Franja de Gaza: cuando un pontificado llega a sus límites

Fuente: FSSPX Actualidad

La reunión del Papa Francisco con las delegaciones israelí y palestina el 22 de noviembre de 2023 generó gran polémica. Los líderes del judaísmo en Italia denunciaron en la actitud del romano pontífice una forma de relativizar la magnitud de los ataques terroristas perpetrados por Hamás el 7 de octubre. Más allá de eso, todo el gobierno del actual pontificado está en entredicho.

La polémica suscitada por las declaraciones del soberano pontífice, comunicadas por la parte palestina, plantea la cuestión del grado de implicación de la Secretaría de Estado y de los diplomáticos de la Santa Sede en la organización de la audiencia del 22 de noviembre de 2023. Pregunta importante: ¿la coordinación entre el sucesor de Pedro y sus servicios diplomáticos sigue siendo ignorada?

Para el historiador de las religiones, Massimo Faggioli, profesor del Departamento de Teología y Estudios Religiosos de la Universidad de Villanova en Filadelfia (Estados Unidos), y autor de varias obras sobre el catolicismo, "en la relación con el judaísmo y el islam, no se puede recurrir a escenarios del pasado, ni improvisar. Necesitamos un pontífice menos generoso con sus palabras, más reflexivo y atento".

Un pontífice especialmente atento, se podría añadir, para escuchar a los servicios diplomáticos de la Santa Sede experimentados en las situaciones internacionales más complejas, siendo que, al contrario, desde 2013 tiene lugar una progresiva marginación de la Secretaría de Estado.

Lo sucedido el 7 de octubre pasado abre una secuencia particularmente delicada, que puede cambiar la situación en términos de diálogo con el judaísmo y el islam, hasta el punto de poner en duda la gestión muy “personal” del Papa Francisco: según el historiador italiano, "hay límites y consecuencias para un pontificado al abordar estas cuestiones a un nivel muy personal. Esto, desde mi punto de vista, es un límite".

"Es un estilo que puede funcionar con otro tipo de interlocutores, pero aquí creo que hay límites y también un precio a pagar en términos de incomprensiones y tensiones que sería mejor evitar. (…) Una cosa es negociar con entidades de derecho internacional, otra dirigirse a una diócesis, a un monasterio o a un movimiento eclesial".

Un Papa aislado y criticado

De ahí la imagen actual de un Papa particularmente solitario, que aparece en primera línea en muchos temas y que, por lo tanto, se coloca directamente bajo el fuego de las críticas, a veces duras y sin filtros, contra él. Lamentablemente, las noticias recientes son un ejemplo en este sentido, y a menudo tienen el efecto de disminuir el prestigio de la función papal.

Esto es lo que señala Massimo Faggioli: "Creo que Francisco gobierna de forma más aislada que sus predecesores. En la época de estos últimos, existía el 'apartamento papal', con un secretario visible e identificable que tenía una función de filtro. Esto ha desaparecido: hoy el secretario del Papa tiene una función de geometría variable, sin visibilidad. Y el papel de la Curia romana no está bien definido bajo el actual pontificado".

La reforma de la Curia romana promulgada en 2022 ha debilitado significativamente la función del secretario de Estado y ha reorientado la Curia hacia el Papa. Una dimensión confirmada por la promulgación de la ley fundamental de la Ciudad del Vaticano el pasado mes de mayo. Se enfrentan dos imperativos contradictorios: por un lado, la Iglesia debe "salir" convirtiéndose en "sinodal", por otro lado, debe permanecer centrada en la persona misma del Papa, que no duda en decidir solo en toda 'verticalidad'.

“Este es uno de los efectos de una eclesiología según la cual la Iglesia es un pueblo con el que el Papa está en relación directa”, señala Massimo Faggioli como hipótesis de trabajo. Una forma de “peronismo eclesiástico”, podría añadirse.

Para resumir muy sucintamente los diez años del actual pontificado, podríamos citar nuevamente a Massimo Faggioli: "Mi tesis sobre este pontificado es que representa una fase de aceleración muy fuerte hacia la globalización del catolicismo. (…) Es un catolicismo más global, menos europeo, más multicultural, más diversificado, pero también más difícil de mantener unido. (…) Este es un momento histórico porque la Iglesia está cambiando de rostro, en un sentido literal". A riesgo de terminar desfigurada luego de este lifting único en su tipo.