¿Allanando el camino hacia una diaconado femenino?

Fuente: FSSPX Actualidad

La Hermana Linda Pocher

La cuestión del diaconado femenino ha vuelto a ser noticia tras una entrevista concedida por la Hermana Linda Pocher, una religiosa que participó en las dos últimas reuniones del C9, el consejo de cardenales que asisten al Papa en la reforma de la Iglesia, los días 4 y 5 de diciembre de 2023, así como el 5 y 6 de febrero de 2024.

La Hermana Linda Pocher es una salesiana española, profesora de cristología y mariología en la Facultad Auxilium (Roma). A la reunión también fueron invitadas otras tres mujeres: Lucia Vantini, italiana, profesora de teología y religión; Giuliva Di Berardino, virgen consagrada de Verona y profesora de espiritualidad, y Jo Bailey Wells, “obispa” y secretaria general adjunta de la comunión anglicana.

En la entrevista concedida a la agencia hispanohablante Europa Press, la religiosa salesiana afirmó, entre otras cosas, que el Papa sería “muy favorable al diaconado femenino”, pero está intentando “descubrir cómo ponerlo en práctica”.

Esta declaración sobre el deseo del Papa deja algunas interrogantes. En efecto, en varias intervenciones Francisco ha descartado claramente la posibilidad del diaconado femenino. Pero para un observador atento era evidente que el Papa haría algo en este sentido: no en el orden sacramental, porque sería imposible, sino en el orden práctico.

En efecto, la religiosa explicó que el Papa quiere cambiar el modo en que la Iglesia “piensa y vive la diferencia entre el ministerio ordenado y el sacerdocio bautismal, extendiendo a todos los bautizados ciertos derechos que, hasta hace poco, pertenecían a los obispos, a sacerdotes o religiosos”.

Una elusión en la confusión

El hecho de que el sacramento del orden sea uno, y que tenga al menos tres grados, según el Concilio de Trento, es ineludible. También es ineludible que por fe se cree que está reservado a los hombres. Las respuestas de las dos comisiones pontificias, de 2016 y 2020, también confirmaron estas conclusiones, según el propio Francisco.

Entonces, ¿cómo hacer para lograr un diaconado femenino? Por una circunvalación que sembrará la confusión. La “redistribución” de poderes entre el ministerio ordenado y el sacerdocio bautismal es claramente el camino que está siguiendo el Papa. Es decir, a las mujeres se les confiarán ciertos poderes del diácono de forma “ordinaria” y recibirán una bendición “diaconal”.

Así, la distribución de la Sagrada Comunión, el bautismo, la homilía – recientemente negada a los laicos por el cardenal Arthur Roche, prefecto del Dicasterio para los Sacramentos – y la asistencia para los matrimonios, podrían ser concedidos de forma “ordinaria” a estas diaconisas. Quizás incluso la función litúrgica en la misa.

Habría entonces un “diaconado” femenino que no sería ordenado, pero que podría desempeñar las funciones principales del diácono: una elusión del obstáculo. Pero lo que provocaría la peor confusión posible es que el sacramento del orden sería gradualmente asfixiado, diluido, despojado. Sin mencionar que surgirían serias dudas sobre la legitimidad de algunas de estas reformas.

Por ejemplo, dar la homilía cae bajo el poder de jurisdicción asociado con el sacramento del orden, y es a través de esta jurisdicción que el diácono puede predicar durante la misa. Además, el bautismo solemne solo puede ser administrado de manera “extraordinaria” por el diácono. Y nadie más puede administrar solemnemente este bautismo.

Por último, está claro que esta medida no satisfará a los más progresistas que exigen un diaconado femenino ordenado, y no una bendición sucedánea, incluso con todos los poderes de los que estaría dotada. Además, según las pretensiones manifestadas en el Camino Sinodal alemán y en el Sínodo Mundial, este diaconado debería ser solo un paso hacia el sacerdocio femenino...

La pregunta es: ¿el Papa ignora esto último? Y si está consciente de ello, ¿a dónde quiere llegar realmente?