La exhortación "Laudate Deum": una continuación de "Laudato si'" pero peor
Al anunciar su futura exhortación apostólica, publicada el 4 de octubre de 2023, fiesta de San Francisco de Asís, el Papa Francisco la describió como "una segunda parte de Laudato si’ para actualizar los problemas actuales". Para poder juzgar este nuevo texto sobre ecología, debemos remontarnos a Laudato si’ de la que es continuación.
La encíclica Laudato si’
La observación de un fracaso universal
El texto constata "un fracaso político general": el Papa concluye que el sistema político actual está obsoleto, debido al predominio de la dimensión económica sobre la política. El Papa condena la codicia, la distorsión de la economía y el consumismo.
La encíclica identifica la tecnología como el nuevo ídolo: el Papa retoma a menudo este tema. Habla de la "globalización del paradigma tecnocrático". El Papa ve las causas de esto en el antropocentrismo que pone la tecnología por encima de la realidad, y en el escepticismo que suprime la verdad.
Una crítica orientada por una visión del mundo específica
El punto de vista de la encíclica sigue siendo meramente natural: el análisis es de inspiración socioecológica; se contenta con constatar la avaricia de los hombres, pero olvida dar la razón, que es de carácter teológico: las heridas del pecado original, sobre todo el deseo inmoderado de riquezas.
El texto proyecta la sombra de la teología de la liberación a la mezcla ecológica, cayendo más o menos en el error que pretende criticar: el cientificismo verde se convierte en el pensamiento dominante. Finalmente, falta la causa teológica: no mencionar a Cristo significa permanecer en el nivel del relativismo.
El concepto de ecología según Francisco
La concepción papal de la ecología abarca lo que la filosofía caracteriza como ciencias prácticas: la técnica, por un lado, y la acción, que pertenece al ámbito de la moral; es, por tanto, un intento de sintetizar las ciencias humanas: política, cultura, sociología, economía, finanzas, ecología.
Esto nos recuerda la síntesis de Auguste Comte (1798-1857), fundador del positivismo, que veía la sociología como el logro supremo de todo el conocimiento humano. Asimismo, para Francisco, sería una ecología integral, que constituiría la culminación de todas las ciencias sociales.
El desastre ecológico y sus causas.
La denuncia del "gran deterioro de nuestra casa común" ocupa la mayor parte de la encíclica. Enumera los ataques a la ecología y detalla sus causas: según un "manual ecológico", la causa política se sitúa en la oposición Norte/Sur. Las causas últimas residen en la globalización del paradigma tecnocrático, la hegemonía de la economía y el antropocentrismo.
Remedios para la situación actual
El Papa recomienda el establecimiento de una "verdadera Autoridad política global", siguiendo el ejemplo de Juan XXIII y Benedicto XVI. También exige cambios sociales profundos para educar en el tema de la ecología, así como cambios individuales, cuyo modelo es la Carta de la Tierra, un texto desolador y lleno de palabras vacías.
La utopía ecológica del Papa Francisco
La enseñanza papal tiene todas las características de una vasta utopía "ecológica". Utopía por la urgencia con la que se proclama, por la universalidad demostrada: ¡el objetivo es revisar completamente todos los procesos políticos, económicos y tecnológicos, pero también antropológicos, educativos, filosóficos y espirituales! Un verdadero reset...
La razón profunda por la que el Papa persigue una utopía en relación con su visión del futuro es crear un mundo justo "para el mañana", basándose en una ilusión de inspiración liberal y masónica, de tipo "socialista". Es un rechazo de la realeza de Cristo y de su gracia, implícita o conceptualizada.
Una utopía milenaria y pelagiana
Cabe recordar que Nuestro Señor Jesucristo nunca presentó su reino como la restauración de la bienaventuranza edénica –que evoca el paraíso terrenal, el Jardín del Edén. Esta visión se opone al Evangelio y supone una especie de milenarismo.
En cuanto al nivel personal, la participación en el bien común se presenta como un acto de caridad y una "experiencia espiritual intensa". Es necesario un progreso individual, virtudes personales y sociales que suenan como un retorno a la justicia original.
Esta es, de hecho, la utopía más grave: un pelagianismo caracterizado e inextirpable. La "conversión" general a la que aspira Francisco se concibe sin la ayuda de Dios. ¿Cómo podemos imaginar una "civilización del amor", una "fraternidad universal" o una "nueva síntesis" sin la gracia? Es olvidar y despreciar la Realeza universal de Cristo, el único capaz de restaurar al hombre herido.
* El pelagianismo: doctrina del monje Pelagio (350-420), que afirmaba la posibilidad de seguir la ley divina sin la ayuda de la gracia. San Agustín se opuso a ella y fue condenada por el Papa Zósimo.
La exhortación Laudate Deum
Este nuevo texto se centra casi exclusivamente en la crisis climática, como anuncia su subtítulo. Pero esta preocupación se convierte en una obsesión: es un verdadero "curso de climatología" donde se habla de temperatura, cambio climático, defensa feroz de las causas del calentamiento global y acusaciones contra quienes lo niegan...
La causa de este cambio es antrópica, de origen humano, afirma Francisco: luego se produce un largo debate sobre los gases de efecto invernadero, con una nueva acusación contra los contestatarios. Más adelante se habla de los daños a los glaciares, los témpanos de hielo, las corrientes oceánicas... y esto es casi un tercio del documento.
El siguiente punto aborda la cuestión del "paradigma tecnocrático" y la necesidad de repensar el poder humano y sus límites. Lo que lleva a constatar la debilidad de la política internacional y la necesidad de iniciar "un nuevo proceso de toma de decisiones y de legitimación de las mismas", porque lo que ya se ha puesto en marcha es insuficiente.
El Papa pasa luego a las Conferencias sobre el Clima (COP), sus éxitos parciales y sus fracasos. Cabe señalar que "los acuerdos han sido mal implementados porque no se ha establecido un mecanismo adecuado de control, revisión periódica y sanción en caso de incumplimientos". Por eso Francisco recurre a la COP 28 en Dubai, pero sigue siendo bastante escéptico sobre el resultado.
El documento concluye con "motivaciones espirituales" bastante pobres. En definitiva, Francisco insiste sobre todo en la necesidad de caminar juntos, y en el cambio cultural que se debe promover y que debe permitir una nueva actitud global.
Este texto repite descaradamente las deficiencias de Laudato si’. Y ante todo una enseñanza fuera del ámbito del magisterio: el clima no forma realmente parte de la Revelación divina. Por lo tanto, extenderse de esta manera a un área donde solo se cuenta con la experiencia de quienes brindaron ayuda, es lamentable y tendrá muy poco impacto.
Finalmente y, sobre todo, si el Papa quiere salvar el planeta, debe comenzar por predicar a Jesucristo, que es la única solución: la virtud, especialmente la justicia y la prudencia, pertenecen a Aquel que es el Camino, la Verdad y la Vida. Sin esta gracia divina que nos salva para la eternidad y nos guía aquí abajo, poco o nada se puede hacer. Seguimos inmersos en el mismo pelagianismo impotente.
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Fuente: Vatican.va – FSSPX.Actualités