Hong Kong: la libertad de la Iglesia en peligro

Fuente: FSSPX Actualidad

Catedral de la Inmaculada Concepción, en Hong-Kong

El ejecutivo de Hong Kong en manos de Beijing prevé endurecer la ley de seguridad nacional introducida en 2022. La Iglesia católica podría estar en primera línea entre las organizaciones afectadas por esta nueva vuelta de tuerca que augura un futuro difícil para la religión en Hong Kong.

Frances Hui es una periodista católica china nacida en Hong Kong que obtuvo asilo político en Estados Unidos, donde coordina las actividades de la Fundación Freedom for Hong Kong.

Compañera de viaje del ex magnate de la prensa Jimmy Lai – otro católico encarcelado, fundador del diario Apple Daily, juzgado actualmente por el poder comunista por poner en peligro la seguridad del Estado – Frances Hui fue invitada el 13 de febrero de 2024 por el Instituto Hudson a participar en una conferencia sobre el tema “La represión en Hong Kong y la actitud heroica de Jimmy Lai”.

La periodista intervino para sensibilizar a la opinión estadounidense sobre un proyecto de reforzamiento de la ley de seguridad nacional promulgada en Hong Kong en 2020 a petición de Beijing.

Según Hui, la modificación del artículo 23 de la ley de seguridad nacional tendría el efecto de poner en el punto de mira a las organizaciones extranjeras, especialmente religiosas, que operan en la antigua concesión británica: "muchos grupos religiosos a pequeña y mediana escala, la Iglesia católica en su conjunto y los misioneros extranjeros podrían verse afectados”, explica la periodista.

En tal escenario, se espera que “la Iglesia católica en Hong Kong se vea obligada a cesar las comunicaciones con el Vaticano porque es un estado extranjero”. Como resultado, el clero de Hong Kong –como ya está sucediendo en el continente– se vería obligado a unirse a la Asociación Patriótica Católica China, creada en 1957 para ejercer un control total sobre los fieles y ministros de religión.

En realidad, el proyecto no es nuevo: ya había sido propuesto en 2002, provocando una protesta generalizada transmitida por asociaciones de periodistas y por varios gobiernos occidentales, preocupados por una posible deriva totalitaria.

Veinte años después, China ha adquirido tal peso político y económico en la escena internacional que casi nadie se opone al endurecimiento de la ley de seguridad interior propuesto por John Lee Ka-Chiu, jefe del Consejo Ejecutivo de Hong Kong, es decir el hombre designado por Xi Jinping para evacuar el aire de libertad demasiado permisivo, para el gusto de Beijing.

"Creo que esto es algo a lo que el mundo y el gobierno estadounidense deberían prestar atención y mostrar su oposición", afirmó Frances Hui, para quien "el mayor objetivo de la futura ley será reprimir a los disidentes: el proyecto es vago, pero se aplicará a toda la sociedad civil”.

Según William McGurn, miembro del consejo editorial del Wall Street Journal y padrino de Jimmy Lai –y que participó en la conferencia organizada por el Instituto Hudson–, el magnate de la prensa china prefirió quedarse en Hong Kong a pesar del encarcelamiento que lo amenazaba “para que la opinión pública no olvide a los disidentes encarcelados que no se benefician de su notoriedad, como el cardenal Joseph Zen”.