Un rito bastardo: "la Misa de la Tierra Sin Males"

Fuente: FSSPX Actualidad

El sábado 12 de octubre de 2019, se realizó una ceremonia en la iglesia de Santa María en Traspontina que causó muchas reacciones, especialmente debido a la presencia de las estatuillas de la Pachamama, pero también a causa de las extrañas decoraciones colocadas en el lugar y las coreografías que se llevaron a cabo.

Como varios medios lo han señalado, esta ceremonia fue, ciertamente, la celebración de un rito amazónico, el de la "Misa de la Tierra Sin Males" (Missa Da Terra sem Males), una obra compuesta por Monseñor Pedro Casaldáliga.

El autor

Dom Casaldáliga nació el 16 de febrero de 1928 en España. Ingresó en la congregación de los Hijos del Inmaculado Corazón de María, fundada por San Antonio María Claret. Ordenado sacerdote en 1952, fue nombrado obispo de la diócesis de São Félix do Araguaia en 1971 hasta su retiro en 2005, a la edad de 77 años. También se dio a conocer como un poeta comprometido.

Durante su investidura, publicó un brutal artículo en el que denunció la política gubernamental de desarrollo económico. Atacó las actividades de las multinacionales y empresas agroindustriales, describiendo los estragos sociales y ambientales causados ​​por su avaricia. Solía portar un sencillo sombrero campesino de paja como mitra, y un bastón ceremonial de los indios Tapirapé como báculo. Habiendo estado siempre en la vanguardia progresista de la lucha en favor de los pueblos indígenas de Brasil, se convirtió en uno de los principales representantes de la teología de la liberación.

Las circunstancias de su composición

La "Misa de la Tierra Sin Males" fue compuesta en 1978, un año que la Iglesia brasileña declaró como el "Año de los Mártires". A causa de la tergiversación de las palabras, en este caso el término mártir se refiere a los misioneros que perdieron la vida en su lucha por los derechos de los indios, pero también a los miles de indios "martirizados" por la conquista colonial apoyada por la Iglesia a lo largo de los siglos.

Esta peculiar "misa" se celebró por primera vez el 22 de abril de 1979, en la Catedral de Oporto, en São Paulo, en presencia de unos cuarenta obispos. Se llevó a cabo en medio de melodías indígenas provenientes de distintas partes de América del Sur. Es este mismo rito el que se celebró en una iglesia en Roma el 12 de octubre pasado.

El contenido de la misa

La mayoría de los textos de esta liturgia son una denuncia del colonialismo vigente y obligan a la Iglesia a pedir perdón. En ella se presenta definitivamente a los indios como más cercanos al cristianismo en su estado original, que después de la conversión de los misioneros. 

Por consiguiente, las sociedades indígenas son consideradas como depositarias del verdadero cristianismo, como si fueran una obra salida directamente de la mano de Dios, y no sociedades esclavas del demonio. Por el contrario, los colonialistas, incluidos los misioneros que los acompañaban, son considerados como agentes de destrucción. Esta inversión se expresa en términos inequívocos en un "memorial penitencial", donde los diferentes pueblos de los bosques interpelan a la Iglesia para acusarla. A lo cual esta última responde:

"Y nosotros te misionamos, infieles al Evangelio, clavando en tu vida la espada de una Cruz. ¡Campanas de Buena Nueva, en un redoble a muerto! Infieles al Evangelio y al Verbo Encarnado, te dimos por mensaje una cultura forastera. Partimos en mitades la paz de tu vida, constantemente adoradora... Nosotros te engañamos con un Bautismo impuesto, divisa de reses humanas, blasfemia del Bautismo, violación de la Gracia y negación de Cristo... ¿Quiénes éramos nosotros para hablarte? Nosotros, misioneros de la Nada, portadores de la muerte".

El mensaje general de esta verborrea blasfema es que la Iglesia debe enfrentar sus errores y pecados pasados ​​y repararlos mediante un nuevo compromiso. Pedro Tierra, uno de los autores de la misa, escribe sin rodeos y sin la menor vergüenza: "La Iglesia que bendijo la espada de los conquistadores y sacralizó el exterminio de pueblos enteros (sic), arroja cenizas y hace penitencia. (...) La historia continúa, y la Iglesia mantiene profundos lazos con los oprimidos de América. Que nuestra penitencia transforme este vínculo en una marcha hacia adelante al lado del pueblo, en su camino hacia la liberación"

La tierra sin males

El mismo nombre de esta misa hace referencia a una creencia de los pueblos tupí-guaraní, una especie de utopía que creían posible. Esta creencia es recuperada y reciclada en una visión bíblica del Reino de Dios reinterpretada a la luz de la ideología marxista. El prefacio de la misa explica que la tierra sin males es una "utopía construida por la lucha de todos los oprimidos, una patria libre para todos los hombres".

Esta apropiación con connotaciones anticolonialistas culmina en las últimas líneas de la misa: "América amerindia, todavía estás viviendo tu crucifixión: un día tu muerte se convertirá en resurrección. Nosotros, los pobres de este mundo, estamos luchando para crear la tierra sin males. Ella es la que amanece con cada nuevo día".

De la conversión del misionero...

La incorporación de elementos tupí-guaraníes en la retórica de la teología de la liberación promueve un cambio significativo en la práctica misionera. Normalmente, la apropiación de elementos culturales autóctonos tiene como objetivo lograr un mejor entendimiento con los nativos. Pero aquí, el objetivo real es, en primer lugar, la comunidad misionera misma.

De hecho, los misioneros progresistas se han involucrado en una especie de proceso de revitalización. Se esfuerzan por redefinir su vocación para darle sentido y hacerla legítima en un contexto poscolonial. Quieren convencerse de que pueden transformar completamente su relación con los pueblos indígenas yendo más allá de la dialéctica del poder y de la subordinación en la que se han encerrado.

Por eso los misioneros progresistas están redefiniendo su labor con los pueblos indígenas presentándose como aliados políticos cruciales en su lucha por la supervivencia y la autonomía. Básicamente, su relación con los pueblos autóctonos ya no tiene como objetivo la conversión.

... a la conversión de la Iglesia

¿Qué es un misionero cuya vocación ya no se centra en la conversión de su prójimo a la verdad divina? La respuesta se encuentra en el objetivo que persiguen estos apóstoles modernos de los nuevos tiempos: no se trata tanto de convertir a los indios, sino de convertir a la Iglesia católica transformándola.

Esta "Misa de la Tierra Sin Males" contiene un concentrado de la teología de la liberación en su forma más extrema. Es sumamente significativo que se haya "celebrado" durante el reciente Sínodo para la Amazonía.

Asimismo, la supuesta misa ayuda a esclarecer algunos de los términos utilizados en el documento final del Sínodo, que no tienen nada de inocentes: los "mártires" no designan a los cristianos muertos por la fe, sino a los militantes que luchan por su tierra y su cultura; las "semillas del Verbo" no se refieren a la preparación para recibir el Evangelio, sino a la utopía de una sociedad pagana sacralizada; el rechazo de una "evangelización de estilo colonial" y el "valor cultural de los pueblos amazónicos" tienen como objetivo redefinir el significado de la misión y, por lo tanto, el deber de la Iglesia de predicar a Jesucristo a toda criatura (Mc 16, 15).

Por sí sola, esta abominación de un rito bastardo justifica la reparación y expiación a la que el Superior General de la Fraternidad San Pío X, el Padre Davide Pagliarani, ha invitado a todos los católicos y hombres de buena voluntad el próximo 9 y 10 de noviembre.