¿El próximo Papa será “sinodal”?

Fuente: FSSPX Actualidad

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El ambiente de fin de reinado que domina Roma desde hace varios meses ha hecho que todos los vaticanistas se pregunten sobre la personalidad del futuro sucesor del Papa Francisco. El próximo Sínodo sobre la Sinodalidad (4-29 de octubre de 2023) plantea una nueva pregunta: ¿el futuro Papa será necesariamente "sinodal"?

En Le Point del 28 de julio, Massimo Faggioli, profesor del departamento de teología y ciencias religiosas de la Universidad de Villanova en Filadelfia (Estados Unidos), afirma que "el próximo Papa no será necesariamente un Francisco II". A la pregunta: ¿El próximo Papa será necesariamente de esencia bergogliana?, el académico respondió: "Sí y no".

"Por ejemplo, Bergoglio fue nombrado cardenal por Juan Pablo II, pero eso no impidió que su pontificado fuera muy diferente al del Papa polaco. Por otro lado, estadísticamente hablando, es más probable que el próximo Papa sea nombrado por el propio Francisco, pero eso no significa que será un Francisco II. Nunca hay garantías, y menos hoy".

Y explica: "Cuando se abre el Colegio Electoral a personas de casi 60 países, el resultado es un colegio más grande y global que enfrenta cuestiones más complejas, como China, el medio ambiente y cuestiones morales. Por eso, un cardenal que viene de Asia o del Pacífico, aunque haya sido elegido por Francisco, leerá cualquier cuestión de una manera que podría ser muy diferente a la de un latinoamericano. Actualmente, ya no hay cardenales que respondan automáticamente a lo que les dice el Vaticano".

Sin embargo, para Massimo Faggioli, el Sínodo sobre la Sinodalidad será como la piedra de toque del próximo pontificado: "Este Sínodo, como movimiento, como discusión, es el mayor acontecimiento que le ha sucedido a la Iglesia católica desde Vaticano II. Esto dejará una huella contra la cual el próximo Papa, sea quien sea, tendrá que posicionarse: puede ignorarla, pero también puede seguirla.

"Creo que más allá de saber si los cardenales quieren un Papa europeo, africano o asiático, muchos se preguntarán: ¿queremos un Papa para la sinodalidad y, de ser así, para cuál sinodalidad? En mi opinión, esto ocupará un lugar destacado en la lista de factores a considerar. Porque este Sínodo es algo enorme que Francisco ha colocado en el centro de la Iglesia".

Una prioridad: liberar a la Iglesia de la influencia progresista

Por su parte, Monseñor Héctor Aguer, arzobispo emérito de La Plata, Argentina –donde fue predecesor de Monseñor Víctor Manuel Fernández (muy bergogliano), hoy convertido en prefecto del Dicasterio para la Doctrina de la Fe– no pierde el tiempo en tratar de adivinar quién será el futuro Papa, sino que elabora una lista de tareas prioritarias que le esperan a un Papa que quiera restablecer el orden en la Iglesia.

Fue publicado en el blog de Aldo Maria Valli el 31 de agosto: "Cuando la gente me pide que esboce el perfil de quien debería ser para mí el sucesor de Francisco (teniendo en cuenta la gravísima situación de la Iglesia, enmascarada por la propaganda vaticana), respondo que el número exorbitante de birretas rojas no nos permite plantear ni siquiera una hipótesis de nombre. Sin embargo, intento esbozar las cuestiones que tendrá que afrontar el sucesor.

"En primer lugar, el próximo Papa debe garantizar la Verdad de la auténtica doctrina católica, para superar los mitos progresistas que la socavan y que el actual pontífice erige en dogmas. La luz proviene del Nuevo Testamento, de la obra apostólica de los doce apóstoles y de San Pablo: un mandato transmitido a sus sucesores. […]

"San Pablo no se cansa de exhortar, como la Iglesia de todos los tiempos: "Estad vigilantes en todo". Esto es lo que hizo la Inquisición ante las herejías y los cismas. Esta tarea constituye una carga para la obra de evangelización y el cumplimiento perfecto del ministerio. Una de las artimañas progresistas es desacreditar este esfuerzo calificándolo como contrario al cristianismo. En la confrontación entre el Nuevo Testamento y la concepción mundana de la Iglesia, el actual pontificado ha perdido el rumbo".

La doctrina, la liturgia, los seminarios

El prelado argentino detalla a continuación las prioridades, en primer lugar, doctrinales: "El nuevo Papa deberá conducir a la Iglesia por el camino indicado por la exhortación paulina; esto es lo que hizo la mística Esposa de Cristo en sus mejores momentos. Es imprescindible recuperar la verdad de la doctrina, olvidada y socavada por el relativismo.

"Los planteamientos progresistas han confinado a la Iglesia dentro de los límites de la razón práctica, cuyo moralismo ha sustituido a la dimensión contemplativa propia de la fe y a la propuesta de la plenitud a la que todos los fieles están llamados, según la vocación a la santidad que surge del bautismo".

Luego indica las prioridades litúrgicas: "Además de la restauración doctrinal, debemos buscar la restauración de la liturgia que, por naturaleza, debe ser exacta, solemne y bella. Esto es particularmente cierto en el rito romano, mancillado por la improvisación que rechaza el carácter ritual del misterio litúrgico.

El Motu proprio Traditionis custodes de Francisco impone arbitrariamente lo contrario de lo que Benedicto XVI había reorientado, en el espíritu de libertad redescubierto según el Motu proprio Summorum Pontificum. Es necesario recuperar las dimensiones místicas y estéticas del carácter sacramental de la liturgia. Los ritos orientales también están llamados a fortalecer sus respectivas tradiciones, superando el contagio de desacralización que ha afectado al rito romano".

Monseñor Aguer aborda también el tema de la formación de los futuros sacerdotes: "La historia reciente demuestra que, en todo el mundo, la imposición del progresismo ha llevado a la corrupción de los seminarios tradicionales, marcados por una teología deficiente y la ideología de la 'apertura' bajo la apariencia de un supuesto aggiornamento.

"El malentendido se materializó cuando la evangelización comenzó a revertirse: en lugar de convertir el mundo a la verdad y a la gracia de Cristo, la Iglesia se convirtió al mundo, perdiendo así su identidad decisiva. Varias generaciones de sacerdotes han sido formadas con estos criterios erróneos. Es un proceso de decadencia que debe revertirse.

"El seminario como institución sigue vigente. En su momento se intentaron caminos alternativos que no obtuvieron los resultados esperados. El restablecimiento del seminario no supone una simple copia de lo que existía antes del colapso general. La institución puede adaptarse a la nueva situación y a las nuevas necesidades.

"Sin embargo, estas necesidades deben ser reconocidas con sobriedad y discreción, evitando una ostentación que permitiría a la administración progresista –que no desaparecerá inmediatamente– activar sus remedios y prohibiciones hasta que el nuevo pontificado esté plenamente establecido". –Esta última observación sobre la necesaria prudencia demuestra que Monseñor Aguer no es ingenuo en lo absoluto.

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Restaurar la familia

También aborda la cuestión de la familia: "La familia basada en el matrimonio ha sido sustituida por la 'pareja', que no es indisoluble y, por tanto, puede modificarse posteriormente. No me voy a detener en lo que erróneamente es llamado el "matrimonio para todos". El matrimonio como realidad de valor civil ha desaparecido; el matrimonio sacramental no entraña ninguna dificultad para quienes deben bendecirlo, como es su deber.

"No creo que los cónyuges católicos sean conscientes de que están llamados a ser ministros de un sacramento que se dan mutuamente. La cuestión de la familia está íntimamente ligada a la del valor de la vida humana, tema que constituye un capítulo muy importante de la moral cristiana.

"El próximo pontificado se enfrentará a una tarea muy necesaria: superar el legado negativo del aggiornamento, coronado por el progresismo actual. Deberá resolver el drama de Humanae vitae.

"Esta encíclica, publicada el 25 de julio de 1968, no fue aceptada por amplios sectores de la Iglesia: varias conferencias episcopales se pronunciaron en contra, alentadas por la unanimidad de la prensa, que encarnaba la opinión pública.

"La confusión es grande entre los fieles, hasta el punto de que muchos de ellos justifican la práctica de medios que la encíclica de Pablo VI declara objetivamente inmorales. Roma deberá retomar los argumentos de este texto para demostrar su veracidad, teniendo en cuenta el cumplimiento de lo dispuesto en Humanae vitae.

"La crisis provocada por esta encíclica ha continuado hasta el nuevo milenio. El malentendido produjo una situación análoga a las crisis provocadas por cuestiones dogmáticas en los primeros días del cristianismo. El próximo pontificado tendrá que desatar este nudo. El llamado a la intercesión de la Knotenlöserin [María Desatanudos] es inevitable: María es efectivamente quien 'desata los nudos'".

La Iglesia y el mundo moderno

Finalmente, el prelado argentino amplía su análisis: "Los problemas que he mencionado son capítulos de una cuestión más amplia: la relación de la Iglesia con el llamado 'mundo moderno', que no ha sido resuelta por el Concilio Vaticano II, sino que ha sido agravada por este último, debido a las ilusiones de un nuevo gnosticismo.

"Las doctrinas de Karl Rahner y Pierre Teilhard de Chardin han monopolizado la atención de la teología católica: la teoría de Rahner del 'cristiano anónimo' y el evolucionismo teilhardiano han ejercido una influencia innegable en el pensamiento cristiano del siglo XX. […]

"Hay un acontecimiento que explica el tono en el que se concibió la mencionada cuestión de la relación entre la Iglesia y el mundo. Juan XXIII quería que representantes de la Iglesia ortodoxa rusa participaran en los debates del Concilio en calidad de observadores. El cardenal Eugène Tisserant sería el encargado de liderar las negociaciones necesarias para garantizar esta participación y llegar a un acuerdo: los ortodoxos participarían a condición de que el Concilio se abstuviera de condenar el comunismo.

"En realidad, participaron dos prelados ortodoxos rusos (que probablemente eran espías del Kremlin). El episodio es elocuente porque demuestra el espíritu con el que Vaticano II abordó las relaciones entre la Iglesia y el mundo. Pero hay que añadir también el ingenuo optimismo influenciado desde el principio por el Papa Roncalli, que acusó severamente a los 'profetas de desgracias' en su discurso de apertura. Por supuesto, él era [para los progresistas] el 'buen Papa'".

Y concluye de manera concisa: "En esta nota, he reunido algunos de los problemas que afectan a la Iglesia. No son los únicos, pero los considero prioritarios y el próximo pontífice no podrá ignorarlos. En resumen, se trata de liberar a la Iglesia de la plaga mortal del progresismo".

La lección de San Pío X

Esta lista de prioridades es muy precisa, aunque a algunos les parecerá poco realista, porque es inalcanzable. Por eso es conveniente leer el artículo de Roberto de Mattei en Corrispondenza romana del 23 de agosto, titulado San Pío X y el Imponderable que Nos Espera. El historiador católico recuerda: "Lo imponderable, lo impredecible, es lo que el hombre no puede prever ni planificar. Existe, forma parte de nuestra vida, pero no es casualidad.

"La casualidad, que es la ausencia de sentido de los acontecimientos, no existe. Todo lo que sucede en nuestra vida y en la del universo entero, tiene un significado. Solo Dios conoce el sentido de todo, y solo Él da sentido a todo, pero la historia, como afirma San Buenaventura, esconde en sí misma luces e inteligencias espirituales.

"Puede suceder que algunos acontecimientos aparentemente impredecibles no lo sean, porque están organizados por fuerzas ocultas que intentan dirigir la historia, pero muchas veces incluso estos acontecimientos tienen consecuencias imprevistas, porque solo Dios es el dueño de la historia, y por mucho que el hombre se esfuerce para gobernarla, jamás lo logrará".

Y añade, aplicando los principios a las circunstancias actuales: "Ciento veinte años después de la elección de San Pío X, el caos en el que estamos sumidos es la culminación última de un proceso revolucionario de orígenes lejanos y de un dinamismo multisecular. […]

"Las fuerzas revolucionarias hoy buscan dominar el proceso que crearon apoyándose en algoritmos de inteligencia artificial, pero cualquier intento de ese tipo está condenado al fracaso. Las matemáticas pueden, a partir de cálculos, construir representaciones convencionales del mundo, pero son incapaces de comprender la naturaleza metafísica de la realidad.

"La ciencia de los algoritmos no nos ayuda a comprender el mundo y no elimina la imponderabilidad del futuro. […] El uso de la lógica no es suficiente sin el ejercicio de la fe. Porque Dios, como observa el Padre Roger-Thomas Calmel, se manifiesta en los acontecimientos históricos, pero a condición de que llevemos en el corazón esta luz sobrenatural que los trasciende y los juzga".

Roberto de Mattei da esta conclusión llena de fe, tomada de San Pío X: "Ciento veinte años después de la elección de San Pío X, su primera encíclica E supremi apostolatus, del 4 de octubre de 1903, arroja sobre nuestros tiempos confusos la luz sobrenatural necesaria para comprender los acontecimientos contemporáneos.

"Constatando la desastrosa situación en que se encontraba la humanidad, San Pío X afirma: "Al hombre, que abusa de su libertad, se le permite violar el derecho y la autoridad del Creador del universo; sin embargo, la victoria depende siempre de Dios: de hecho, la derrota está tanto más cerca cuando el hombre, en espera del triunfo, se rebela con más audacia".

"Con esta confianza en la Divina Providencia y, por intercesión de San Pío X, tratemos de discernir y afrontar con valentía el imponderable que nos espera".