¿Un cónclave hecho a medida para el sucesor de Francisco? (2)

Fuente: FSSPX Actualidad

El cardenal Mariano Rampolla del Tindaro y el emperador Francisco José

El 4 de noviembre de 2023, el sitio web The Pillar anunció que se está realizando actualmente un estudio sobre una reforma del cónclave. La información fue también transmitida por Il Sismografo y por Aldo Maria Valli, pero fue inmediatamente desmentida por la sala de prensa del Vaticano y por el cardenal Gianfranco Ghirlanda s.j., canonista del Papa Francisco. ¿Qué sucede exactamente? ¿Y cuáles serían los riesgos de tal reforma si se lleva a cabo?

El Papa ya había mencionado la posibilidad de esta reforma

En su libro-entrevista con Sergio Rubin y Francesca Ambrogetti (Ediciones B, marzo de 2023), El Pastor: Desafíos, razones y reflexiones de Francisco sobre su pontificado, el Papa ya había mencionado la posibilidad de modificar eventualmente la elección de su sucesor:

"En efecto, podría promulgar un decreto para modificar las condiciones de entrada al cónclave y que permita participar a un obispo que no sea cardenal. Desde un punto de vista dogmático, no habría ningún problema".

El 6 de noviembre, el blog hispanohablante Specola expresó su sorpresa por la rapidez con que la sala de prensa desmintió esta noticia, y vio en esta precipitación un signo de gran inestabilidad en la casa Santa Marta: "El Papa tiene prisa y se nota, los “franciscanos” [seguidores de Francisco] aún más, porque sus vidas dependen de la existencia de un “Francisco II” que los mantenga en sus puestos de mando".

El vaticanista de katholisches.info, Giuseppe Nardi, muestra en cifras cuáles serían las ventajas de una reforma de este tipo para estos “franciscanos”: “Estas son las cifras del colegio cardenalicio: la Iglesia tiene actualmente 241 cardenales en total; 105 cardenales tienen más de 80 años y, por tanto, ya no pueden elegir al Papa, pero son miembros de las congregaciones generales.

“136 cardenales son electores del Papa [cuando solo se requieren 120]; 98 de los electores papales fueron nombrados por Francisco; por tanto, el 72% de los votantes actuales recibieron la púrpura cardenalicia de Francisco. Si en el futuro, una cuarta parte del colegio electoral estuviera compuesta por no cardenales (laicos y religiosos), el electorado tendría que ampliarse con al menos 30 votantes.

“Dado que el colegio electoral está actualmente superpoblado debido al deseo de Francisco de crear electores, proporcionalmente debería haber incluso 45 electores laicos del próximo Papa. Por tanto, la proporción de bergoglianos nombrados en el órgano electoral aumentaría del 72% al 80%.

“Si se añade a las personas de mentalidad bergogliana que hicieron posible la elección de Francisco en 2013, se obtiene una mayoría abrumadora. Incluso si se tienen en cuenta las incertidumbres, como las que surgen de los exóticos nombramientos tan queridos por Francisco, esto debería garantizar mayorías fáciles de calcular".

Y precisa: "El argumento de Ghirlanda a favor de la 'revolución' se puede adivinar fácilmente: democratización, sinodalización, desclericalización mediante la integración de los laicos y de las mujeres..." Incluso en nombre de estos ideales -puramente retóricos- no podemos evitar pensar en una 'optimización electoral' muy política.

Un precedente histórico esclarecedor

El 22 de noviembre, en el sitio web First Things, el académico estadounidense George Weigel hizo este útil recordatorio histórico: “En enero de 1904, el nuevo Papa Pío X abolió el ius exclusivæ mediante la Constitución Commissum nobis, decretando la excomunión automática de toda persona que interfiriera en un futuro cónclave, advirtiendo que incurre en “la indignación de Dios Todopoderoso y de sus apóstoles, los santos Pedro y Pablo”.

“[Cabe señalar que en 1903 el emperador Francisco José ejerció su derecho de veto contra un papabile, el cardenal Mariano Rampolla del Tindaro. NDLR] Commissum nobis puede parecer hoy un anacronismo. Pero tal vez no sea el caso. Recientemente se ha sugerido que la actual administración papal está considerando una “reforma” del procedimiento del cónclave.

Según se dice “esta 'reforma' despojaría a los cardenales mayores de 80 años, sin derecho a voto, de cualquier papel en un interregno papal, al excluirlos de las congregaciones generales en las que actualmente tienen derecho a opinar. Serían reemplazados por una mezcla de hombres y mujeres laicos, clérigos y religiosos. Luego se reunirían pequeños grupos, incluidos tanto los cardenales electos como estas otras personas, utilizando la metodología del Sínodo de 2023: "la conversación en el Espíritu para 'discernir' lo que la Iglesia necesita con el nuevo Papa".