prevalecido es la continuidad, aunque el Papa jesuita es más coherente con las tesis de Vaticano II, empujándolas cada vez más según su lógica, mientras que sus predecesores, desde Pablo VI hasta Benedicto XVI, no habían llegado tan lejos, por varias razones.

Por eso Francisco no se equivoca del todo al afirmar la continuidad, aunque no hable sobre las diferencias que le desagradan.