El Papa Francisco frente a la gran apuesta de la modernidad

Fuente: FSSPX Actualidad

Al querer suscribir a la Iglesia en un proceso sinodal cuyo objetivo es consagrar una visión progresista que tiene en cuenta los acontecimientos modernos, ¿se está embarcando Francisco en un camino peligroso? O, para decirlo de otra manera, ¿el reformismo del actual pontificado conducirá a una evolución de la Iglesia? Esta pregunta surge hoy en los círculos intelectuales católicos o conservadores.

De las Jornadas Mundiales de la Juventud en Lisboa, que tuvieron lugar a principios de agosto de 2023, se recuerda muy bien el término "todos" que el Soberano Pontífice repitió varias veces al millón y medio de jóvenes presentes: "Hay lugar para todos en la Iglesia".

Algunos lo vieron como una forma de preparar las mentes para la próxima fase del Sínodo sobre la Sinodalidad, que tomará decisiones sobre las reformas estructurales y de gobernanza previstas para "adaptar" la Barca de Pedro a los remolinos de los años venideros. Porque, para el Papa Francisco, la Iglesia debe estar de acuerdo con el mundo y no el mundo con la Iglesia, como era el caso en siglos anteriores.

Entrevistado por el diario español Atlántico, el 15 de agosto de 2023, el sociólogo Michel Maffesoli cuestiona la tentación reformista "doblemente peligrosa" del actual pontificado: "Por un lado, completa el movimiento de secularización, de desacralización que conduce al fin de la religión católica y, por el otro, paradójicamente, este intento de adaptar la Iglesia al mundo es sencillamente anacrónico. De hecho, el mundo actual no se corresponde en absoluto con el que el Papa tiene en mente, pues se trata de un hombre de edad avanzada que sigue perdido en el clima revolucionario y marxista de su juventud".

De este "anacronismo" surgiría un error, el de un Papa que no ve que "la gran mayoría de los católicos buscan en la Iglesia una institución que sea precisamente una alternativa al modernismo laico, político y racionalista".

Al optar por imprimir una dinámica reformista en el proceso sinodal, el Papa sabe que complacerá a un cierto número de católicos en Europa, así como a los grandes medios de comunicación, pero esta estrategia tiene un inconveniente, según Bertrand Vergely, ensayista y profesor asociado de filosofía en el Instituto San Sergio de Teología Ortodoxa:

"Cuando la Iglesia empieza a hablar en un lenguaje progresista, a nivel político, sobrevive. A nivel religioso, es un desastre, pues empieza a hablar un idioma que ya no es el suyo. Hasta donde se sabe, Cristo vino a anunciar el reino de los cielos y no el socialismo".

Además, la tentación de la modernidad no es nueva en el cristianismo: otras religiones ya se han enfrentado a ella. El protestantismo, por nombrar solo uno, "sin duda siguió un camino de adaptación de la Iglesia al mundo bastante similar al que está intentando el Papa Francisco. Las principales reformas previstas, incluida la gobernanza democrática (sinodal), la ordenación de las mujeres, la bendición del matrimonio homosexual, etc., ya existen en un gran número de iglesias protestantes", señala Michel Maffesoli.

Y las consecuencias fueron desastrosas para la nebulosa protestante que perdió a la mayoría de sus fieles. Solo las corrientes más radicales –los cristianos evangélicos– se han mantenido firmes ante la ola de secularización: "toda secularización, toda politización y toda adaptación de la Iglesia al mundo le hace perder su carácter sagrado. No olvidemos que lo sagrado está separado de lo profano, es incluso lo que lo define, es un mundo prohibido a la injerencia profana, que inspira miedo y temblor", precisa Michel Maffesoli.

Y mientras el soberano pontífice ve en la Tradición católica una ideología –como declaró recientemente durante el vuelo de regreso de su viaje apostólico a Mongolia–, el sociólogo invierte los términos del silogismo: "El progresismo es una ideología, la ideología del progreso. (…) Los grandes totalitarismos del siglo XX, el comunismo y el nazismo, fueron los paradigmas de este progresismo".

En su opinión, cuando "la Iglesia, en lugar de hablar del mundo divino, del Más Allá, pretende participar en la construcción del paraíso en la Tierra, abandona rápidamente todo vínculo con lo sagrado, se seculariza totalmente. Esto fue lo que sucedió a muchos sacerdotes y religiosos progresistas que rápidamente se apartaron del sacerdocio, así como a muchos sacerdotes y religiosos que en América Latina abrazaron la causa revolucionaria que rápidamente culminó en la teología de la muerte de Dios y luego en la secularización total".

Finalmente, Bertrand Vergely advierte: "¿Desaparecerán la tradición y la conservación? Cuando la peor forma de progresismo toma el poder, nos encontramos, como durante la revolución cultural de Mao, no con el progreso, sino con la violencia". Les vendría bien a los participantes del Sínodo leer estas líneas.