Viaje de Francisco a Mongolia - 31 de agosto al 4 de septiembre de 2023

Fuente: FSSPX Actualidad

Encuentro ecuménico en Ulán Bator

Al 30 de noviembre de 2022, el directorio pontificio arrojaba una cifra de 1,394 católicos, que representan aproximadamente el 0.04% de la población mongola. En este país de 3.4 millones de habitantes hay 6 sacerdotes seculares y 2 sacerdotes indígenas, uno de los cuales fue ordenado sacerdote en 2022. Los otros 19 sacerdotes son religiosos misioneros.

La Iglesia católica cuenta con la catedral de los Santos Pedro y Pablo en Ulán Bator. Y, la capital de 1.4 millones de habitantes (43% de la población del país), cuenta con otras cinco parroquias. También hay dos parroquias en las ciudades de Darkhan y Erdenet en el norte, una en Arvaikheer, en el centro del país, y otra en Zuunmod en las afueras de la capital.

La población mongola es budista en un 53%, atea o agnóstica en un 39%. A esto se suman los musulmanes suníes (3%). Todos los cristianos representan el 2.1% de la población, de los cuales la mayoría son protestantes (36,100) y evangélicos o asociados (23,000). La Iglesia ortodoxa rusa tiene 2,650 fieles. En 1992, el país oficialmente no tenía ningún católico. 

Los primeros misioneros, miembros de la Congregación del Inmaculado Corazón de María (CICM) o Scheutistas, llegaron a Mongolia en 1992; las primeras religiosas en 1995. Los seis seminaristas actuales reciben su formación parcialmente en Corea del Sur. En 2022, el Papa Francisco elevó al cardenalato a monseñor Giorgio Marengo, un joven misionero de la Consolata que entonces tenía 48 años y único obispo de la Iglesia católica en Mongolia.

Actualmente, está prohibido que los misioneros enseñen catecismo a niños menores de 16 años sin el consentimiento de los padres. El catecismo debe enseñarse en iglesias y edificios oficiales de la Iglesia – y no en escuelas o institutos caritativos. Los sacerdotes no tienen derecho a ser identificables fuera de las iglesias.

El gobierno aprovechó el período post-Covid para reforzar su control sobre las religiones no mongolas. Sin embargo, están en marcha negociaciones entre la Santa Sede y el gobierno mongol para facilitar el establecimiento de misioneros católicos, afirmó Matteo Bruni, director de la Oficina de Prensa del Vaticano.

"Entregar la vida por el Evangelio"

En la catedral de los Santos Pedro y Pablo de Ulán Bator, el 2 de septiembre, Francisco se dirigió a las personas consagradas y a los agentes pastorales del país. El Papa habló sobre las "raíces muy antiguas" de la evangelización de Mongolia, evocando las misiones de tradición siríaca a lo largo de las Rutas de la Seda desde el primer milenio, las delegaciones diplomáticas del Vaticano en el siglo XIII y el trabajo emprendido a partir de 1992 por las congregaciones misioneras.

Jesús es "la buena nueva para todos los pueblos". Agradeciendo a los misioneros cuyas iniciativas caritativas "reflejan el rostro misericordioso de Cristo Buen Samaritano", el Papa los animó a "continuar este camino fructífero y beneficioso para el amado pueblo mongol", pero también a dirigirse a Jesús, "nuestro tesoro" (cf. Mt13, 44), "la perla preciosa por la que vale la pena gastarlo todo" (cf. Mt13, 45-46).

"Los hermanos y hermanas de Mongolia tienen un profundo sentido de lo sagrado y, como suele ocurrir en el continente asiático, una historia religiosa rica y articulada. Esperan este testimonio de ustedes y saben reconocer su autenticidad", insistió el soberano pontífice.

Apoyándose "en una fe auténtica, en la fuerza desarmadora del Resucitado, capaz de aliviar el sufrimiento de la humanidad herida", la Iglesia no presenta ningún riesgo para las autoridades seculares, recordó. Jesús no envió a los católicos para "propagar el pensamiento político", insistió respecto a la restricción del gobierno que ha limitado el acceso a visas para miembros de religiones no mongolas.

"El hecho de que su obispo sea un cardenal es una expresión adicional de cercanía: todos ustedes, solo físicamente distantes, están muy cerca del corazón de Pedro", insistió Francisco. Invitando a los misioneros y agentes pastorales a la "sencillez" y la "proximidad", el Papa los confió a María, a quien Mongolia está consagrada desde 2022, recordando que "Dios ama la pequeñez y ama realizar grandes cosas a través de la pequeñez".

El diálogo interreligioso para un enriquecimiento franco y recíproco

Un encuentro ecuménico e interreligioso en el Teatro Hun de Ulán Bator reunió el 3 de septiembre a representantes de las once religiones presentes en Mongolia, en una sala de conferencias en forma de la tradicional yurta.

El Papa Francisco escuchó a Kamba Nomun Khan, del monasterio budista de Gandan, representante del chamanismo, al Padre Antoine Gusev, rector de la parroquia ortodoxa rusa de Mongolia, a representantes de las comunidades judía, bahá'í, musulmana, hindú y evangélica, adventistas y testigos de Jehová…

Siendo el último en hablar, Francisco dijo ser "un hermano en la fe con los creyentes en Cristo y como hermano de todos ustedes, en nombre de la búsqueda religiosa común y de la pertenencia a la misma humanidad".

Siguiendo el espíritu de la Declaración de Abu Dabi sobre la Fraternidad Humana, firmada conjuntamente con el gran imán de Al-Azhar en 2019, Francisco dijo: "El valor social de nuestra religiosidad se mide por cómo logramos armonizarnos con otros peregrinos en la tierra y cómo logramos difundir la armonía donde vivimos".

Finalizó deseando "que las oraciones que elevamos al cielo y la fraternidad que vivimos en la tierra alimenten la esperanza; que sean el testimonio sencillo y creíble de nuestra religiosidad, de nuestro caminar juntos con la mirada fija en lo alto, de nuestro modo de habitar el mundo en armonía –no olvidemos la palabra "armonía"- como peregrinos llamados a mantener la atmósfera de hogar, para todos".

Estamos sedientos y el amor apaga nuestra sed

Durante la misa celebrada ese mismo día en la Steppe Arena de Ulán Bator, el Papa se dirigió a las 2,500 personas presentes. "Todos somos 'nómadas de Dios', peregrinos en busca de felicidad, viajeros sedientos de amor", gritó.

"Dios Padre envió a su Hijo para darnos el agua viva del Espíritu Santo para saciar nuestras almas" y Jesús "nos muestra el camino para ser saciados", continuó. Citando a San Agustín, el pontífice explicó: "Para que no desmayemos en este desierto, el Señor derrama en nuestros corazones el rocío divino de su palabra. […] Tenemos sed y podemos ser refrescados por la gracia que Dios nos da".

También recordó que "el mejor camino es abrazar la cruz de Cristo. (…) Cuando pierdes la vida, cuando la ofreces generosamente en servicio, cuando la arriesgas entregándola con amor, cuando haces un don gratuito para los demás, entonces te regresa en abundancia, derrama en ti una alegría que nunca se desvanece, una paz en el corazón, una fuerza interior que te sostiene. Y necesitamos paz interior".

Sorpresivamente, al final de la misa celebrada en Ulán Bator, el Papa tomó de la mano al obispo de Hong Kong, monseñor Stephen Chow Sau-yan, y a su predecesor, el cardenal John Tong Hon: "Estos dos hermanos obispos, el emérito y al actual obispo de Hong Kong: quisiera aprovechar su presencia para saludar calurosamente al noble pueblo chino".

Y declaró sin titubear: "Pido a los católicos chinos que sean buenos cristianos y buenos ciudadanos [sic]". El predecesor del cardenal Tong Hon, el cardenal Joseph Zen Ze-kiun, no formaba parte del séquito papal.

Este inesperado llamado del Papa se enmarca en el particular contexto del acuerdo de 2018 –mantenido en secreto– establecido entre la Santa Sede y la República Popular de China sobre los nombramientos episcopales, renovado en 2020 y 2022. Un contexto difícil donde el silencio del Papa pesa sobre la represión de los movimientos prodemocracia en Hong Kong, donde muchas diócesis permanecen vacantes o en una situación canónica incierta.

La próxima creación cardenalicia del actual obispo de Hong Kong, monseñor Chow Sau-yan, el 30 de septiembre, parece una respuesta al deseo de crear un nuevo cardenal como mediador entre Roma y Beijing.

¡Por amor a Dios!

Finalmente, el Papa visitó el 4 de septiembre a la Casa de la Misericordia "que hoy tengo la alegría de bendecir e inaugurar", anunció. Francisco habló de la "buena fragancia de Cristo" en el país.

"Al llegar a Ulán Bator en los años 1990, los primeros misioneros sintieron inmediatamente el llamado a la caridad, que los llevó a cuidar de los niños abandonados, de los hermanos y hermanas sin hogar, de los enfermos, de las personas con discapacidad, de los presos y de todos aquellos que, en su estado de sufrimiento, pedían ser acogidos". La Iglesia católica, aunque muy minoritaria, desempeña un papel importante en Mongolia, donde el 27% de la población vive por debajo del umbral de pobreza.

Y Francisco advirtió una vez más: "No, la Iglesia no avanza por proselitismo, para ganar gente 'de su lado', avanza por atracción. Los cristianos reconocen a los necesitados y hacen todo lo posible para aliviar su sufrimiento porque ven a Jesús, el Hijo de Dios, y en él la dignidad de cada persona, llamada a ser hijo o hija de Dios".

"Dialogar con la mística de un pueblo"

Al regreso de su viaje a Mongolia, el Papa respondió a las preguntas de los periodistas en el avión que lo llevaba a Roma. En particular, aclaró "cuál era el objetivo principal de esta visita". Retomamos su respuesta completa, publicada por Vatican News el 4 de septiembre.

"La idea de visitar Mongolia surgió mientras pensaba en la pequeña comunidad católica. Hago estos viajes para visitar comunidades católicas y también para entrar en diálogo con la historia y la cultura de un pueblo, con la mística de un pueblo. Es importante que la evangelización no se conciba como proselitismo. El proselitismo siempre está restringido. (…)

"El anuncio del Evangelio entra en diálogo con la cultura. Hay una evangelización de la cultura y una inculturación del Evangelio. Porque los cristianos también expresan sus valores cristianos en la cultura de su propio pueblo. Es lo opuesto a la colonización religiosa. Para mí, este viaje consistió en conocer a este pueblo, en dialogar con este pueblo, en acoger la cultura de este pueblo y en acompañar a la Iglesia en su camino con gran respeto por la cultura de este pueblo. Y estoy satisfecho con el resultado".

Recordatorio: el deber de enseñar a todas las naciones

En su encíclica Æterni Patris (4 de agosto de 1879), el Papa León XIII ofrece en su introducción una corrección fraterna a su sucesor que parece asimilar el apostolado al proselitismo y al intento de imponer la fe, reduciéndolo a una obra de propaganda:

"El Hijo Unigénito del Eterno Padre, que apareció sobre la tierra para traer al humano linaje la salvación y la luz de la divina sabiduría hizo ciertamente un grande y admirable beneficio al mundo cuando, habiendo de subir nuevamente a los cielos, mandó a los apóstoles que 'fuesen a enseñar a todas las gentes' (Mt 28, 19), y dejó a la Iglesia por él fundada por común y suprema maestra de los pueblos.

"Pues los hombres, a quien la verdad había libertado debían ser conservados por la verdad; ni hubieran durado por largo tiempo los frutos de las celestiales doctrinas, por los que adquirió el hombre la salud, si Cristo Nuestro Señor no hubiese constituido un magisterio perenne para instruir los entendimientos en la fe. Pero la Iglesia, ora animada con las promesas de su divino autor, ora imitando su caridad, de tal suerte cumplió sus preceptos, que tuvo siempre por mira y fue su principal deseo enseñar la religión y luchar perpetuamente con los errores. 

"A esto tienden los diligentes trabajos de cada uno de los Obispos, a esto las leyes y decretos promulgados de los Concilios, y en especial la cotidiana solicitud de los Romanos Pontífices, a quienes como a sucesores en el primado del bienaventurado Pedro, Príncipe de los Apóstoles, pertenecen el derecho y la obligación de enseñar y confirmar a sus hermanos en la fe".