¿La Madre de Dios estaba sujeta a las deficiencias del cuerpo?
Virgen y Niño Jesús, Iglesia de la Santísima Trinidad, Klenovnik, Croacia
En la Suma Teológica, Santo Tomás de Aquino explica que Cristo asumió las deficiencias de la naturaleza humana, y proporciona tres razones: poder satisfacer por nuestros pecados, mostrar la verdad de su naturaleza humana, y finalmente dar ejemplo de las virtudes (III, 14, 1).
Pero, ¿de qué deficiencias estamos hablando? Santo Tomás continúa explicando que la misión de Cristo, en particular la satisfacción, supone la perfección de la ciencia y de la gracia, que excluye la ignorancia y el pecado, los cuales son el destino de los pobres hijos de Eva.
En cuanto a las deficiencias corporales que no son incompatibles con esta perfección particular de nuestro Salvador, es necesario establecer una distinción:
– Las deficiencias comunes, vinculadas a la naturaleza humana y a la condición común de la humanidad después del pecado original: hambre, sed, muerte, etc. Estas fueron asumidas por Cristo.
– Las deficiencias resultantes de causas particulares (tales como los pecados personales, una mala conformación del cuerpo o una causa particular externa): estas no fueron asumidas por Cristo que nunca cometió un pecado personal, en quien la perfección del cuerpo era íntegra y quien ejerció una prudencia perfecta en la conducta de su vida.
¿Y la Madre de Cristo?
El principio es sencillo de enunciar, la Madre de Dios estuvo sujeta a las deficiencias que no eran incompatibles con su misión de auxiliadora del Salvador.
Por consiguiente, si consideramos las deficiencias corporales:
– En el caso de las deficiencias comunes: son las mismas en Nuestra Señora que las que asumió Cristo: hambre, sed, fatiga, sufrimiento, muerte. Por otro lado, dado que la corrupción del sepulcro no tocó a Jesús, es lo mismo para María.
– En cuanto a las deficiencias particulares: la Virgen no cometió ningún pecado personal; poseía una perfección corporal similar a la de Jesús, que procede de ella; finalmente, poseía una prudencia completamente perfecta. Además, los teólogos niegan la existencia de enfermedades en María, al igual que en Cristo.
La Madre de Dios no tenía ninguna de las deficiencias vinculadas con el pecado
La concepción de la Virgen estuvo rodeada de una providencia completamente especial, que la preservó del pecado original, y que le dio un cuerpo libre de todas las deficiencias vinculadas al pecado.
– Para armonizar perfectamente su cuerpo con su alma;
– Pero también para permitirle cumplir perfectamente su misión en todos sus aspectos:
Primero, para dar al Hijo de Dios un cuerpo perfecto. Existe una profunda analogía entre la generación del Hijo por el Padre y la generación del cuerpo de Cristo por la Virgen. Así como el Padre produce de su esencia un Hijo perfectamente semejante a Él, así la Virgen produce de su esencia, por obra del Espíritu Santo, un hijo perfectamente semejante a ella.
En segundo lugar, para que su maravillosa unión con el Hijo de Dios en la caridad se fundamentara en una unión excepcional en la naturaleza humana.
Finalmente, para que esta unión produzca los frutos más sublimes a través de la compasión, el alma de la Corredentora está tan maravillosamente unida a su Hijo que incluso se puede decir que tienen un mismo corazón y los mismos sentimientos. Su semejanza natural proporciona la base de la perfecta unión sobrenatural para la realización de la salvación de la humanidad.
Esta extraordinaria similitud es absolutamente única e incomparable en la historia de la humanidad.
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