La Madre de Dios, Mediadora de todas las Gracias (2)

Fuente: FSSPX Actualidad

La primera parte de este artículo recordó que Cristo es mediador entre Dios y los hombres, y lo que esto significa. También mostró que María puede ser mediadora ante el único Mediador. Queda por demostrar la conveniencia de esto, y explicar en qué consiste esta mediación de María.

Los argumentos de los Padres y de los teólogos muestran la conveniencia de la mediación de María:

Esta conveniencia se deriva en primer lugar de la imagen revelada de la nueva Eva aplicada a María: es por Eva que el pecado fue transmitido a toda la humanidad, y el orden de la reparación es paralelo al orden de la caída.

Además, la Virgen María mereció estas gracias, por lo tanto, conviene que ella las distribuya.

Finalmente, es la prolongación natural de su corredención. La Virgen no es solo un instrumento utilizado por el Verbo para darse un cuerpo humano: la cooperación de María es mucho más profunda porque su Fiat fue pronunciado con pleno conocimiento de causa, y su compasión fue una unión moral cuyo mérito y satisfacción tienen, por disposición divina y por la caridad única de María, un alcance universal.

Aquella que tiene tal participación en el comienzo y culminación de esta obra, no puede quedar fuera de su realización: la aplicación de los méritos a las almas -llamada redención subjetiva- y su gloria en el Cielo. Esta obra es una mediación.

¿Cómo se ejerce la mediación de María?

Durante su vida terrena: por su oración, su compasión y sus méritos como corredentora. Después de la Asunción, ella coopera en la redención subjetiva.

- En la mediación ascendente, porque la Virgen María presenta a Dios las oraciones de los hombres, las sostiene y las lleva a buen término: “Los deseos de personas indignas, que serían recibidos con menos favor, gracias a la recomendación de su Santísima Madre, se tornarán sumamente agradables a Dios y serán bien acogidos por Él” (León XIII, Octobri mense, 22 de septiembre de 1891).

Además, su solicitud tiene por objeto hacer mejores a los hombres, para que sus oraciones sean más agradables a Dios. Cabe añadir que la Madre de Dios presenta también los méritos de los hombres a su Hijo. Finalmente, y sobre todo, ella se une al sacrificio de la Misa.

– En la mediación descendente, porque María participa en la distribución de las gracias, incluso en aquellas merecidas por los demás santos, como ministra, dispensadora, distribuidora, tesorera.

Es preciso señalar que esto concierne a todas las gracias (León XIII, Benedicto XV, Pío XI, Pío XII). Esto comenzó cuando, siendo ya Madre de Dios, María tuvo conocimiento de las necesidades espirituales de las almas. En cuanto a las gracias sacramentales, se cree que María dispone a las almas a recibirlas –conversiones de pecadores llevados a la confesión, por ejemplo. Esta distribución se aplica a todas las almas, incluso a las del Purgatorio, como enseñan San Pedro Damián o San Alfonso.

María intercede también por los hombres, de manera universal y todopoderosa. Toda gracia nos es concedida por intercesión de la Virgen.

Siendo la corredención secundaria con respecto a Cristo, la mediación de María es una mediación subordinada y no esencial en relación con el oficio de mediador de Jesucristo. La Madre de Dios no produce la gracia, sino que la confiere a los hombres como causa, al menos moral.

La mediación de todas las gracias es una verdad cierta que forma parte de la doctrina católica; es incluso definible, porque está implícitamente revelada en los títulos tradicionalmente dados a la Virgen. Además, los Padres y los Doctores, la Liturgia y los Papas, suelen enseñarla habitualmente, por lo que se puede afirmar que esta verdad ha sido creída en todas partes, siempre y por todos.