Entre los bastidores del Sínodo – primera semana

Fuente: FSSPX Actualidad

Ceremonia de apertura del Sínodo

Las intervenciones del cardenal Müller, la cuestión de la vestimenta eclesiástica durante las sesiones, las fotografías del Padre James Martin y el Covid-19: la primera semana del Sínodo sobre la Sinodalidad no estuvo exenta de anécdotas.

El exprefecto de la extinta Congregación para la Doctrina de la Fe –rebautizada, en el marco de la reforma de la Curia Romana, como Dicasterio para la Doctrina de la Fe (DDF)– dio mucho de qué hablar durante la primera semana del Sínodo sobre la Sinodalidad que se inauguró en Roma el 4 de octubre de 2023.

Su discurso en EWTN el 7 de octubre rompió la exigencia del "ayuno de declaraciones públicas" expresamente solicitado a los participantes por el Soberano Pontífice mientras duren los debates. El cardenal advirtió sobre una "toma del Sínodo por parte de grupos hostiles a la doctrina de la Iglesia".

El 12 de octubre siguiente, Monseñor Müller habló en el medio católico alemán KNA, esta vez para deplorar la vestimenta bastante relajada de los clérigos durante los debates: el alto prelado alemán es, de hecho, uno de los pocos obispos o religiosos presentes que portan la vestimenta adecuada a su rango.

"El Sínodo tiene una dimensión religiosa y no debe confundirse con una reunión de accionistas en los salones de un hotel de cinco estrellas", reaccionó el prelado, que se sorprendió al ver a sus colegas vestidos "de civil" o incluso con "ropa deportiva": "Tal vez sea para parecer pobres o para no destacar entre los laicos", añadió, en tono sarcástico. 

Cabe decir que en este punto – como en muchos otros – el Sínodo ha mostrado una gran flexibilidad: el reglamento interno exige a los prelados llevar la sotana y el solideo –morado o carmesí– solo durante la primera y la última sesión del Sínodo.

También se habló del Padre James Martin en la plataforma "X". El jesuita, encargado de portar en el Sínodo el estandarte de la "inclusividad" y de la causa homosexual, se fotografió con el cardenal Müller, cuyas ideas, sin embargo, son en su mayor parte incompatibles. Con un comentario cuanto menos irónico: "Por favor, inclúyannos en sus oraciones mientras participamos en el Sínodo".

El Covid-19 también hizo su aparición en el sínodo, infectando incluso el portal de información oficial del Vaticano: el 9 de octubre, un artículo de Vatican News en italiano informó temporalmente que 118 participantes en el Sínodo habían dado positivo por coronavirus, afirmación atribuida al cardenal Mario Grech, secretario general del Sínodo.

En efecto, la información era incorrecta: si bien no estaban presentes alrededor de quince miembros, solo cuatro estaban afectados por el Covid, y los demás – entre ellos jefes de dicasterio – fueron retenidos por motivos profesionales.

El Papa Francisco, cuya silla también permaneció vacía esta semana, se vio retenido "por compromisos imprevistos" y "no por Covid", se apresuró a aclarar la oficina de prensa del Vaticano.

Sin embargo, en este período de "ayuno de la palabra", el descubrimiento de una grave "falla" en la seguridad informática ha sido el elemento más incómodo para todos, al mismo tiempo que una bendición para quienes la descubrieron –aunque se desconoce su identidad– o que se han beneficiado de ella, como el diario

The Pillar, que informó al respecto.

El elemento central en este asunto es, por supuesto, la pregunta: ¿se trata realmente de una falla? ¿O más bien de una "puesta a disposición" maliciosa por parte de algunos miembros del Sínodo o de piratas informáticos? En cualquier caso, los informes de los círculos menores de la primera semana, que debían permanecer confidenciales, deben estar hoy en muchas manos...