China: el control de los católicos bajo el pretexto de la inculturación

El año 2024, según lo que se sabe sobre el acuerdo secreto entre China y el Vaticano, debería ser decisivo. Firmado por primera vez en 2018, por una duración de dos años, este acuerdo ha sido renovado dos veces por el mismo período, pero se espera que sea ratificado o abandonado definitivamente este año.

Después de un comienzo marcado por una clara violación del acuerdo por la parte china, que finalmente tuvo que ser aceptada por Roma, en 2023 se produjeron tres nombramientos de obispos “normalizados”. Sin embargo, nadie conoce los detalles de los criterios que guían al gobierno en la elección de los obispos. Además, ni el Papa ni el acuerdo son mencionados en China cuando se anuncian los nuevos nombramientos.

El nuevo plan quinquenal para la sinización del catolicismo en China (2023-2027)

Este plan, explica Asianews, “sumamente detallado y articulado en cuatro partes y 33 párrafos, fue aprobado el 14 de diciembre de 2023 por el organismo oficial que reúne a la Conferencia de Obispos Católicos –no reconocida por la Santa Sede– y a la Asociación Patriótica de Católicos Chinos (APCC)”, ambas sometidas al PCCh.

Este plan quinquenal no hace mención del Papa ni de la Santa Sede, y tampoco habla sobre el acuerdo celebrado entre el Vaticano y China. Pero a Xi Jinping se le menciona cuatro veces; cinco veces se dice que el catolicismo debe asumir “características chinas”. En cuanto a la palabra “sinización”, es omnipresente: aparece nada menos que 53 veces.

El lenguaje es habitual: "Es necesario intensificar la investigación para proporcionar una base teológica para la sinización del catolicismo, para mejorar continuamente el sistema de pensamiento teológico sinizado, para construir una base teórica sólida para la sinización del catolicismo, de modo que se manifieste constantemente con características chinas".

El Padre Gianni Criveller, que escribe para Asianews, constata "el carácter imperativo del lenguaje" y expresa sorprendido: "como si no hubiera habido ningún acercamiento con la Santa Sede, como si el reconocimiento por parte del Papa de todos los obispos chinos fuera inútil, como si no existiera un acuerdo entre la Santa Sede y China". ¿Pero realmente sorprende esta actitud por parte del PCCh?

Asimismo, expresa su asombro “por el proyecto de dar un fundamento teológico a la sinización”. Sin embargo, la sinización no debería ser “considerada como una etapa del proceso eclesial legítimo de inculturación (…) porque aquí no hay creyentes que busquen libremente un diálogo virtuoso entre la fe católica y sus propias afiliaciones culturales”.

Al contrario: “Se trata más bien de la imposición, por parte de un régimen autoritario, de la adaptación de la práctica de la fe a la política religiosa establecida por las autoridades políticas”. Una vez más, ¿cómo podría ser de otra manera con un partido comunista enterrado más profundamente que nunca en una doctrina atea y manipuladora?

El Padre Criveller concluye su artículo: "Lo que nos parece inaceptable es que el control de las autoridades políticas sobre los creyentes católicos –control que se quisiera hacer pasar por sinización– se justifique de manera conveniente y ambigua en nombre de la inculturación del Evangelio". Esto significa pasar por alto la habilidad de los miembros de la APCC para mezclar “teología” y dialéctica.

La pregunta sigue abierta: ¿estará satisfecho el PCCh con los avances logrados gracias al acuerdo, y se negará a renovarlo? ¿O querrá continuar su labor de debilitamiento a través de dicho acuerdo y del nuevo plan quinquenal? La respuesta se conocerá el próximo mes de octubre.