India: la venganza del dios Rama

Fuente: FSSPX Actualidad

Al decidir inaugurar a bombo y platillo el monumental templo de Rama en Ayodhya (Uttar Pradesh, India) el 22 de enero de 2024, el primer ministro Narendra Modi volvió a enviar una fuerte señal al electorado hindú, a pocos meses de las elecciones legislativas previstas para el próximo mes de abril, lo que hace temer a las minorías religiosas una persecución cada vez mayor.

Pétalos de flores lanzados desde un helicóptero, trajes resplandecientes lucidos por 7,500 invitados cuidadosamente seleccionados... Fue durante una coreografía hábilmente organizada cuando el primer ministro de la India, vestido con una kurta, una túnica tradicional con hilos de oro, inauguró oficialmente al culto el nuevo templo dedicado al dios Rama.

“El 22 de enero de 2024 no es solo una fecha en el calendario, sino que presagia el advenimiento de una nueva era”, declaró Narendra Modi, rodeado de dos nacionalistas hindúes: Mohan Bhagwat, líder del Rashtriya Swayamsevak Sangh (RSS), la organización central de fundamentalistas, y Yogi Adityanath, jefe del gobierno de Uttar Pradesh, un monje extremista, quienes han hecho de la aniquilación del cristianismo y del islam en la India su objetivo número uno.

“Hoy ha llegado nuestro señor Rama, que ha estado esperando durante siglos”, proclamó el primer ministro hindú, desvelando una estatua de la divinidad que resume por sí sola el sentimiento nacionalista de los hindúes en el poder: avatar de Vishnu, Rama habría nacido en Ayodhya hace veinte siglos; incluso se habría erigido un templo en el lugar de su nacimiento.

En el siglo XVI, Babur, fundador de la gran dinastía mogol, invadió el norte de la India. Uno de sus generales destruyó entonces el templo dedicado a Rama para erigir una mezquita en su lugar. En 1992, los nacionalistas hindúes del BJP arrasaron a su vez la mezquita, masacrando a los musulmanes que se encontraban en la zona, antes de iniciar, a partir de 2019, la construcción del nuevo templo.

Un proyecto que no está exento de segundas intenciones políticas y religiosas. “Narendra Modi nos fijó un objetivo”, explica Vishal Singh, una de las manos derechas del primer ministro indio: “Hacer de Ayodhya la capital global espiritual del mundo para 2047, con motivo del centenario de la independencia india. El espíritu de la ciudad se centrará en la vida del Señor Rama.

"Estudiamos Jerusalén, donde los peregrinos pueden seguir el camino de Jesús [antes de la crucifixión]. Asimismo, crearemos corredores donde los fieles podrán visitar los lugares donde Rama caminó, jugó, se bañó, vivió... La gente verá que la vida de Rama no es mitología. Es la historia tal como sucedió".

La familia nacionalista hindú considera que el país fue víctima de 12 siglos de opresión: bajo los sultanes musulmanes y luego bajo los cristianos británicos. Al inaugurar a bombo y platillo el templo de Rama –un acontecimiento único para un jefe de gobierno en la historia reciente de la India– Modi pretende consagrar el renacimiento político, económico, cultural y religioso del país de los maharajás, y esto a unos pocos meses de las elecciones legislativas cruciales para su permanencia en el poder.

La nueva era anunciada por el jefe del ejecutivo indio no encanta a las minorías religiosas quienes la consideran –los cristianos en particular– como una licencia adicional otorgada a los nacionalistas para aumentar diariamente las vejaciones contra ellos.

La posibilidad de una tercera victoria consecutiva de Narendra Modi el próximo mes de abril –como parecen indicar todos los sondeos– podría marcar efectivamente una nueva etapa en el proceso del Hindutva, es decir, el retorno de todos los indios a una religión hindú única, un proyecto inscrito en el ADN político del BJP.