Por un ayuno dinámico

Fuente: FSSPX Actualidad

La Cuaresma es el tiempo del ayuno: menos alimento para el cuerpo, y más alimento para el alma. Como dice el Prefacio de este tiempo litúrgico: "vitias comprimes, mentem elevas; Señor, Tú, que, por el ayuno corporal, refrenas nuestras pasiones, elevas nuestro espíritu, nos das fuerza y recompensa". Menos comida, y más oraciones, lecturas espirituales, meditaciones...

Sin embargo, esto solo será efectivo si va acompañado de una firme resolución, sostenida de forma dinámica: el ayuno de las pantallas, la abstinencia de los medios. En otras palabras, menos tiempo perdido en Internet, frente a la computadora o la televisión, y junto a la radio.

Porque ¿de qué sirve querer rezar más, si no dejamos de alimentar una curiosidad insaciable, si nos mantenemos al acecho de todo lo que circula por las ondas, con el ridículo afán de apoderarnos de la actualidad política de todos los días?

La Cuaresma es inútil cuando no nos abstenemos de inundar nuestras mentes con todo este bullicio mediático, inmediatamente ahuyentado por las noticias del día siguiente.

Paul Verlaine describió perfectamente la miseria espiritual que hoy se esconde bajo la sobreabundancia de información:

¡También, esta ignorancia de Ti!
Tener ojos y no verte,
Un alma y no concebirte,
¡Una mente sin noticias Tuyas!1

¡Una mente sin noticias del Eterno, un alma sumergida en lo temporal! Seres que se olvidan de lo esencial, pero son carcomidos por la codicia de todo lo accidental.

Y, además, ¿cómo podemos pretender leer las noticias sin la ayuda de la eternidad? Lo sabemos todo, pero no entendemos nada. Hace falta mucha luz. Cómo interesarnos por lo "único necesario" cuando solo nos preocupamos por las cosas incidentales, cambiantes, biodegradables...

"No solo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios" (Mt 4,4). No vive de todas las palabras humanas que se esfuman, sino de la palabra de Dios que permanece.

La Cuaresma debe ayudarnos a eliminar lo que oculta la gracia. Empezando por estas pantallas que, en su mayor parte, no son más que ventanas clausuradas, por donde no pasa la Luz que ha venido a este mundo. Aberturas condenadas, cerradas a Aquel que es "el Camino, la Verdad y la Vida" (Jn 14, 6).

Padre Alain Lorans

  • 1Paul Verlaine, Bonheur, 1891.