La unión civil promovida por Francisco y el silencio de la CDF

Fuente: FSSPX Actualidad

El 21 de octubre de 2020, un documental titulado Francesco recibió, en los jardines del Vaticano, el Premio Kinéo Movie for Humanity que recompensa una obra con dimensión social y humanitaria. Su director, Evgeny Afineevsky, había dirigido previamente una comedia, Oy Vey! My son is Gay!, que cuenta la historia de una familia judía estadounidense que aprende a aceptar la homosexualidad de un hijo.

En Francesco, se puede ver el extracto de una entrevista hecha al Papa, en 2019, por la periodista mexicana Valentina Alazraki, en la que el Papa se declara a favor de las leyes que rigen las uniones civiles de homosexuales: "Lo que tenemos que hacer es una ley de convivencia civil. De esa manera están legalmente cubiertos. Yo defendí eso [en 2010, en Argentina]".

Dos hombres italianos que viven "en pareja", Andrea Rubera y Dario Di Gregorio también se expresan en el documental celebrando el enfoque "pastoral" del Papa Francisco: este último, afirman, los animó a criar a sus hijos dentro de su iglesia parroquial, lo cual ha sido muy beneficioso para los niños, según uno de los dos hombres.

Las reacciones no se hicieron esperar. El 21 de octubre, el secretario general de las Naciones Unidas, António Guterres, en una entrevista con Associated Press, dijo: "Esta es una clara demostración de un principio fundamental: el principio de la no discriminación. Y una de las cosas que ha quedado muy clara en la doctrina de las Naciones Unidas al respecto, es que la no discriminación también es relevante en materia de orientación sexual, así que, por supuesto, esta cuestión del Papa es muy bien recibida desde nuestro punto de vista".

El Padre James Martin sj, conocido como uno de los propagandistas más activos de la aceptación de la homosexualidad por parte de la Iglesia, declaró el 27 de octubre al canal estadounidense CNN: "Los muchos obispos que se oponen violentamente en varios países a las uniones civiles, tendrán que repensar sus posiciones".

Por otro lado, el obispo de Providence en Rhode Island (Estados Unidos), Monseñor Thomas Tobin, hizo hincapié en la confusión creada por las palabras del Papa, en un mensaje dado el mismo día: "Los papas Juan Pablo II y Benedicto XVI, mediante una enseñanza formal, dijeron que las uniones civiles entre personas del mismo sexo eran malas y que los católicos deberían oponerse a ello. El Papa Francisco, en una película, ha dicho que las uniones civiles entre personas del mismo sexo son útiles y deben fomentarse".

En LifeSiteNews, el obispo auxiliar de Coira, Monseñor Marian Eleganti, también criticó las palabras de Francisco: "Las entrevistas del Papa se han vuelto inflacionarias. En lugar de enseñar la fe de la Iglesia, es decir, lo que ha sido y debe ser creído en todas partes, siempre y por todos, nos dan opiniones personales que no son indiscutibles ni infalibles". Y precisó: "La Iglesia no puede fomentar formas de vida sancionadas por el derecho civil que contradicen su propio catecismo".

La Secretaría de Estado intenta recomponer, pero solo lo confirma

Ante la polémica que suscitaron las declaraciones del Papa a nivel internacional, la Secretaría de Estado envió una nota explicativa a los nuncios apostólicos para que fuera transmitida a los obispos de todo el mundo. Es cierto que esta nota recuerda que durante la legalización del "matrimonio" homosexual en Argentina, en 2010, el cardenal Bergoglio afirmó que "es una inconsistencia hablar de 'matrimonio' homosexual", pero que, sin embargo, habló del derecho de estas personas a tener cobertura legal: "Lo que tenemos que hacer es una ley de unión civil".

Curiosamente, esta nota no menciona el documento publicado en 2003, bajo el pontificado de Juan Pablo II, emanado de la Congregación para la Doctrina de la Fe, entonces presidida por el cardenal Joseph Ratzinger, futuro Benedicto XVI. Este documento romano titulado "Consideraciones acerca de los proyectos de reconocimiento legal de las uniones entre personas homosexuales", concluye con estas declaraciones muy claras: "La Iglesia enseña que el respeto hacia las personas homosexuales no puede en modo alguno llevar a la aprobación del comportamiento homosexual ni a la legalización de las uniones homosexuales.. [...] Reconocer legalmente las uniones homosexuales o equipararlas al matrimonio, significaría no solamente aprobar un comportamiento desviado y convertirlo en un modelo para la sociedad actual, sino también ofuscar valores fundamentales que pertenecen al patrimonio común de la humanidad. La Iglesia no puede dejar de defender tales valores, para el bien de los hombres y de toda la sociedad" (N° 11).

En el N° 10, el documento precisa: "Si todos los fieles están obligados a oponerse al reconocimiento legal de las uniones homosexuales, los políticos católicos lo están en modo especial, según la responsabilidad que les es propia". De ello se desprende que "el parlamentario católico tiene el deber moral de expresar clara y públicamente su desacuerdo y votar contra el proyecto de ley" sobre las uniones homosexuales. "Conceder el sufragio del propio voto a un texto legislativo tan nocivo del bien común de la sociedad es un acto gravemente inmoral", concluye el texto de forma inequívoca. 

Por tanto, en 2019, el Papa Francisco reafirmó lo que dijo el cardenal Bergoglio en 2010, yendo en contra de un documento de la Congregación para la Doctrina de la Fe, publicado bajo la autoridad de Juan Pablo II y supervisado por el Cardenal Ratzinger, ahora Benedicto XVI.

Caos doctrinal: ¿qué hace la Congregación para la Doctrina de la Fe? (CDF)

Por tanto, no le corresponde a la Secretaría de Estado intervenir con un "marco falso real", verdadero diplomáticamente (en cuanto a la forma), falso doctrinalmente (en cuanto al fondo). De hecho, es la Congregación para la Doctrina de la Fe la que debe ocuparse del asunto.

Según afirmó, el 24 de octubre, en la Nuova Bussola Quotidiana, Luisella Scrosati: "Simplemente pedimos a la Congregación que cumpla con su deber: el artículo 48 de la Constitución Apostólica Pastor Bonus le otorga como tarea específica 'promover y proteger la doctrina sobre la fe y la moral en el mundo católico'. Para lograr su objetivo, debe 'trabajar activamente para garantizar que la fe y las costumbres no se vean perjudicadas por errores que se difundan de cualquier forma', esforzándose especialmente 'para asegurar que haya una refutación adecuada de los errores y doctrinas peligrosas que prevalecen entre el pueblo cristiano'".

La periodista italiana saca las conclusiones que se imponen: "El error de una posible aceptación por parte de la Iglesia de la legitimación de las uniones civiles fue propagado por las palabras del propio Papa. ¿No lo habíamos comprendido bien? No hay problema: ¡la Congregación lo ha dejado muy en claro! Porque la declaración [de Francisco]: 'Lo que tenemos que hacer es una ley de convivencia civil. De esa manera están legalmente cubiertos [los homosexuales]. Yo defendí eso', se opone a las Consideraciones acerca de los proyectos de reconocimiento legal de las uniones entre personas homosexuales, que la propia Congregación para la Doctrina de la Fe publicó en 2003".

De manera acertada, Luisella Scrosati agrega otra pregunta para la Congregación romana. Dado que el documental retoma "la llamada telefónica del Papa a Andrea Rubera y Dario Di Gregorio, en la que anima a la pareja homosexual a superar los prejuicios y llevar a sus hijos, que obviamente habían tenido a través de una madre sustituta, o por gestación subrogada, según la neolengua- a la parroquia, [en este contexto] la deducción es clara: el Papa pide el reconocimiento legal de un derecho a la familia para las parejas del mismo sexo, un derecho que debe incluir también la posibilidad de 'tener hijos'. Y, por tanto, el silencio sobre el derecho de los hijos a vivir con la madre que los dio a luz".

En el fondo, "la confusión es total: tenemos un Papa que, durante una entrevista (y, por lo tanto, no como Papa), hace una declaración inequívoca diametralmente opuesta a lo aprobado por uno de sus predecesores, y la destreza de la edición del documental deja en claro que a las parejas homosexuales se les aprueba el derecho a tener hijos, incluso si es mediante el uso de una madre sustituta".

Por eso, la colaboradora de la Nuova Bussola Quotidiana concluye enérgicamente: "Enviaremos una petición por correo certificado a la Congregación antes mencionada, con algunas preguntas específicas, y les daremos a conocer las respuestas a los lectores. Solicitaremos la confirmación de las posiciones de las Consideraciones de 2003 […], de la condena a la maternidad subrogada, presentes en Donum Vita [Instrucción de la Congregación para la Doctrina de la Fe sobre 'el respeto a la vida humana y la dignidad de la procreación', 22 de febrero de 1987. Nota del editor], así como de la enseñanza sobre la homosexualidad resumida en los números 2357-2359 del Catecismo de la Iglesia Católica".

La erosión de la moral con el "caso por caso"

También en la Nuova Bussola Quotidiana, Stefano Fontana señaló, el 4 de noviembre, lo mucho que se acercan las declaraciones del Papa sobre las uniones civiles homosexuales a lo que Amoris laetitia propuso para la comunión de los divorciados "vueltos a casar": sin cuestionar la doctrina católica del matrimonio, se trata de erosionarla con el famoso "caso por caso", bajo el pretexto de una "pastoral misericordiosa".

El académico italiano analiza con rigor esta actitud: "Si el pacto de convivencia homosexual es injusto, no hay circunstancia que pueda hacerlo justo y someterlo a una regulación legal, como sostiene el Papa. Este punto es fundamental para la teología moral católica. A través de la vía "caso por caso", se niega la posibilidad de reconocer la relación homosexual como una situación inmoral objetiva, independiente de las circunstancias, y se afirma que las circunstancias pueden proporcionar algunas excepciones, es decir, se convierte una acción injusta en una acción justa. […] Este es, como sabemos, el cambio operado por Amoris lætitia que, precisamente por esta razón, revolucionó la teología moral católica. También en el caso de los divorciados vueltos a casar se ha dicho que no es posible conocer la situación objetiva y que hay que examinarla caso por caso con el famoso 'discernimiento' [pastoral]. Estamos al mismo nivel".

El 22 de octubre, Aldo Maria Valli expresó en su blog el sentimiento generalizado de los fieles católicos: "El hijo de la Iglesia, el bautizado, aunque sepa que ciertas posiciones papales no son vinculantes, se siente francamente desamparado frente a este apoyo constante del sucesor de Pedro al pensamiento y mentalidad dominantes, ante su deseo de agradar al mundo, de acoger las ideas del mundo y recibir sus aplausos. […] Lo que parece interesar al sucesor de Pedro es el aplauso del mundo, el favor de la prensa progresista dominante, de los intelectuales seculares. Es desmantelar un legado de sabiduría y fe acumulado a lo largo de los siglos. Es deconstruir y desarticular todo (la doctrina, el papado mismo) pintando como 'rígido' lo que es simplemente católico, y justificando todas las locuras del mundo".

Con las declaraciones del Papa sobre las uniones civiles homosexuales, se ha manifestado entre muchos laicos una conciencia de la gravedad de la crisis en la Iglesia, pues en este asunto, como lo reconoció el sitio italiano Messa in latino, el 25 de octubre: "No es solo la teología lo que entra en juego, sino también la lógica, por lo que todos podemos arriesgarnos a hablar de ello. Por ejemplo: decir que la doctrina no cambia, y estar a favor de las uniones civiles, es como decir que somos simpatizantes del Inter [de Milán], pero que apoyamos a la Juventus [de Turín]. Más en serio, esto significa que debemos considerar la doctrina y las actitudes concretas en el ámbito social, cultural y político como variables independientes, como universos paralelos que nunca se encuentran. Visto más de cerca, este es el postulado fundacional de Amoris laetitia, y el hecho de señalarlo confirma que el documental sí representa los pensamientos del Papa. Ante todo esto, nos parece que los católicos de buena voluntad ya no pueden adoptar la política del avestruz: obligarse a no ver, a no saber, a no comprender".