Estados Unidos: Monseñor Strickland advierte a sus fieles contra el Sínodo

Fuente: FSSPX Actualidad

Monseñor Joseph Edward Strickland

A Monseñor Joseph Strickland, obispo de Tyler, Texas, no le falta ni fe ni valentía. A pesar de que acaba de ser sometido a una visita apostólica que aparentemente tenía un sabor inquisitorial, escribió una Carta Pastoral a los fieles bajo su cuidado para advertirles contra el giro tomado por el sínodo mundial.

Por supuesto, es posible que la visita apostólica realizada en esta diócesis de 120,000 almas estuviera justificada por irregularidades o dificultades de las que su pastor podría ser responsable, al menos parcialmente.

Pero el hecho de que Monseñor Strickland ataque regularmente el escándalo del "Orgullo Gay" y que haya denunciado públicamente al Padre James Martin, jesuita partidario del matrimonio homosexual –invitado especial del Papa para el próximo Sínodo– no son hechos sin importancia en esta visita. Sin mencionar que uno de los dos visitantes, Monseñor Gerald Kicanas, es, por decir lo mínimo, "controversial".

Una enérgica carta pastoral

Este contexto pone de relieve la valentía del prelado que, en estas condiciones, no dudó en escribir una carta pastoral advirtiendo sobre los posibles resultados del próximo sínodo que se celebrará en octubre.

El obispo de Tyler retoma el célebre apóstrofe de San Pablo a los gálatas: "Pero aun cuando nosotros mismos o un ángel del cielo, si posible fuese, os predique un evangelio diferente del que nosotros os hemos anunciado, ¡sea anatema! Os lo he dicho ya, y os lo repito: cualquiera que os anuncie un evangelio distinto del que habéis recibido, ¡sea anatema!" (Gál 1, 8-9).

A continuación, Monseñor Strickland recuerda a su rebaño siete verdades fundamentales: la unidad de la Iglesia de Cristo, la institución divina de todos los sacramentos, la insistencia en que el matrimonio es la unión de un hombre y una mujer, la imposibilidad de cambiar la creación (contra la ideología de género), el grave pecado de cualquier acto sexual fuera del matrimonio, la falsedad del indiferentismo -que afirma que uno puede salvarse igualmente en cualquier religión o incluso sin ella- y, finalmente, la necesidad de llevar la Cruz.

El obispo pasa a la advertencia: "En las próximas semanas y meses, muchas de estas verdades serán examinadas en el Sínodo sobre la Sinodalidad. Debemos aferrarnos a estas verdades y desconfiar de cualquier intento de presentar un Evangelio alternativo, diferente al de Jesucristo, o de imponer una fe que hable de diálogo y fraternidad, intentando suprimir la paternidad de Dios".

Finalmente, alienta de una forma que no se escuchaba desde las advertencias de Monseñor Marcel Lefevre: "Desgraciadamente, podría ser que algunos califiquen de cismáticos a quienes no estén de acuerdo con los cambios propuestos. Tengan la seguridad, sin embargo, de que ninguno de los que se aferran firmemente a los fundamentos de nuestra fe católica es cismático.

"Debemos seguir siendo decidida y verdaderamente católicos, independientemente de las propuestas que se hagan. También debemos ser conscientes de que oponerse firmemente a estos cambios propuestos no significa salir de la Iglesia. Como dijo San Pedro: "Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna" (Jn 6,68).

"Por tanto, permanecer firmes no significa que queramos salir de la Iglesia. Por el contrario, quienes se proponen cambiar lo que no se puede cambiar buscan apoderarse de la Iglesia de Cristo, y ellos son los verdaderos cismáticos".

Esta Carta es particularmente clara y contundente. La conciencia del obispo se expresa con toda la caridad del padre del rebaño dispuesto a dar su vida por él, su vida, es decir, su cargo. Esta fuerza podría ser comunicativa, por lo que debemos orar y esperar.