Para Navidad, los silenciosos reproches del Papa a la Curia

Fuente: FSSPX Actualidad

El Soberano Pontífice pronunció su discurso de felicitación navideña a la Curia en un contexto tenso en el Vaticano y en la Iglesia universal: divisiones en torno al Sínodo, el veredicto del “juicio del siglo”, una revuelta que se gesta tras la publicación de Fiducia supplicans… Aunque Francisco no hizo ninguna alusión a esta espinosa noticia, no faltaron los reproches, tanto mordaces como moderados.

Resignados o con aire ausente, los altos prelados de la Curia se preparaban para escuchar el discurso de Navidad que el Romano Pontífice les dirigiría el 21 de diciembre de 2023, desde la plataforma que sostiene un trono revestido de terciopelo rojo carmesí.

Desde 2013, como saludo de fin de año, Francisco ha adquirido la costumbre de dirigir una interminable serie de reproches a sus colaboradores. Y la versión de 2023 no fue distinta respecto a años anteriores: desde este punto de vista, el actual sucesor de Pedro respeta las tradiciones. O al menos las que él mismo estableció.

“Superar la tentación del inmovilismo”, “cuidado con las posiciones ideológicas rígidas”, “rechazar la posición de quienes creen saberlo todo”, “no ser lobos depredadores”, “no actuar en base a criterios mundanos”, “no dar vueltas en círculos en nuestros laberintos." Fue una letanía de reproches que el Papa argentino dirigió a los cardenales y principales empleados del Vaticano.

Un final de pontificado con un ambiente cada vez más tenso

Un ambiente tenso que refleja la actualidad religiosa que marcó el año 2023: la onda expansiva provocada por la sentencia de cinco años y medio de prisión impuesta al cardenal Angelo Maria Becciu – exsustituto de la Secretaría de Estado y exprefecto del Dicasterio para las Causas de los Santos – en el contexto de un caso de inversiones consideradas fraudulentas, todavía sacude a la Curia romana.

Los pasillos de los palacios apostólicos susurran que la conclusión del "juicio del siglo" constituye una prueba más del autoritarismo del Papa: según Luis Badilla, experiodista de Radio Vatican, el reciente veredicto ilustra "la cuestión de excesos y arbitrariedades, que han llegado al límite de la tolerabilidad porque arruinan la credibilidad y la autoridad de la Santa Sede”.

Una opinión compartida, o casi, por Jean-Marie Guénois, columnista religioso de Le Figaro, quien en su libro Pape François, la révolution, (Gallimard 2023), considera que “Francisco trabajó para limitar su propio poder” pero que “paradójicamente dirigió al Vaticano como un autócrata según muchos testimonios coherentes y de alto nivel, lo que no necesariamente se percibía desde fuera”.

Anteriormente, en otoño, el Sínodo sobre la Sinodalidad que tuvo lugar en Roma tampoco fue convincente: intentó pasar por alto la moral a favor de un enfoque pastoral que dejó perplejo a más de uno. Sobre todo, cuando se recuerda que rara vez se ha visto un Papa tan moralizador como Francisco: basta leer los discursos anuales a la Curia Romana para convencerse de ello.

Una relativización de la moral cristiana que se manifestó además en la declaración del Dicasterio para la Doctrina de la Fe sobre la posibilidad de "bendecir a las parejas homosexuales de forma no litúrgica", sembrando la consternación en toda una parte del episcopado y de la población católica: “Se está gestando una revuelta contra el Papa Francisco”, tituló Le Figaro en Nochebuena.

“Sesenta años después del Concilio Vaticano II”, añadió el Papa el pasado 21 de diciembre, “todavía estamos debatiendo la división entre “progresistas” y “conservadores”, pero es más bien entre aquellos que están animados por el impulso del amor y aquellos que permanecen en un hábito rutinario. Solo quien ama puede avanzar”. Pero, ¿podemos “amar en la verdad” evitándola?

“Por favor, cuidemos de no perder el sentido del humor”, dijo el Soberano Pontífice al concluir su discurso, antes de ofrecer a los cardenales presentes el libro de sus homilías navideñas y un ejemplar de su libro titulado Santi, non mondani: La grazia di Dio ci salva dalla corruzione interiore" (Santos pero no mundanos: la gracia de Dios nos salva de la corrupción interior).