La crisis de la Iglesia en Alemania según las cifras

Fuente: FSSPX Actualidad

La catedral de Colonia

La situación numérica de la Iglesia en Alemania para el año 2021, dada a conocer el 27 de junio, muestra la profundidad de la desintegración del tejido eclesial en este país. Pero también muestra que, a pesar de las promesas del Camino Sinodal y de las posiciones contrarias a la doctrina de la Iglesia, la situación no hace más que empeorar.

Una catastrófica evaluación post-Covid

Las estadísticas del año 2020 habían sido catastróficas, pero reflejaban, según monseñor Georg Bätzing, presidente de la Conferencia Episcopal de Alemania, el fuerte impacto de la pandemia en la vida de las comunidades: un claro déficit de matrimonios, bautizos, primeras comuniones y confirmaciones.

Las cifras de 2021 mostraron una cierta recuperación: el doble de matrimonios y confirmaciones, y la mitad de bautizos. Pero si comparamos con los años anteriores a la pandemia, las cifras no son buenas. La media de los años 2020 y 2021 es muy inferior a las cifras de 2019.

Un número devastador de abandonos de la Iglesia

Cabe recordar que en Alemania los fieles están registrados oficialmente ante el Estado, debido al impuesto religioso. En efecto, una parte del impuesto sobre la renta de cada católico se dona a la Iglesia. Darse de baja se considera un "abandono de la Iglesia".

El año 2021 registró 359,338 salidas de Iglesia, 138,000 más que el año anterior. Hace diez años, una cifra de 138,000 salidas de la Iglesia ya se habría considerado preocupante; para 2010, año en que se reveló la escala de los abusos, 181,000 personas abandonaron la Iglesia. Si añadimos las muertes, eso suma un total de casi 550,000 católicos menos que el año anterior.

La tabla se asemeja a años anteriores. Las conclusiones extraídas de las cifras de 2019 se pueden aplicar de manera idéntica al año en curso: las diócesis cuyos obispos están particularmente expuestos en los debates sobre las reformas, ya sean conservadores o progresistas, están tan cerca unas de otras en las estadísticas que no surge ninguna conclusión.

Los pastores conservadores no mantienen a su rebaño particularmente bien, ni los obispos progresistas mantienen a la gente dentro de sus brazos tan abiertos. Además, las estadísticas protestantes tienen tendencias paralelas. Lo que ha perdido importancia es la institución: no importan las diferenciaciones ni los debates internos.

Monseñor Bätzing reaccionó afirmando que "la renovación que aportamos con el Camino sinodal evidentemente aún no ha llegado aquí, al contacto con los creyentes". La reforma que propone se parece a una actualización, que siempre parecerá insuficiente. Incluso donde las decisiones están comenzando a implementarse, el descontento persiste.

La crisis de abusos en constante renovación

Las investigaciones y los estudios continúan en las diversas diócesis, conduciendo siempre a las mismas acusaciones y al mismo cuestionamiento general. El Camino Sinodal no ayuda en nada, todo lo contrario. Da la impresión de que la reforma se ha discutido durante 50 años, sin resultado. El optimismo de los principales protagonistas del sínodo, clérigos y laicos, no es compartido.

Números récord, caída libre, fusión, implosión: los superlativos que se usan cada año para describir las nuevas cifras se están desgastando. La metáfora no es necesaria, las cifras son suficientes: en 2018, el número de salidas fue el segundo más alto hasta el momento. En 2019, el más alto. En 2020, nuevamente el segundo más alto. En 2021, el más alto nuevamente: esperaremos la secuela.

Evidentemente, el Camino Sinodal no es una panacea, y acabará por aniquilar a una Iglesia agonizante.